Saliendo
de Cucugnan en dirección a Rouffiac-des-Corbières,
a mano izquierda está el cruce que lleva hasta el castillo de Quéribus,
el último bastión cátaro. Una empinada carretera nos dejará al pie del mismo,
donde hay un aparcamiento bastante grande. Desde allí todavía habrá que subir
por un escarpado sendero que comienza junto a unas casetas de madera que hacen
las funciones de taquilla y tienda.
El
castillo, a diferencia de la mayoría, no está situado en una superficie que se
podría considerar más o menos plana, sino que está construido sobre la propia
pendiente de la roca, por lo que tiene un perfil muy angosto. La única estancia
relativamente grande es la sala gótica con una sola columna en forma de palmera
dentro de la torre del homenaje. Pero lo más llamativo es el gran ventanal
situado en un plano alto de la sala. Junto a ella una escalera de caracol te
lleva a lo más alto de la torre reconvertida en mirador. En el suelo están
dibujados los 4 puntos cardinales con el fin de que el visitante pueda
orientarse.
La vista
desde allí es espectacular. Unos paneles te aportan la dosis suplementaria de
información para que se tenga una visión clara y exacta sobre el territorio que
se observa. Entre dicha información nos llamó la atención el antiguo sendero
que recorrían los cátaros para llegar al Mediterráneo y que pasaba justo por el
aparcamiento donde habíamos dejado nuestro coche.
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