El Real Madrid fue fundado por los hermanos Carles y Joan Padrós i Rubió, catalanes
Silveri Pérez Zarco
¿Qué sería de los seres humanos, individual o colectivamente, si careciéramos de símbolos? Pues que la vida no sería posible, somos animales simbólicos y por eso utilizamos tantos. Por la misma razón, ¿qué sería de la sociedad y de su correspondiente superestructura político-administrativa que denominamos Estado, si careciera de ciertos elementos simbólicos que lo vertebran y representan culturalmente, dotándolo de identidad?
Por poner un ejemplo práctico, tratemos de imaginar qué sería –o qué habría sido– del Estado español si no fuera por los siguientes símbolos que, para la mayoría, constituyen unos auténticos iconos del nacionalismo español. Veamos los siguientes: la Bandera española, Agustina de Aragón, La Feria de abril sevillana, la peseta y el Real Madrid.
La elección puede parecer arbitraria, pues ciertamente los símbolos que representan y comparten los ciudadanos del Estado español son muchos más. La razón de esta elección se halla en la respuesta a la siguiente pregunta que les propongo como divertimento veraniego: ¿Qué tienen en común estos cinco iconos que son importantes símbolos del Estado español? Seguro que ya lo saben, pero como diría Jack el destripador, vayamos por partes.
La Bandera. El más importante para un estado. En 1785, Carlos III encarga al Ministro de Marina que le diseñe una bandera para la flota española que sea visible en el mar y no se confunda con la de otras naciones. Le entregan doce diseños y al final elige uno, inspirado en la bandera de la corona de Aragón –la ‘senyera’–, partida por la mitad. Las cuatro barras o franjas rojas se convierten en dos.
Agustina de Aragón, de la que tan justamente se sienten orgullosos los aragoneses, nació en Barcelona el 4 de marzo de 1786 y bautizada el día 6 en la parroquia de Santa María del Mar con el nombre de Agustina Raimunda María Saragossa Domènech. Sus padres eran Pere Saragossa y Raimunda Domènech, naturales de Fulleda –comarca de Les Garrigues–, donde Agustina tiene un monumento.
La que sería apodada ‘La Artillera’ no contaba más de diecisiete años cuando el 16 de abril de 1803 contrajo matrimonio con un joven militar, Joan Roca Vilaseca, natural de Maçanet de Cabrenys –L’Alt Empordà–, y Cabo de Artillería de la guarnición de Barcelona. A la catalana Agustina Saragossa –su apellido resultó ser una premonición– le pilló el Sitio de 1809 en la capital aragonesa como esposa del artillero, donde con tan solo 22 años, rodeada de cadáveres de los servidores «de un cañón de a 24 con bala y metralla», prende fuego a la mecha y ocasiona gran mortandad entre los franceses que iban a penetrar por la brecha del Portillo. ‘Agustina de Aragón’ había entrado en la Historia de España.
Los orígenes de la Feria de Abril, otro icono de la España castiza, se encuentran en el 25 de agosto de 1846, cuando el catalán Narcís Bonaplata y el vasco José María de Ybarra redactaron una propuesta que llevaron al Cabildo Municipal sevillano pidiendo que les autorizaran durante los días 19, 20 y 21 de abril para celebrar una feria anual de ganado, permiso que les fue concedido por el alcalde Conde de Montelirio, y que en marzo de 1847 autorizó la reina Isabel II.
La transformación del carácter agropecuario de la feria en evento lúdico «propio de la idiosincrasia sevillana» lo describe así el sevillano Nicolás Salas: «Una Feria que nació como mercado ganadero y agrario, aunque desde su primera celebración tuvo el complemento festero que pronto se convertiría en su razón de ser».
La peseta. Un elemento fundamental para un país. La primera unidad monetaria que unificó a toda España, la famosa peseta, que algunos añoran todavía, la creó don Laureà Figuerola, catalán y Ministro de Hacienda durante el gobierno provisional de 1868. Incluso el nombre es el diminutivo de ‘peça’, en catalán. ¡Ya se sabe, si hay una pela hay un catalán cerca!
Y bueno, qué decir del Real Madrid y de su importante papel en el imaginario colectivo madrileño y español. Pues bien, ese equipo fue fundado el 18 de abril de 1902 por los hermanos Carles y Joan Padrós i Rubió, catalanes y dueños de una distinguida tienda de moda y tejidos madrileña. Y casualmente, Santiago Bernabéu tenía un apellido fonéticamente catalán, pues su padre era valenciano. También Piqué se apellida así.
Y claro, como no ha habido un catalán que creara una letra para el himno nacional español, pues ahí tenemos al Barça… perdón, a ‘la Roja’, cantando el ‘chunda, chunda…’. Si es que ya lo dijo alguien, los catalanes «no se merecen nada».
¿Qué sería de los seres humanos, individual o colectivamente, si careciéramos de símbolos? Pues que la vida no sería posible, somos animales simbólicos y por eso utilizamos tantos. Por la misma razón, ¿qué sería de la sociedad y de su correspondiente superestructura político-administrativa que denominamos Estado, si careciera de ciertos elementos simbólicos que lo vertebran y representan culturalmente, dotándolo de identidad?
Por poner un ejemplo práctico, tratemos de imaginar qué sería –o qué habría sido– del Estado español si no fuera por los siguientes símbolos que, para la mayoría, constituyen unos auténticos iconos del nacionalismo español. Veamos los siguientes: la Bandera española, Agustina de Aragón, La Feria de abril sevillana, la peseta y el Real Madrid.
La elección puede parecer arbitraria, pues ciertamente los símbolos que representan y comparten los ciudadanos del Estado español son muchos más. La razón de esta elección se halla en la respuesta a la siguiente pregunta que les propongo como divertimento veraniego: ¿Qué tienen en común estos cinco iconos que son importantes símbolos del Estado español? Seguro que ya lo saben, pero como diría Jack el destripador, vayamos por partes.
La Bandera. El más importante para un estado. En 1785, Carlos III encarga al Ministro de Marina que le diseñe una bandera para la flota española que sea visible en el mar y no se confunda con la de otras naciones. Le entregan doce diseños y al final elige uno, inspirado en la bandera de la corona de Aragón –la ‘senyera’–, partida por la mitad. Las cuatro barras o franjas rojas se convierten en dos.
Agustina de Aragón, de la que tan justamente se sienten orgullosos los aragoneses, nació en Barcelona el 4 de marzo de 1786 y bautizada el día 6 en la parroquia de Santa María del Mar con el nombre de Agustina Raimunda María Saragossa Domènech. Sus padres eran Pere Saragossa y Raimunda Domènech, naturales de Fulleda –comarca de Les Garrigues–, donde Agustina tiene un monumento.
La que sería apodada ‘La Artillera’ no contaba más de diecisiete años cuando el 16 de abril de 1803 contrajo matrimonio con un joven militar, Joan Roca Vilaseca, natural de Maçanet de Cabrenys –L’Alt Empordà–, y Cabo de Artillería de la guarnición de Barcelona. A la catalana Agustina Saragossa –su apellido resultó ser una premonición– le pilló el Sitio de 1809 en la capital aragonesa como esposa del artillero, donde con tan solo 22 años, rodeada de cadáveres de los servidores «de un cañón de a 24 con bala y metralla», prende fuego a la mecha y ocasiona gran mortandad entre los franceses que iban a penetrar por la brecha del Portillo. ‘Agustina de Aragón’ había entrado en la Historia de España.
Los orígenes de la Feria de Abril, otro icono de la España castiza, se encuentran en el 25 de agosto de 1846, cuando el catalán Narcís Bonaplata y el vasco José María de Ybarra redactaron una propuesta que llevaron al Cabildo Municipal sevillano pidiendo que les autorizaran durante los días 19, 20 y 21 de abril para celebrar una feria anual de ganado, permiso que les fue concedido por el alcalde Conde de Montelirio, y que en marzo de 1847 autorizó la reina Isabel II.
La transformación del carácter agropecuario de la feria en evento lúdico «propio de la idiosincrasia sevillana» lo describe así el sevillano Nicolás Salas: «Una Feria que nació como mercado ganadero y agrario, aunque desde su primera celebración tuvo el complemento festero que pronto se convertiría en su razón de ser».
La peseta. Un elemento fundamental para un país. La primera unidad monetaria que unificó a toda España, la famosa peseta, que algunos añoran todavía, la creó don Laureà Figuerola, catalán y Ministro de Hacienda durante el gobierno provisional de 1868. Incluso el nombre es el diminutivo de ‘peça’, en catalán. ¡Ya se sabe, si hay una pela hay un catalán cerca!
Y bueno, qué decir del Real Madrid y de su importante papel en el imaginario colectivo madrileño y español. Pues bien, ese equipo fue fundado el 18 de abril de 1902 por los hermanos Carles y Joan Padrós i Rubió, catalanes y dueños de una distinguida tienda de moda y tejidos madrileña. Y casualmente, Santiago Bernabéu tenía un apellido fonéticamente catalán, pues su padre era valenciano. También Piqué se apellida así.
Y claro, como no ha habido un catalán que creara una letra para el himno nacional español, pues ahí tenemos al Barça… perdón, a ‘la Roja’, cantando el ‘chunda, chunda…’. Si es que ya lo dijo alguien, los catalanes «no se merecen nada».