dilluns, 8 de maig del 2017

CAMPO DE CRIPTANA 11






El papelón del PSOE con la corrupción del PP

JUAN CARLOS ESCUDIER

Quienes peor lo están pasando con el enésimo tsunami de corrupción que ha arribado a las playas del PP no son sus dirigentes, que por esos misterios de la evolución han desarrollado branquias de tanta agua que han tragado, ni siquiera Rajoy, al que hemos visto trotando por Brasil y Uruguay en su gira latinoamericana con una nueva equipación deportiva para no dejar en ridículo a la marca España y que incluye un plumas azul contra las inclemencias del tiempo. El más afectado por el seísmo marino es el PSOE de la Gestora y la sultana, el que facilitó con su abstención el gobierno de la derecha, el de ese socialismo de toda la vida que, al parecer, consiste en ser cómplice y cooperador necesario de lo que teóricamente se combate.
Para los del PSOE del golpe palaciego lo preferible hubiera sido continuar representando la farsa de la oposición útil y poder colgarse medallas de hojalata tan vistosas como la subida del salario mínimo, la ampliación del margen de déficit autonómico, la anulación de las revalidas o la reforma de la ley mordaza. Todo ello, claro, con el beneplácito del Gobierno, que se conformaba con su apoyo al techo de gasto porque de camelarse al PNV para los Presupuestos ya se ocuparía Soraya en los tiempos muertos que le deja la Operación Cataluña. Para todo lo demás, especialmente para que los socialistas siguieran jugando a ser un león fiero y no un lindo gatito, se había inventado el veto.
Lo que no estaba en el guión era que el tribunal de la Gürtel llamara a Rajoy a declarar como testigo sobre la financiación ilegal del PP, trance del que difícilmente puede salir airoso el jefe de Bárcenas, obligado a elegir entre dos caminos: el de cómplice o el de panoli. Ante un hecho tan insólito y tan grave, un partido que no tiene hipotecas y que no ha vendido su alma al diablo a cambio de ganar tiempo para que la madre de Andalucía entre en Madrid a lomos de su socialismo rociero, hubiera debido apresurarse a exigir responsabilidades, entre ellas la dimisión del presidente por culpable o por idiota.
Obviamente, no se puede estar en misa y repicando. ¿En qué cabeza cabe que quienes el pasado mes de octubre renovaron el contrato de alquiler de Rajoy en La Moncloa pidan ahora su desahucio? De ahí que toque disimular, silbar por las esquinas, encogerse de hombros, rezar para que pase la tormenta y pedir la comparecencia de Rajoy sí, pero no en un pleno de urgencia en el Congreso sino en la comisión que investigará de aquella manera la caja B de los populares, cuyos trabajos no se iniciarán antes de junio.
Tampoco estaba previsto que una operación judicial se llevara por delante a Ignacio González, el Chino de la coleta, mano derecha y larga de Esperanza Aguirre, y que con ella se pusiera al descubierto que el supuesto cáncer de la corrupción del PP es una metástasis incurable y que quienes debían trabajar en defensa del interés público protegían a los saqueadores, les mandaban mensajes de ánimo y les recibían en sus despachos mientras maniobraban para cambiar fiscales y jueces en un vano intento de tapar sus latrocinios.
Se puede pedir con la boca pequeña que dimita el ministro de Justicia y el de Interior, que se vaya la delegada del Gobierno en Madrid por su presunta prevaricación inmobiliaria y hasta responsabilizar a Montoro de los pufos de la asesoría que montó hace años para seguir amorrado a la ubre de la Administración y que acabó siendo la puerta giratoria más grande de Europa. Pero en algún momento tendrá que asumir la vergüenza de haber permitido a Rajoy y a sus secuaces mantenerse al frente del cortijo sin soltar el mando a distancia o, al menos, volver a explicar aquello de que lo mejor para el país es que el PP siga en el machito. Siempre se puede recurrir a Antonio Hernando, que tiene un pico de oro, pero ni a él le será fácil esta vez no sonrojarse.

diumenge, 7 de maig del 2017

MORELLA: LA COCINA DE LA CANELA Y LA TRUFA

Flaons (1) con canela,  morcillas con canela, croquetas con canela…

El año pasado estábamos cenando en el restaurante Casa Roque de Morella, donde comimos muy bien por cierto, y uno de los platos que degustamos fueron las croquetas morellanas. Uno de los ingredientes de las croquetas es la canela, una especia que se usa básicamente en repostería (arroz con leche, leche merengada, natillas, etc.), pero que raramente tiene un uso tan generalizado como el que se le da en la cocina morellana i el otro ingrediente, como no, era la trufa. Le pregunté a la propietaria del restaurante sobre si el uso de la canela tenía una explicación.


-Antaño, aquí en Morella, no llegaban según qué tipo de especias, como por ejemplo la nuez moscada y por este motivo comenzó a usarse la canela para condimentar muchos productos típicos.

El uso de la trufa es mucho  más reciente. El llamado oro negro de la cocina (un kilo de trufa negra se vende en el mercado a unos 800€) comenzó a usarse hace unas cinco décadas, aunque al principio quizás no se le dio la importancia que merecía.
Recuerdo un artículo que leí en el suplemento dominical de un periódico hace aproximadamente unos 30 años, que explicaba que unos forasteros ‘descubrieron’ para los habitantes de Morella los tesoros que tenían enterrados en sus campos.
Los forasteros se hospedaban en un establecimiento de la localidad y por el día salían a buscar trufas con sus perros. Las trufas que encontraban las guardaban en un saco dentro del armario de la habitación. El fuerte olor que desprendía aquel saco inundaba la habitación hasta el punto que despertó la curiosidad del servicio de limpieza.

Morella no tiene la exclusividad de la trufa negra, ya que en muchas poblaciones de sus alrededores también se cultivan y se unen a la capital de la comarca para celebrar las jornadas gastronómicas que se dedican a este producto.
En nuestra última visita a la comarca de Els Ports, visitamos la localidad de Vilafranca del Cid y comimos en L’Escudella, un restaurante que había elegido previamente y en el que había reservado mesa.
La primera sorpresa que te encuentras es comprobar que en un lugar tan recóndito trabajan la llamada cocina de autor, sin perder sus orígenes mediterráneos. Sus propuestas gastronómicas nos cautivaron a primera vista y degustarlas fue todo un placer. Del menú que elegimos, solo las croquetas contenían trufa.
En un restaurante la atención del personal puede ser tan importante como la comida. La atención de Bruno que es quien se encarga de la sala y que con Emilio es uno de los propietarios del restaurante, es una buena muestra de ello.  
Antes de marchar, Bruno me pidió el correo electrónico para ponerse en contacto con nosotros cuando se aproxime la temporada trufera. La propuesta de L’Escudella es muy sugerente: Por la mañana recepción y desayuno;  acto seguido salida al campo para asistir a una demostración de búsqueda de trufas por perros adiestrados al respecto. De vuelta al restaurante almuerzo con degustación de platos que tienen en la trufa su ingrediente estrella.   



(1)        Morella tiene en los flaons su producto de pastelería más característico. Como los pastissets (típico de las vecinas tierras del Ebro, pero también de algunos pueblos de la zona), tienen forma de media luna y llevan relleno, en este caso de requesón. Se espolvorean (¿cómo no?) con canela. 









 PARA AMPLIAR LA INFORMACIÓN: 













XXIVena FIRA DE LA TERRISSA DE LA GALERA 6