dissabte, 4 de maig del 2013
Alocadas pensiones, ministros dementes
Moncho Alpuente
Estamos avisados, una subida “alocada” de las pensiones perjudicaría a los pensionistas, sus fatigados corazones no resistirían el impacto inesperado de la buena nueva, o quizás no sabrían qué hacer con ese dinero sorpresivamente llegado a sus cuentas y lo dilapidarían, o suscribirían acciones preferentes, o se embrutecerían con fármacos carísimos y se darían a la bebida o a la ludopatía y no saldrían del bingo. Pero ahí está el ministro Montoro para salvarles de ellos mismos, nada de alocadas subidas, las pensiones serán sometidas a una desindexación, barbarismo que suena a delicada y urgente operación quirúrgica que, al parecer, requiere extirpar de raíz la vinculación entre las pensiones y el IPC, está claro que los pensionistas perderán poder adquisitivo: cada pensión sometida a desindexación experimenta una pérdida equivalente al incremento anual del IPC, dice el teorema de Montoro, un experto en contabilidad creativa y cosmética financiera y un mago del lenguaje que siempre nos ilustra con nuevos términos que enuncia como conjuros o mantras para descifrar lo indescifrable: las pensiones están indexadas, ¿quién las desindexará?, el desindexador que las desindexe buen desindexador será.
Últimamente los consejos de ministros llevan incorporado un comentario de texto, cada declaración de Montoro, cada balbuceo de la Cospedal, debe ser interpretado a posteriori en rueda de prensa para que los periodistas ignorantes puedan explicar a sus todavía más ignaros lectores qué han querido decir los sabios gobernantes del país. Pero hay un truco sencillo para interpretar a grosso modo, pero sin equivocarse mucho, lo que dicen los ministros. Si Montoro dice que hay que desindexar, posponderar, flexibilizar, redimensionar, desrelativizar, desimplementar, descontextualizar o redescojonar algo, el receptor avisado sabe que algo nos van a quitar y que no tienen muy claro cómo disimular el sabor amargo de la píldora que resucitará nuestra difunta economía. No en tres días, ni en tres años, a lo mejor no llegamos a verlo, pero nuestros nietos algún día se beneficiarán de nuestro sacrificio y cantarán las glorias de Montoro y de aquel gobierno del PP (espero que a nuestros nietos se les explique lo que era el PP y también espero que a ninguno se le ocurra resucitarlo o descongelarlo).
No habrá subidas alocadas, no habrá subidas porque todo lo que sube tiene que bajar y está claro que no quedaría bien tener que recortar, perdón, redimensionar nuevamente las pensiones alocadamente indexadas. Cada día que pasa estamos más cerca del final de la crisis, pero el final de la crisis está cada vez más lejos; hasta ayer los certificados augures del gobierno profetizaban que empezaríamos a salir del hoyo en 2014, hoy lo dejamos hasta 2016, no se pregunten para cuándo lo dejarán mañana. Está claro que no podremos pagar nuestras deudas, que son las suyas aunque las paguemos nosotros, y está claro que nuestros acreedores nunca van a perdonarlas, ni en nombre de la paz, ni de la solidaridad, ni de la cohesión europea. Lo que harán, y no hay que ser Montoro para adivinarlo (no hay que ser Montoro de ninguna manera), será aplazar el pago e incrementar los intereses de la deuda, seremos rehenes a perpetuidad y seguiremos pagando el rescate.
De todas formas, el año 2016 es una cifra mágica, en el año 2016 no habrá desaparecido la crisis pero es más que probable que haya desaparecido el gobierno del PP. ¿Y después? Dejen correr su imaginación y desconfíen de esos falsos profetas que auguran un gobierno de coalición a la italiana, entre el PP y el PSOE, que recogería los platos rotos del bipartidismo para recomponer la vajilla del doctor Frankestein. Una monstruosidad, no se corten, imaginen nuevos y posibles escenarios: Alemania declara la tercera guerra mundial y la pierde y pagan los malos que esta vez no querrían más territorios sino cobrar sus deudas con una solución definitiva y radical. Otro escenario: Portugal nos invade y nos rendimos, habríamos acabado con los problemas de España, los problemas serían de Portugal, ibéricos, y nuestros parlamentarios tendrían que mudarse a Lisboa. Otro, más probable, el gobierno del PP vende Mallorca a los alemanes, Menorca a los ingleses e Ibiza a un consorcio internacional de discjockeys. Si dan un buen precio también podrían vender Ceuta y Melilla a Marruecos, y creo que Sheldon Adelson está muy interesado por las Islas Canarias. Cualquier cosa menos ver a Montoro en 2016 desindexando y prediciendo el fin de la crisis para el 2021.
Estamos avisados, una subida “alocada” de las pensiones perjudicaría a los pensionistas, sus fatigados corazones no resistirían el impacto inesperado de la buena nueva, o quizás no sabrían qué hacer con ese dinero sorpresivamente llegado a sus cuentas y lo dilapidarían, o suscribirían acciones preferentes, o se embrutecerían con fármacos carísimos y se darían a la bebida o a la ludopatía y no saldrían del bingo. Pero ahí está el ministro Montoro para salvarles de ellos mismos, nada de alocadas subidas, las pensiones serán sometidas a una desindexación, barbarismo que suena a delicada y urgente operación quirúrgica que, al parecer, requiere extirpar de raíz la vinculación entre las pensiones y el IPC, está claro que los pensionistas perderán poder adquisitivo: cada pensión sometida a desindexación experimenta una pérdida equivalente al incremento anual del IPC, dice el teorema de Montoro, un experto en contabilidad creativa y cosmética financiera y un mago del lenguaje que siempre nos ilustra con nuevos términos que enuncia como conjuros o mantras para descifrar lo indescifrable: las pensiones están indexadas, ¿quién las desindexará?, el desindexador que las desindexe buen desindexador será.
Últimamente los consejos de ministros llevan incorporado un comentario de texto, cada declaración de Montoro, cada balbuceo de la Cospedal, debe ser interpretado a posteriori en rueda de prensa para que los periodistas ignorantes puedan explicar a sus todavía más ignaros lectores qué han querido decir los sabios gobernantes del país. Pero hay un truco sencillo para interpretar a grosso modo, pero sin equivocarse mucho, lo que dicen los ministros. Si Montoro dice que hay que desindexar, posponderar, flexibilizar, redimensionar, desrelativizar, desimplementar, descontextualizar o redescojonar algo, el receptor avisado sabe que algo nos van a quitar y que no tienen muy claro cómo disimular el sabor amargo de la píldora que resucitará nuestra difunta economía. No en tres días, ni en tres años, a lo mejor no llegamos a verlo, pero nuestros nietos algún día se beneficiarán de nuestro sacrificio y cantarán las glorias de Montoro y de aquel gobierno del PP (espero que a nuestros nietos se les explique lo que era el PP y también espero que a ninguno se le ocurra resucitarlo o descongelarlo).
No habrá subidas alocadas, no habrá subidas porque todo lo que sube tiene que bajar y está claro que no quedaría bien tener que recortar, perdón, redimensionar nuevamente las pensiones alocadamente indexadas. Cada día que pasa estamos más cerca del final de la crisis, pero el final de la crisis está cada vez más lejos; hasta ayer los certificados augures del gobierno profetizaban que empezaríamos a salir del hoyo en 2014, hoy lo dejamos hasta 2016, no se pregunten para cuándo lo dejarán mañana. Está claro que no podremos pagar nuestras deudas, que son las suyas aunque las paguemos nosotros, y está claro que nuestros acreedores nunca van a perdonarlas, ni en nombre de la paz, ni de la solidaridad, ni de la cohesión europea. Lo que harán, y no hay que ser Montoro para adivinarlo (no hay que ser Montoro de ninguna manera), será aplazar el pago e incrementar los intereses de la deuda, seremos rehenes a perpetuidad y seguiremos pagando el rescate.
De todas formas, el año 2016 es una cifra mágica, en el año 2016 no habrá desaparecido la crisis pero es más que probable que haya desaparecido el gobierno del PP. ¿Y después? Dejen correr su imaginación y desconfíen de esos falsos profetas que auguran un gobierno de coalición a la italiana, entre el PP y el PSOE, que recogería los platos rotos del bipartidismo para recomponer la vajilla del doctor Frankestein. Una monstruosidad, no se corten, imaginen nuevos y posibles escenarios: Alemania declara la tercera guerra mundial y la pierde y pagan los malos que esta vez no querrían más territorios sino cobrar sus deudas con una solución definitiva y radical. Otro escenario: Portugal nos invade y nos rendimos, habríamos acabado con los problemas de España, los problemas serían de Portugal, ibéricos, y nuestros parlamentarios tendrían que mudarse a Lisboa. Otro, más probable, el gobierno del PP vende Mallorca a los alemanes, Menorca a los ingleses e Ibiza a un consorcio internacional de discjockeys. Si dan un buen precio también podrían vender Ceuta y Melilla a Marruecos, y creo que Sheldon Adelson está muy interesado por las Islas Canarias. Cualquier cosa menos ver a Montoro en 2016 desindexando y prediciendo el fin de la crisis para el 2021.
divendres, 3 de maig del 2013
FUTURO CIUDAD AMPOSTA: CRÒNICA D’UNA AGONIA (CAPÍTOL FINAL O QUASI BÉ)
El Carrefour d'Amposta el dia de la inauguració. |
Quan es va anunciar que s’havia de fer
un gran centre comercial a la zona del cementiri d’Amposta, varem ser
molts els escèptics. De fet ja existia un precedent a la zona lúdica de
Tosses, un recinte amb grans pretensions que mai ha acabat de funcionar
de manera optima i, desafortunadament, han estat molts els locals que han
hagut de tancar.
Els promotors del centre comercial “Futuro
Ciudad Amposta” (en castellano para que todo el mundo lo entienda)
van assegurar que s’hi instal·larien un bon grapat de primeres marques
que dinamitzarien la zona. Es parlava del Carrefour, del Leroy Merlín,
del Decathlon... Finalment només va aterrar el primer centre comercial,
però amb moltes menys pretensions que el que hi ha a Vinaròs, per posar
un exemple. De fet, als tiquets de compra apareixia Mini híper.
Imagino que ara tothom dirà la seva i
hi haurà qui dirà: jo ja m’ho pensava o jo ja ho deia...
Jo sí que fa molt de temps que ho anava anunciat. Encara recordo aquell
primer escrit que es titulava 47 no són 1000, en referència als
llocs de treball que es van crear i els que s’havia anunciat que es crearien.
Després d’aquella primera opinió n’hi van venir d’altres sobre el progressiu
tancaments de locals comercials. De fet, la zona, vista de fora (dintre
fa molt de temps que no hi he entrat) té un aspecte desolador, fins i tot
fantasmagòric. Tanta va ser la meva insistència en que el centre comercial
no rutllaria que, fins i tot el propietari principal de diversos locals
comercials va acudir a l’Antoni Espanya per a veure si em podia fer
callar, la qual cosa, és força difícil, ja que, com sabeu, quan sóc
crític amb alguna cosa, ho sóc fins allà on calgui... Com a polític que
he estat i com a ciutadà que sóc, hi ha coses que no m’explico. Per exemple:
Cóm amb els antecedents de Tosses, es va poder enganyar a tanta gent per
a que s’instal·lessin a la nova zona comercial?
Els cants de sirena que sortien
des de la seu de l’ajuntament, van atreure molts comerciants que pensaven
que anaven a fer el negoci de la seva vida. Fins i tot recordo a uns de
fora d’Amposta que van ser, sinó els primers de tancar, dels primers.
La relació cost del lloguer, calaix, es decantava visiblement cap el primer
concepte.
Per què ha fracassat el centre comercial?
Un centre comercial fracassa per manca de clients. Futuro Ciudad Amposta
no ha tingut mai un reclam prou important que fos atractiu per als hipotètics
compradors. Dit d’una altra manera: no hi havia franquícies conegudes
com hi ha a d’altres centres comercials. També cal preguntar-se si el
moment d’obrir va ser el més oportú, en un període de greu crisi financera.
Sé suposa (només sé suposa), les grans
marques, abans d’instal·lar-se a un lloc fan un estudi de mercat per a
veure la viabilitat. Segurament, algunes de les firmes que es van anunciar
que s’instal·larien a Amposta, després dels resultats, van decidir ubicar-se
a un altre lloc. És el cas del Decathlon que, com sabeu, va decantar-se
pel centre comercial dels Portals de Tortosa, al costa de l’autovia entre
Tortosa i l’Aldea.
Perdoneu la meva innocència: Cóm es pot
ser tan babau de creure’s la majoria de coses que s’anuncien des de l’equip
de govern municipal? Tornant a apel·lar a la meva innocència, quan sento
que parlen del beneficis que reportarà a la nostra ciutat, sempre penso:
Aquests ens han fotut o en volen fotre. Realment, el que passa a
Amposta no ho entenc ni ho entendre mai. Cóm es pot enganyar a la ciutadania
(no a tots, però si a molts) una vegada, una altra, una altra i encara
més?
Acabaré explicant-vos una anècdota que
em va explicar no fa molt l’Àngel Porres, que va ser candidat per
ICV a les eleccions de 2007. Segur que a ell no l’importa gens ni mica
que l’esmenti.
Em va dir que el sinyó ancalde
tenia sobre la taula del seu despatx el dossier del Decathlon com aquell
que té la poció miraculosa per a la prosperitat de la nostra ciutat. Imagino
que com a membre de la junta de l’Associació de Veïns de l’Acollidora
hi devia d’haver entrat (al despatx del sinyó ancalde)
Un dia l’Àngel va anar a comprar
al Decathlon. En sortir li va dir a la caixera:
-No sabia que el terme d’Amposta fos
tan gran!
La caixera –amb mirada de sorpresa li
va respondre:
-Això és Tortosa.
Llavors l’Àngel –amb to de pregunta-
li va dir:
-M’estàs dient que l’alcalde d’Amposta
és un mentider?
La jove caixera al·lucinava...
-És que l’alcalde d’Amposta, durant
la passada campanya va prometre que el Decathlon aniria a Amposta –va
concloure l’Àngel-
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