Juan Torres López
La propuesta de un amplio grupo de personas encabezado por Pablo
Iglesias bajo el lema Podemos me parece que supone un golpe de aire
fresco y un revulsivo muy importante para promover la unidad ciudadana,
imprescindible para frenar los ataques a los derechos y los recortes
sociales que estamos sufriendo.
Es lógico que pueda haber divergencias en algunos de sus
planteamientos, o más o menos simpatías personales. Pero eso me parece
que es lo de menos. A mí, por ejemplo, me hubiera gustado que viniese
con pronunciamientos más concretos no solo sobre lo que hay que hacer en
España sino, sobre todo, en Europa, pues al fin y al cabo, se presenta
como una propuesta de cara a las elecciones europeas. Pero supongo que
podrán ir haciéndose en el futuro inmediato y de manera común.
Comparto con sus promotores la idea de que estas elecciones son
fundamentales. Nadie es tan simple como para pensar que solo con éxitos
electorales se puede transformar la sociedad. Es preciso, además y sobre
todo, que una gran mayoría social se empodere y ejerza su capacidad de
decisión frente a los grupos que hoy deciden por todos. Pero es
igualmente evidente, o al menos así me lo parece a mí, que si no se
ocupan las instituciones con el apoyo de esa gran mayoría, tampoco puede
lograrse ningún tipo de transformación. Por muchas que sean las huelgas
y movilizaciones, si los de arriba siguen disponiendo del Boletín
Oficial de Estado y tomando decisiones, seguiremos perdiendo derechos y
bienestar porque nos gobernarán a su antojo.
Las elecciones europeas de mayo son muy importantes por ambas
razones. Porque pueden servir para movilizar y avanzar hacia el el
empoderamiento de la población y porque pueden permitir que se ocupen
instituciones que ahora van a tener mucha más capacidad para frenar o
impedir el daño que están produciendo las políticas dominantes.
Coincido también con la idea de que será muy difícil, por no decir
imposible, que se consigan resultados electorales capaces de avanzar en
esa dirección si no hay candidaturas unitarias y si éstas, en lugar de
representar viejas formas de hacer política, no se identifican con la
indignación y el rechazo de la mayoría de la sociedad hacia la forma en
que hoy día se vienen gestionando los asuntos públicos. Un rechazo que
es tan frontal que implica que ninguna fuerza política contaminada de lo
viejo va a poder ser capaz de regenerar, como es necesario que ocurra,
la vida social y económica.
Y sobre todo coincido en la convicción de que la única forma de
promover candidaturas de esa nueva naturaleza y demostrar que
efectivamente lo son es convocar elecciones primarias abiertas.
¿Cómo se puede decir a la ciudadanía que se ofrece un nuevo modo de
representación y de hacer política si al final son los aparatos de
siempre los que nos imponen la cara y el curriculum de nuestros
representantes?
Es verdad que, antes que nada, hay que ponerse de acuerdo en qué
medidas se defienden y en qué programa común se asume, pero basta con
echar un simple vistazo a los documentos que se vienen elaborando, no
solo desde la izquierda sino por cualquiera que de verdad quiera una
auténtica democracia y bienestar social para España, para darse cuenta
de que establecer los puntos de acuerdo no es un problema mayor.
Avanzar hacia ese programa de acción, algo que tampoco puede ser
ajeno al debate abierto y participativo, es una tarea urgente pero
igualmente lo es, y me atrevería a decir que incluso aún más, promover
nuevos liderazgos y empoderar a personas que vengan a proporcionar aire
nuevo a las instituciones y a la representación popular. Algo que se
puede conseguir si se convocan las primarias que propone Podemos.
¿O es que de verdad hay otra alternativa para visualizar la amplia
gestación ciudadana de cualquier candidatura y para que se revelen las
preferencias ciudadanas sobre el nuevo tipo de personas que quiere como
representantes?
En estos momentos hay varias opciones políticas que proponen el
encuentro y la convergencia, la unidad frente a la agresión que
sufrimos: una organización política muy importante, Izquierda Unida, y
algunas otras que se van abriendo paso, además de plataformas diversas
que proponen lo mismo. Todas ellas y sus dirigentes y responsables
tienen ante sí una responsabilidad muy grande.
Es imprescindible que se convoquen cuanto antes y que acuerden la
unidad de acción que pase por acuerdos programáticos fundamentales, la
puesta en marcha de nuevas formas de organización desde la base y la
convocatoria de elecciones primarias abiertas.
No se trata de sustituir la iniciativa de ninguna de ellas. Cada una
puede y debe dar los pasos que mejor considere para proponer ideas,
políticas y personas que puedan optar a ser candidatas. Se tratar de
salir de su espacio para ir al universo de la ciudadanía que es mucho
más amplio y que integra a todas las sensibilidades, ideologías y
posiciones políticas, variadas pero con el común denominador de querer
acabar con todo lo terrible que está pasando.
Los responsables de todas esas organizaciones y plataformas tienen
ante sí un dilema fundamental: deberse a sus aparatos o a la ciudadanía.
Habría que pedirle cuentas si no dan pasos visibles, concretos,
efectivos y urgentes para poner en marcha esas candidaturas de nuevo
tipo sin las cuales solo se conseguiría, si acaso, alguna que otra
victoria precaria e incluso pírrica.
Agradezco a los promotores de Podemos y concretamente a Pablo
Iglesias su propuesta y generoso ofrecimiento y los animo a no caer en
la tentación de crear un espacio más, sino de exigir la convergencia de
todos los existentes.
Como ellos dicen, ¡Podemos!