divendres, 19 d’abril del 2013

Del arquetipo Thatcher al modelo Ada Colau

Jose Luis Bonilla
Antropólogo

No hay nada tan certero como el fallecimiento de un exlíder internacional para palpar el inconsciente colectivo y el trasfondo de lo que esconden tanto los panegíricos como  los ajustes de cuentas. Coinciden en estos días los decesos de Hugo Chávez y Margaret Thatcher con la publicación de la biografía de Carrillo por Paul Preston, al poco de su muerte.
Figuras aparentemente no comparables, salvo en el pequeño detalle de  que nos invitan a tirar de memoria para recordar unos tiempos marcados por otro aroma que poco o nada tiene que ver con nuestro presente. Si bien el de Chávez es un olor a tiempos recientes y el de Santiago Carrillo nos traslada al imaginario de  rudeza y lejía de los años treinta y cuarenta, el aroma a cardado de Thatcher nos sitúa ni demasiado lejos ni excesivamente cerca como para que afloren los luminosos contrastes entre lo que admirábamos entonces y en lo que se han convertido aquellas adhesiones a nuestros lideres de los ochenta y por tanto las transparentes contradicciones entre lo que eramos y ya no somos, lo que creiamos y ya no creemos y sobre todo lo que nos obstinamos en seguir creyendo a pesar de las evidencias en sentido opuesto.
Porque por encima de consideraciones del tipo de si hoy en día existen líderes políticos como los de entonces, si la Thatcher puso las semillas del desmadre financiero o  si Merkel  es la Thatcher de nuestro tiempo, lo realmente magnífico del asunto es ver cómo quedamos retratados en la concepción que venimos arrastrando sobre la pasión egocéntrica de ejercer el liderazgo, un paisaje en el que se formaron nuestras aspiraciones y que asoma por poner un ejemplo en Esperanza Aguirre, nuestra Iron lady local, cuando en una entrevista en noviembre del año pasado comenta la envidia sana que le produce la ceremonia de la jura de proclamación de Obama, o en esos comentaristas que en periodo post electoral hacen quinielas sobre quienes serán elegidos por el líder para ministro, con la misma ilusión devocional con que de niños esperaban a los reyes magos y otorgando el énfasis emocional al ejercicio del poder desde arriba, más que a la propia elección democrática.
El problema con estos arranques devocionales a los lideres, es que delatan un cierto querer ser eso que admiramos y eso produce ambivalencias de amor-odio que han terminado arruinando la vigencia de esos liderazgos, arrasando de tal forma al lider, que a menudo se han sobrepasado las fobias hasta el punto del trato más injusto y el saldo culposo. ¿Veremos, ya puestos, algún día por parte de Pedro J. Ramirez una loa a Felipe González, similar al rectificado reciente hacia Adolfo Suárez?
No es fácil ver desde dentro estas creencias cuando vivimos impregnados en ellas, como es difícil ver las burbujas cuando se está en su interior. El propio Felipe González acaba de declarar su pesimismo ante la desaparición de las “elites de referencia” institucionales, y es ahora por tanto cuando vemos como se esta modificando la “carga emocional” con que percibimos a quienes nos representan.
Pero podría no ser tan dramático como lo vive González y tantos otros que se empeñan en comparar a Van Rompuy con Jacques Delors o a Hollande con Mitterrand.
Pudiéramos estar asistiendo a una fuerte democratización de los liderazgos, que tal vez no sea tan súbita como parece y que vendría arrastrándose desde los albores del tránsito de formas más absolutistas a formas de mayor consenso y participación, donde los estilos de Churchill, Perón o De Gaulle (o el mismo Fraga), dejaron paso a los Gonzalez, Delors, Mitterrand y la propia Thatcher.
Pero el siguiente paso puede que sea para muchos un salto mortal, sin red, un salto hacia una democracia profunda, donde tal vez se inscribe la demanda de los socialistas gallegos por las primarias y tantos recientes clamores contra las cúpulas, con líderes de periodos cortos, que se manifiesten más como portavoces que como conductores y seductores y por lo tanto completamente fiables e insobornables  por su escasa dosis de egocentrismo.
¿No puede ser Ada Colau, precisamente ese nuevo tipo de líder que mientras participa con su colectivo ejerce de portavoz? A veces da la impresión de que si pudiera elegir, elegiría un poco menos de protagonismo y sin embargo quienes tienen dificultades para dar ese salto se empeñan en sospechar en ella todo tipo de ocultos poderes, como si fuera ella quien comiera el coco a los miembros de la PAH.
Siguen tiñendo la realidad de hoy con esquemas de otras épocas y no ven que en cuestión de liderazgos estamos ya muy lejos de la Thatcher y mucho más lejos de La Pasionaria y nos hallamos mucho más cerca del mandar obedeciendo.
Mencionaba en una de sus últimas columnas, Vicente Verdú, el fenómeno de la creatividad grupal, estudiado por el antropólogo Ian Condry en su trabajo Soul of Anime, que muestra la energía de las sinergias emergentes de lo compartido como mucho más potentes que la decadente energía de la competitividad. Tan difícil como le resultó a los movimientos cooperativos sobrevivir a un medio ambiente que privilegiaba el individualismo, le resultará a los proyectos competitivos y a quienes lideren con ese esquema mental, subsistir en un contexto social de fuerte participación compartida.
Si a esa interacción grupal de alta creatividad que vemos en las nuevas generaciones le añadimos lo escarmentados que estamos de elegir lideres que luego son cooptados cuando no directamente comprados, no hará falta seguir cuestionando el empeño que tuvo el 15-M en no permitir que surgieran liderazgos y persistir en las durísimas asambleas, pese a su enorme dificultad y al colapso que se produjo.¡Que pocos han destacado este esfuerzo colosal frente a la insistente mención del aparente fracaso final!
Consideremos pues a Ada Colau como el mejor experimento desde el 15-M y el mejor intento de superar aquel colapso. En el mandar obedeciendo puede consistir el tipo de liderazgo adaptado a esas sinergias emergentes de lo compartido que instauren un modelo sostenido de abajo a arriba ( y no solo para elegir cada cuatro años quien va a gobernar de arriba a abajo) y ahí puede  estar el eslabón que sirva de punto y seguido del 15-M
Desistan de su enfermiza relación de amor-odio con Ada Colau. Solo está en su cabeza.

COM UNA OLLA DE GRILLS

Si Papa Pujol estigués mort, diríem: Si Pujol aixequés el cap!
I és que la situació dintre de Convergència (ja no dic dintre de la pròpia federació de CiU) dista molt de ser el que era. Pujol ho tenia tot controlat i ningú gosava a discrepar.
Ara sembla que cada un dels seus dirigents marca la seva pròpia línia o es desmarca de la resta a l’espera de temps millors.
Els dos bàndols més diferenciats són, per una part, els que insisteixen amb el fer la consulta independentista a qualsevol preu i els que pensen que s’ha de fer d’acord amb govern central.
Vaig per davant que si jo formés part d’un govern tindria un dilema molt gran. Això és el que li deu de passar a Arturo: uns per un costat, el altres per l’altre i ella la bell mig del conflicte. El que deia, segur que a Pujol mai a la vida sé li hauria esvalotat el galliner.
Però la tropa convergent saben que Mas està tocat i, tots aquells que creuen que tenen una mínima possibilitat per accedir al càrrec que ara ocupa Mas dintre de CDC, miren d’anar agafant posicions.
És evident que els resultats del 25-N van deixar Mas tocat i quasi que enfonsat. I la situació posterior, en lloc de donar-li aire, encara l’esta ofegant més. Per un costat els seus aliats d’ERC que més que aliats, de vegades semblen enemics i per l’altre les relacions amb el govern central de qui depèn Catalunya fins que s’assoleixi  la independència.
Fins que un país pugui esdevenir independent ha de passar per tot un procés transitori. Mentre això sigui així, segueix depenent de els transferències econòmiques que li arriben de l’estat del qui es vol segregar. Aquesta és la realitat puta i dura (em sembla que ja ho he dit en d’altres ocasions)
El més immediat que ha de fer Mas és aprovar el pressupost per aquest anys. El temps juga en la seva contra i la resta de partits polítics del Parlament de Catalunya, també. Avui mateix llegia al Periódico que ERC ha estudiat els números de la Generalitat i creu que s’haurien de prorrogar els pressupostos del 2012, la qual cosa, de moment, Mas no en vol ni sentir a parlar.
Si fossin millors temps per a Convergència, Papa Pujol  miraria de posar una mica d’ordre. Però ara podria arribar-se a sentir alguna cosa com aquesta:  primer mira de solucionar els problemes domèstics.És evident que el fundador ja no és la solució. 
I és que una bona part de la família Pujol s’ha vist afectada recentment per casos que afecten la seva honorabilitat (o no em refereixo al títol que ostenta Jordi Pujol com a President que ha estat de la Generalitat de Catalunya) El seu primogènit té la dèria de moure diners d’aquí per allà; de paradís fiscal en paradís fiscal i tiro por que me toca... El fet en si no implica cap delicte, però, d’on han sortit 38 milions d’euros?
L’altre fill, el polític, l’Oriol, fins fa poc l’hereuet, va declarar abans d’ahir en caràcter d’inculpat en els cas de les ITV. Segons ell la seva intervenció en la concessions d’estacions de revisió de vehicles, ho va fer per l’interès de Catalunya. I un coc en bores!!  Des de fa pocs mesos a Amposta s’ha posat en funcionament una estació d’ITV. Per als pobles del Montsià ens anirà molt bé perquè no caldrà travessar el riu i anar fins Campredó. Però personalment em dóna ben bé igual si en lloc de donar-li a un determinat empresari sé li hagués donat a un altre o s’hagués posat 500 metres més amunt o més avall.

ACTUACIÓ CASTELLERA AL PERELLÓ (14-04-2013) IV


















Por un proceso constituyente en Catalunya

Esther Vivas
Periodista y activista

Quienes nos gobiernan nos han conducido a una situación de bancarrota. Y ahora pretenden que paguemos por el despilfarro y la mala gestión de unos pocos. Nos dicen que somos culpables, cuando no cómplices, de la crisis. Quieren que nos arrepintamos, que aceptemos el sufrimiento de los recortes, la austeridad… “Nos lo merecemos” señalan.
Catalunya ha sido la avanzadilla de las tijeras, con el Gobierno del Sr. Artur Mas al frente, aunque los recortes empezaron ya antes, tristemente, con el Tripartit. Los deseos de la Sra. Angela Merkel son órdenes para CiU. Y así nos va. Catalunya, a la cabeza del neoliberalismo en Europa: los primeros en aplicar el copago sanitario, con el aumento más importante de tasas universitarias, con una ofensiva sin paliativos para acabar con la educación y la sanidad pública. Y no olvidemos, también, al frente de la criminalización y la represión de la protesta.
Las cifras no engañan. Un 30% de los catalanes son pobres, un 57% no llega a final de mes, un 39% de las familias no pueden ni permitirse una semana de vacaciones al año y la tasa de pobreza en Catalunya supera en ocho puntos la media europea, según la encuesta de Condiciones de Vida y Hábitos de la Población 2011 de la Diputación de Barcelona. Y cada día, acá, se llevan a cabo 100 desahucios, como informa la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Tras estas cifras hay personas y familias que sufren la crisis. Nos encontramos, sin lugar a dudas, ante una auténtica situación de emergencia social.
En manos de ladrones
Y mientras los principales partidos catalanes están con el agua al cuello con la corrupción. Convergència tiene  su sede embargada para cubrir la fianza del caso Palau, el flamante secretario general de CiU Oriol Pujol está dimitido e imputado por la trama de las ITV, imputado, también, aunque no dimitido, su diputado Xavier Crespo por el Caso Clotilde. Unió, condenada por financiamiento irregular en el caso Pallarols. PSC se encuentra sumido en el caso Mercurio, con unos de sus principales barones Manuel Bustos, alcalde de Sabadell, imputado y forzado a dimitir de la alcaldía tras una ardua batalla de la oposición. Estamos, sin lugar a dudas, en manos de ladrones.
Ya lo decía sin tapujos, el hoy caído en desgracia Félix Millet, expresidente del patronato del Palau de la Música y autor su saqueo: 400 son los que mandan en Catalunya. Siempre presentes en los que suelen considerarse los cuatro lugares clave del poder catalán: el Liceo, el consejo asesor de La Caixa, el Palau de la Música y el palco del Camp Nou. “Hay unas 400 personas que nos encontramos en todas partes. Hay un núcleo familiar, una misma empresa, coincidimos en muchas cosas” afirmaba Félix Millet en una entrevista recogida en ‘L’Oasi Catalá’ (Planeta, 2001). A estos 400, se les acaba la fiesta.
¡Ya basta!
Hoy un 93% de los catalanes percibe la corrupción como un problema grave o muy grave, según el barómetro de la Oficina Antifraude de Cataluña 2012. Y aunque el Sr. Artur Mas se llene la boca de “anticorrupción” convocando cumbres pantomima, todas las miradas apuntan a la clase política. Para muchos, esto ya no es una crisis, sino una gran estafa y un expolio colectivo. Mientras unos pocos salen ganando con la crisis, una gran mayoría salimos perdiendo.
La desafección política llega a cotas insospechadas pero también, y aunque parezca contradictorio, la voluntad por reapropiarnos de los asuntos colectivos. Con la crisis, al capitalismo se le ha caído la careta. Hemos visto cómo aquello que se decide en las instituciones nos afecta: cómo la reforma laboral nos deja sin empleo, cómo la Ley Hipotecaria nos pone de patitas en la calle y nos deja endeudados de por vida, cómo la reforma de la Constitución para poner techo al déficit público acaba con hospitales, ambulatorios y escuelas públicas. Y es aquí cuando la gente ha dicho: “Ya basta”.
Pero no sólo asistimos a una creciente deslegitimidad del sistema actual, de los partidos políticos tradicionales, de instituciones como la monarquía, etc., sino que en Catalunya esta crisis se suma al derrumbe del modelo de autonomías surgido de la Transición y su falta de democracia, evidente, en estos momentos, ante amplios sectores de la opinión pública catalana y que ha duda lugar a un ascenso de la aspiración independentista. Y aunque el Sr. Artur Mas, y otros, aprovechen la situación para decirnos que “España nos roba” y envolverse con la senyera para tapar su arsenal de tijeras, es obvio que tenemos los ladrones en casa. Y que ya va siendo hora de echarlos.
Se trata de decidir sobre nuestro futuro como pueblo pero también decidir qué país, sociedad, política y economía queremos. No se trata de una independencia en manos de los 400 de siempre ni de una Catalunya made in Millet, Brufau, Pujol, Montull, Crespo y un largo etcétera. Necesitamos una Catalunya hecha por y para los de abajo.
Teresa Forcades & Arcadi Oliveres
La crisis actual abre una brecha que tenemos que hacer más profunda. Hay que indignarse, rebelarse, desobedecer y construir alternativas en el día a día, pero, también, es necesario levantar alternativas político-sociales con voluntad de mayoría. Que se vayan todos y que no vuelvan los mismos de siempre. Y es aquí donde se enmarca la propuesta del manifiesto ‘Per un procés constituent‘ lanzado por Teresa Forcades y Arcadi Oliveres la semana pasada en Catalunya. Ha llegado el momento de dar un paso adelante.
No se trata sólo de manifiestos y declaraciones de buenas intenciones contra el capital sino de subvertir las bases del sistema en favor de la mayoría que hoy sufre la crisis. Porque si no lo hacemos nosotros, lo harán otros. Y la indignación, como bien sabemos, no siempre es de izquierdas. Grecia nos enseña como existe, también, una indignación de extrema derecha. E Italia, una antipolítica sin rumbo claro. De aquí que la propuesta de Teresa Forcades y Arcadi Oliveres sea un acto de responsabilidad y de compromiso con los de abajo.
Un manifiesto que deja claro que el sistema no funciona, qué mundo queremos y cómo para cambiarlo, junto a la imprescindible movilización, es necesaria una herramienta  política y social amplia, unitaria y capaz de aglutinar al conjunto de la izquierda, movimientos sociales y la gente que lucha. Una herramienta  cuyo objetivo principal es tener una mayoría político-electoral para lanzar un proceso constituyente en Catalunya, dar la voz al pueblo, y que nos permita decidir entre todos qué país queremos. Manos a la obra.