diumenge, 14 d’agost del 2016

VIAJE POR EL PAÍS DE LOS CÁTAROS. TOULOUSE (Primera parte)

Toulouse es la capital de la región de Languedoc Pyrénées y la cuarta ciudad de Francia en población. Por lo tanto llegar hasta allí no es difícil, ya que está muy bien comunicada, tanto por carretera, como por tren y avión.
El hecho de tener familiares por aquella zona hace que te puedas enterar de cosas que igual ni salen a las guías de turismo, como por ejemplo llegar en coche hasta el aparcamiento de Ramonville, a las afueras de la ciudad y desde allí coger la línea B del metro (sólo tiene 2: A y B) y que confluyen en la céntrica plaza de Jean Jaurès. El parking es gratuito para los usuarios del metro.
El día que visitamos Toulouse fue el único que no nos llevamos a nuestra perra Electra ya que no estábamos seguros que pudiéramos viajar con ella en el metro. La verdad es que no vimos ningún perro en ninguno de los dos trayectos que hicimos.

Nos bajamos en la estación de Jean Jaurès, muy cerca del Capitolio, seguramente el edificio más emblemático de la ciudad junto a la catedral de St-Étienne. En un edificio contiguo al Capitolio y que forma parte del conjunto arquitectónico se halla la oficina de turismo. Allí pregunté dónde estaba el consulado español y no es que tuviéramos que hacer ningún trámite… Después de consultarlo nos dijeron que estaba muy cerca de la catedral.
El Capitolio, que hace las funciones de ayuntamiento, es un imponente edificio. La entrada es gratuita y se pueden visitar las estancias más notales (escaleras, salas, galerías…), llenas de pinturas clásicas e impresionistas, esculturas, muebles, etc. Salvando las distancias te recuerda el palacio de Versalles. Delante del Capitolio una gran plaza con una enorme cruz occitana.

A la hora de comer lo hicimos en un restaurante de la plaza Sant Jòrdi, rodeada de este tipo de establecimientos, por lo que no nos decidimos por uno de ellos hasta dar la vuelta entera.
Y después de comer nos dirigimos hacia el consulado español pasando por delante de la Prefectura (equivalente a la delegación del gobierno y que antiguamente había sido el palacio episcopal) y la catedral. El consulado se encuentra en la calle Santa Ana, en la parte posterior de los edificios mencionados.
Una placa advertía que el horario de atención al público era de 10 a 1. ¡Y nosotros que creíamos que harían horario francés! (A las 12 van a comer) Eran las 2 y llamé al timbre. Me respondió una voz femenina (después supimos que se llamaba Miren).

-Hola, buenas tardes… No queremos ser atendidos… Pregunto por María Llanos Geira

-¡La canciller! –Me respondió la voz femenina por el interfono- Ahora le digo que baje.


No me preguntó ni quién era. Debió adivinar que la conocía. No todo el mundo debe de saber el nombre de la canciller de un consulado…

Nos abrió la puerta de la calle, pero dentro, en mitad del pasillo había otra también cerrada y que como la anterior se había de activar la apertura desde el piso superior. Hasta allí bajó la María Llanos a recibirnos sin saber con quién se iba a encontrar. Al vernos, la sorpresa fue enorme.

(María Llanos trabajó en la Administración de Hacienda de Tortosa –todos tenemos un pasado…- a finales de la década de los 80 y principios de los 90. Ahora está preparando oposiciones para ser del grupo A1 del Ministerio de Administraciones Públicas y Cooperación)

https://ca.wikipedia.org/wiki/Jean_Jaur%C3%A8s