dimecres, 16 de març del 2016

ELS COLORS DE LA BADIA DELS ALFACS (35)











COMARRUGA (3)











Europa no solo naufraga en el Mediterráneo

Miguel Urbán


Quienes desde hace meses intentan llegar a Europa a la desesperada huyendo de guerras y hambre llaman al Mediterráneo “el paraíso”, por la cantidad de gente que muere intentando atravesarlo y porque, cuando lo atraviesas, piensas que estás en el infierno y que lo único que te queda es llegar al paraíso.
La falta de voluntad política por aportar soluciones al drama migratorio se muestra con especial crueldad en el Mediterráneo, especialmente en la ruta que separa la costa turca de las islas griegas. La que supuestamente es la zona más vigilada del mundo en estos momentos se ha cobrado 418 muertes en lo que llevamos de año. ¿Tanta vigilancia y ningún faro que ilumine, ninguna mano que rescate? Pero lejos de los focos de las costas, la tragedia no se atenúa.
Pero estas muertes no son fortuitas, sino el producto del racismo de unas políticas que alimentan a las mafias que trafican con personas en vez de habilitar un paso humanitario y seguro para aquellos y aquellas que huyen del terror.
Diariamente familias enteras se agolpan en el embudo humano en que se ha convertido Idomine, en la frontera entre Grecia y Macedonia. Como consecuencia del cierre escalonado de la conocida como “ruta de los Balcanes occidentales”, el norte de Grecia es hoy un inmenso e improvisado campamento de refugiados. En la otra punta del continente, Calais alberga el mayor campo de refugiados de toda Francia, conocido como La Selva, desde donde escribo estas líneas. Hace una semana que los antidisturbios franceses derriban precarias instalaciones y viviendas improvisadas, desalojando así a unos 6.000 migrantes sin ofrecerles alternativa de realojo alguna. La mayoría de ellos se han desplazado a un improvisado campamento a las afueras de la ciudad de Dunkerque, vecina de Calais, lo que ha motivado el cierre de la frontera belga por temor a que terminen llegando a su territorio.
A Europa le sangran las fronteras y le brotan las alambradas. Y en mitad de esta coyuntura de inestabilidad política y violación sistemática de derechos, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, advirtió hace unos días a los potenciales migrantes económicos “ilegales” (sic) de que no intentasen llegar a Europa porque ningún Estado Miembro ejercerá a partir de ahora como país de tránsito. No lo dice un cualquiera: son declaraciones de uno de los máximos responsables de esta UE, que vienen a demostrar una vez la absoluta falta de solvencia y dejación de funciones y de responsabilidad de un proyecto europeo que hace aguas. Una UE más preocupada por protegerse y mantener su paradigma de recortes y austeridad que de resolver las consecuencias humanitarias de una crisis de refugio que es, en definitiva, una crisis política y de derechos.
Inmediatamente después, la Comisión Europea anunció un hecho sin precedentes en la historia de la UE: el primer plan de emergencia humanitaria en suelo europeo, destinado a ayudar a los refugiados que malviven en territorio griego. Pero no nos dejemos engañar por los conceptos: no es que de pronto haya sobrevenido una crisis humanitaria como si se tratase de un fenómeno natural inesperado. Hace un año que miles de migrantes cruzan (o intentan cruzar) a diario las fronteras europeas. Es la inacción comunitaria, el bloque institucional y la falta de voluntad política de la UE la que ha propiciado esta crisis humanitaria en territorio comunitario que ahora se pretende paliar con algunos fondos de emergencia y contratando servicios adicionales de guarda de fronteras y cortafuegos de solicitantes de asilo al Gobierno turco.
Denegar el acceso a aquellos migrantes sin derecho al asilo y a quienes se nieguen a formular la petición en el país de entrada resulta tan contrario a los Derechos Humanos como levantar vallas cada vez más altas o disparar gases lacrimógenos en las fronteras. No solo no solucionará el problema sino que acarreará más sufrimiento y más muertes. La solución pasa, en el corto plazo, por acoger, salvar y dar refugio a quienes hoy se repele y se deja ahogarse en el mar. Y, a medio plazo, resulta fundamental ir al origen de los motivos por los cuales estas personas huyen de sus países de origen: el hambre, la miseria, las bombas, las persecuciones y las consecuencias del cambio climático.
Los cadáveres de los náufragos de las pateras, los muertos en los desiertos y las vallas fronterizas son la expresión de otra forma de racismo: la xenofobia institucional. Un racismo de guante blanco, anónimo, legal y poco visible pero constante, que sitúa una frontera entre los que deben ser protegidos y los que pueden o efectivamente resultan excluidos de cualquier protección. La UE está fracasando como proyecto también en este campo. Su inacción ha abierto la puerta a que sus Estados Miembros legislen en solitario y en clave exclusivamente nacional, pasándose unos a otros la cuestión migratoria como si se tratase de una patata caliente. Pero ahora que la música ha dejado de sonar y ya no quedan sillas vacías que ocupar, la patata caliente se pasa a los países limítrofes para que ejerzan de policías de fronteras y levanten allí, con fondos europeos, los campos de internamiento para refugiados que la UE no quiere ver en su territorio. En este sentido, es paradigmático como se quiere convertir a Serbia en un gran campo de los refugiados que rechaza Europa y a Turquía en la policía de fronteras que contenga la llegada.
El mismo Gobierno de Erdogan que restringe derechos y libertades de forma generalizada y masacra diariamente y con total impunidad al pueblo kurdo, como he podido comprobar en persona durante estos últimos días de misión parlamentaria. Hoy la UE celebra una cumbre “especial” con Turquía con la intención de terminar de “contener” la crisis migratoria. Cuando ya no quedan patatas calientes que pasarse entre Estados Miembros ni fronteras interiores que cerrar esperando así que los solicitantes de asilo se desvíen hasta el país vecino, la UE asume su incapacidad interior jugándoselo todo a la carta de la externalización integral de fronteras. A cambio de frenar el tránsito hacia Europa, de instalar nuevos campos de refugiados y de abrir algunos subsectores de su mercado laboral para que puedan emplearse y desistir de continuar su camino, Turquía espera recibir cuantiosos fondos europeos, la exención de visados para sus ciudadanos de viaje por la UE y, sobre todo y lo que resulta más alarmante, la enésima carta blanca comunitaria.
Entregándole al Gobierno turco el papel de interlocutor preferente, salvavidas de Schengen y vía de escape de las actuales tensiones europeas internas, la UE le otorga también un barniz de legitimidad internacional y mira para otro lado ante las continuas violaciones de los Derechos Humanos que se cometen en territorio turco. La barbarie de Erdogan queda así legitimada y la UE se vuelve cómplice de los ataques contra la libertad de prensa y manifestación o de los bombardeos que asedian Cizre. Hay un hilo teñido de sangre que une los desalojos de Calais, las familias ahogadas en las costas griegas y las bombas que asolan la tierra kurda: se llama miedo, se llama parálisis europea, se llama xenofobia institucional, se llama Europa Fortaleza.
Pero frente a esta Europa Fortaleza y de los mercados existe otra Europa con otro plan: una Plan B que se ha puesto en marcha desde abajo, con propuestas políticas como la de las Ciudades Refugio, con gentes como las y los activistas de Proactiva Open Arms que cada día luchan para que el Mediterráneo no sea la mayor fosa común del mundo o con los innumerables ejemplos de redes de auto-organización, apoyo mutuo y solidaridad ciudadana con las personas refugiadas y migrantes que nos demuestran que no solo otra Europa es posible, sino también y sobre todo que hoy la propia idea de Europa y del proyecto europeo está en disputa. Y allí estaremos dando esa batalla.

dimarts, 15 de març del 2016

SOBRE LA REFUNDACIÓ DELS CONVERGENTS

Ja sabeu que quan Mas va acceptar a contracor fer un pas al costat per a desencallar les negociacions per a formar govern, va dir que continuaria al front del partit per a mirar de fer neteja interna i preparar la refundació que es faria, molt probablement, el proper més de juny (encara que la repetició de les eleccions generals podria condicionar aquest procés)
Sempre he pensat que els líders de convergència són com una espècie de semidéus als ulls dels seus afiliats i simpatitzants. Ho era Pujol i també semblava que ho era Mas, el seu successor, el seu fill predilecte després d’haver-ne descartat uns quants.
I dic que semblava que ho era perquè ara sembla que ja no està tan clar i que se’l qüestiona des de dintre del propi partit. Diumenge, el Periódico de Catalunya publicava el següent titular: Dirigents de Convergència reclamen una cúpula col·legiada. I subtitulava: El sector renovador sol·licita una presa de decisions horitzontal i no personalismes. Plantegen donar relleu a l’equitat, al procés sobiranista i a la transparència. Sense cap mena de dubte una bona declaració d’intencions que espero que no quedi només amb això.
Ja sabeu que abans d’un congrés, els diferents sectors del partit miren de prendre posicions per a tractar d’influir el màxim possible en els delegats. A la ponència marc que solen elaborar militants propers a la direcció, s’hi poden presentar esmenes que s’aprovaran o es rebutjaran depenent del suport que rebin. Per tant, una cosa es voler y l’altra molt diferent és poder. I intueixo (igual m’equivoco tal com me passa quasi sempre) que la línia oficial del partit serà la que tirarà endavant la majoria de les línies mestres que haurà de seguir el renovat partit.
Promoure una direcció col·legiada m’ha recordat a la presidència coral que demanaven les CUP quan volien apartar a Mas de la presidència del govern. Conseqüentment, sembla que aquest sector renovador (o crític) el que vol es treure protagonisme a l’Arturo en detriment d’altres càrrec que no portin tant de temps al front del partit. Perquè si ens posem a pensar, quina diferència hi ha entre Rajoy i Mas?  
Els casos de corrupció que han afectat el PP durant lustres sembla que inhabiliten políticament Rajoy que, tot i no estar imputat personalment, si que ocupava el càrrec de president del partit quan van tenir lloc bona part dels casos de corrupció que han afectat a companys seus i també, recordem-ho, al partit com a tal.
Mas també era el president del partit mentre militants i gent vinculada a CDC feien negocis irregulars pels quals treien suculents beneficis i part dels mateixos (el que es coneix com el 3%) revertien al partit sovint a través de les fundacions vinculades.
Potser de les poques diferències que hi ha entre Rajoy i Mas és que aquest últim no és, ara mateix, el President de la Generalitat, mentre que Rajoy, tot i que sé li demana per activa i per passiva que renunciï a les aspiracions que sembla que encara té, no ho ha fet.
Els partits, com els ser humans, tenen ADN. En el cas dels partits no serà biològic, però si que són trets diferencials que porten assumits els seus militants des del moment en que decideixen formar-ne part.  
Durant massa anys, empresaris de tots els sectors es van apropar a Convergència per mirar de treure’n benefici econòmic. Aquesta relació comportava una reciprocitat, es a dir: jo té dono, tu em compenses...    
Tot i els casos que han sortit a la llum, encara avui en dia, el govern de la Generalitat (on CDC ja no governa en solitari) segueix atorgant obra pública i serveis a empreses esquitxades pels casos de finançament irregular, tal com ho ve denunciant el setmanari el Triangle.
I és que renunciar un dia per l’altre a aquest ADN polític, costa molt, per tant se’m fa molt difícil pensar que a partir del juny (o juliol), els convergents donaran un gir radical a les seves formes.