dimecres, 24 de juliol del 2013
La República de Oliveres y Forcades
Jaume Grau
El Procés Constituent es un movimiento muy interesante impulsado por Arcadi Oliveres y Teresa Forcades que tiene como finalidad crear las bases para que el pueblo de Catalunya decida de forma democrática qué modelo de estado y de país es el que desea. El movimiento ya ha recibido más de 40.000 adhesiones, una cifra importante, considerando el poco tiempo que lleva en marcha y su escasez de recursos. Durante los últimos tres meses, los impulsores del Procés Constituent han desplegado una actividad febril, con sesiones informativas diarias y con la creación de asambleas en todo el territorio destinadas al debate y la acción política. Los actos despiertan mucho interés, son concurridos por gente dispar, son notablemente transversales desde el punto de vista social y muy participativos, se busca más el debate que la adhesión. La razón de este éxito se debe, a mi entender, al prestigio de los dos principales impulsores y a su independencia respeto a las diferentes fuerzas políticas del país. La percepción en la ciudadanía de que el actual ciclo político derivado de la transición se ha acabado y de que el modelo económico dominante les cierra el paso a derechos que deberían ser universales contribuyen poderosamente a la rápida difusión de sus principios.
El Procés Constituent viene a llenar un espacio importante que muchos reclaman, el de la reflexión en profundidad sobre el modelo de sociedad que queremos para el futuro. Se mire desde el ángulo político que se mire, el actual modelo de estado tiene los días contados, está herido de muerte por los escándalos, la ineficacia y la falta de participación de la ciudadanía. En estas circunstancias, existe el riesgo real de que se opte por una reforma del estado hecha desde las mismas estructuras actuales, que sea promovida por la actual clase alfa, que no exista ruptura con el modelo vigente. De ahí el interés del movimiento de Oliveres y Forcades, que pretende sentar las bases del cambio a partir de las propuestas de la ciudadanía. El propósito de cambio desde la base puede parecer naif o demasiado inconcreto, pero eso dependerá de la fuerza numérica que pueda llegar a alcanzar, como recientemente ha afirmado Teresa Forcades en una entrevista radiofónica: “Ahora somos 40.000, pero aspiramos a ser 4 millones”
Mi pronóstico es que el Procés Constituent crecerá y que su éxito sorprenderá y acongojará a la actual clase política catalana. El Procés Constituent no es un partido y sus promotores ya han manifestado su propósito de no figurar en una lista electoral, eso les da un plus de fuerza y de coherencia interna, al margen de la forma tradicional de entender la actividad política. En un momento clave como el que vivimos, creo que el Procés responde en forma y en fondo a los anhelos de la mayoría. El objetivo compartido del movimiento es muy atractivo y queda bien explicado en el manifiesto fundacional, la constitución de una república catalana en la que no sea posible que los intereses de unos pocos pasen por delante de los de la mayoría. Simple, pero claro y eficaz. Conseguir ese propósito aparentemente utópico, pasa según el decálogo fundacional por la expropiación de la banca, por garantizar salarios dignos, por una democracia verdaderamente participativa, por la eliminación de los privilegios de los políticos, por el derecho real a la vivienda, por mantener unos servicios sociales universales y de calidad, por el control democrático de los medios de comunicación públicos, por la socialización de las empresas energéticas, por el tránsito hacia una economía más sostenible, por la igualdad de derechos entre ciudadanos, sea cual fuese su sexo, condición u origen. Un programa de mínimos radicalmente democrático, justo y social.
Un programa de estas características suscita controversia, pero no es extremista ni revolucionario, es filosóficamente radical. Muchos países europeos tuvieron hasta bien entrado el siglo XX una banca pública y unas empresas energéticas nacionalizadas, sin que ello fuera motivo de escándalo. El control de los cargos públicos y la lucha contra la corrupción, están en la base de lo que debería ser cualquier régimen de libertades. En el fondo se trata de liberar a la democracia del refajo institucional con la que los diferentes grupos de presión la han tratado de encorsetar. La república que Arcadi Oliveres y Teresa Forcades nos proponen es muy atractiva y, espero que, más temprano que tarde, se llegue a proclamar.
El Procés Constituent es un movimiento muy interesante impulsado por Arcadi Oliveres y Teresa Forcades que tiene como finalidad crear las bases para que el pueblo de Catalunya decida de forma democrática qué modelo de estado y de país es el que desea. El movimiento ya ha recibido más de 40.000 adhesiones, una cifra importante, considerando el poco tiempo que lleva en marcha y su escasez de recursos. Durante los últimos tres meses, los impulsores del Procés Constituent han desplegado una actividad febril, con sesiones informativas diarias y con la creación de asambleas en todo el territorio destinadas al debate y la acción política. Los actos despiertan mucho interés, son concurridos por gente dispar, son notablemente transversales desde el punto de vista social y muy participativos, se busca más el debate que la adhesión. La razón de este éxito se debe, a mi entender, al prestigio de los dos principales impulsores y a su independencia respeto a las diferentes fuerzas políticas del país. La percepción en la ciudadanía de que el actual ciclo político derivado de la transición se ha acabado y de que el modelo económico dominante les cierra el paso a derechos que deberían ser universales contribuyen poderosamente a la rápida difusión de sus principios.
El Procés Constituent viene a llenar un espacio importante que muchos reclaman, el de la reflexión en profundidad sobre el modelo de sociedad que queremos para el futuro. Se mire desde el ángulo político que se mire, el actual modelo de estado tiene los días contados, está herido de muerte por los escándalos, la ineficacia y la falta de participación de la ciudadanía. En estas circunstancias, existe el riesgo real de que se opte por una reforma del estado hecha desde las mismas estructuras actuales, que sea promovida por la actual clase alfa, que no exista ruptura con el modelo vigente. De ahí el interés del movimiento de Oliveres y Forcades, que pretende sentar las bases del cambio a partir de las propuestas de la ciudadanía. El propósito de cambio desde la base puede parecer naif o demasiado inconcreto, pero eso dependerá de la fuerza numérica que pueda llegar a alcanzar, como recientemente ha afirmado Teresa Forcades en una entrevista radiofónica: “Ahora somos 40.000, pero aspiramos a ser 4 millones”
Mi pronóstico es que el Procés Constituent crecerá y que su éxito sorprenderá y acongojará a la actual clase política catalana. El Procés Constituent no es un partido y sus promotores ya han manifestado su propósito de no figurar en una lista electoral, eso les da un plus de fuerza y de coherencia interna, al margen de la forma tradicional de entender la actividad política. En un momento clave como el que vivimos, creo que el Procés responde en forma y en fondo a los anhelos de la mayoría. El objetivo compartido del movimiento es muy atractivo y queda bien explicado en el manifiesto fundacional, la constitución de una república catalana en la que no sea posible que los intereses de unos pocos pasen por delante de los de la mayoría. Simple, pero claro y eficaz. Conseguir ese propósito aparentemente utópico, pasa según el decálogo fundacional por la expropiación de la banca, por garantizar salarios dignos, por una democracia verdaderamente participativa, por la eliminación de los privilegios de los políticos, por el derecho real a la vivienda, por mantener unos servicios sociales universales y de calidad, por el control democrático de los medios de comunicación públicos, por la socialización de las empresas energéticas, por el tránsito hacia una economía más sostenible, por la igualdad de derechos entre ciudadanos, sea cual fuese su sexo, condición u origen. Un programa de mínimos radicalmente democrático, justo y social.
Un programa de estas características suscita controversia, pero no es extremista ni revolucionario, es filosóficamente radical. Muchos países europeos tuvieron hasta bien entrado el siglo XX una banca pública y unas empresas energéticas nacionalizadas, sin que ello fuera motivo de escándalo. El control de los cargos públicos y la lucha contra la corrupción, están en la base de lo que debería ser cualquier régimen de libertades. En el fondo se trata de liberar a la democracia del refajo institucional con la que los diferentes grupos de presión la han tratado de encorsetar. La república que Arcadi Oliveres y Teresa Forcades nos proponen es muy atractiva y, espero que, más temprano que tarde, se llegue a proclamar.
dimarts, 23 de juliol del 2013
ÈTICAMENT REPROVABLE
Si us pregunto si sabeu qui és Borja María Zallana de los Acebos,
segurament la majoria de vosaltres em direu que no. Si sou assidus del diari digital el Plural, que dirigeix el periodista català Enric Sopena, potser us soni el nom. Al Plural, fins fa poc hi havia un apartat que es deia el Rincón del Neocón que, suposadament,
escrivia el tal Borja María Zallana de
los Acebos, un nom força castís a la vegada que del tot caspós. Per les raons que siguin (poc
importa) van decidir tancar la paradeta i, per tant, el Borjamari
ha desaparegut literalment parlant.
Però no crec que el trobem a faltar. El
president del Tribunal Constitucional (també l’anomenen con a l’Alt Tribunal)
està presidit per Francisco Pérez de los
Cobos que, quan vaig escoltar el seu nom quests dies i vaig saber de la
seva afiliació política, inconscientment, em va recordar al Borjamari
dels Nassos (no vaig poder fer-hi més)
Per tant, si canviem un nom per l’altre, les
similituds seran tan grans que pot arribar a semblar que estem parlant de la
mateixa persona. L’estereotip és ben bé igual.
Com que us conec (a tots i cadascú dels qui em
llegiu) sé que esteu perfectament informats. Per tan no caldria explicar-vos
que el president del TC (Francisco Pérez
de los Cobos) era militant i donant del Partit Popular. Quan vaig escoltar
per la ràdio que era donat, vaig pensar que a part de pagar la seva quota de
militant, a part feia aportacions voluntàries al partit per a sufragar les
despeses que ocasionava el PP (el que ignoro és si sabia és que els seus
diners, dintre de sobres, anaven a parar a les butxaques dels dirigents
populars)
Sembla que legalment és compatible ostentar un
alt càrrec dintre de la Judicatura amb la pertinença a un partit com a soldat
ras, però a la pràctica és èticament
reprovable i l’honorabilitat no només s’ha de suposar, sinó que s’ha de
demostrar en els fets dels dia a dia.
L’Alt Tribunal fa
temps que està contaminat. M’és ben bé igual si la majoria de torn és
conservadora o progressista, el TC no ha d’estar al servei dels interessos de
la majoria governant.
Desgraciadament per a Catalunya, estiguin al
poder els populars o estiguin els socialistes, quan des del TC s’hagin de
emetre sentències sobre algun tema relacionat amb el fet català, aquestes sempre
seran contràries als nostres interessos. Es va demostrar amb l’Estatut de Catalunya que, després de
veure el que es va veure, millor ens podríem haver quedat amb l’anterior... I
ho seguirem veien al futur, temps al temps. Per tant, no és d’estranyar que des
de Catalunya es demani la recusació de D. Francisco o directament la
seva dimissió.
Fins que el tercer poder (1r Executiu, 2n Legislatiu i 3r Judicial) no aconsegueixi el que
teòricament té reconegut per llei (la separació dels altres dos), la democràcia
espanyola mai serà plena, ja que estarà controlada pel govern i el partit (o
partits) que li donen suport.
Diuen els qui en saben més que jo, que les
espanyols no tenim cultura democràtica.
Vaig escolat no fa gaire a la SER que a Espanya hi ha molt antifranquista, però
pocs demòcrates. Segurament en som més dels que ens pensem o diuen; el que
passa és que els altres fan molt més soroll i aquest comporta que se’n parli
molt més quan, a l’igual com passa amb els arbitres de futbol, haurien de passar
totalment desapercebuts.
No cal ser protagonista per a fer bé la
seva feina en benefici de la comunitat i en alguns casos, millor no ser-ho mai.
Veritat D.
Francisco dels Nassos?
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