dimecres, 4 de gener del 2017

Unión Europea y regresión democrática

MARIOLA CORREA CORRES


Me parece imprescindible centrar la atención en un aspecto que afecta a los valores sobre los que se asienta la propia Unión Europea y que no es otro que la pérdida de calidad de la democracia de algunos Estados miembros



Afirmamos hace ya un tiempo que el siglo XX pasaría a la historia como uno de los más sangrientos en el continente europeo a la vista de los conflictos bélicos que enfrentaron a sus naciones. Fue, sin duda, el siglo del horror si atendemos a las imágenes de las que fue testigo el mundo entero cuando finalizada la II Guerra Mundial los ejércitos aliados liberaron los campos de exterminio nazis. El convencimiento de las naciones europeas de no querer volver a cometer los mismos errores hizo que aquellos Estados tradicionalmente enfrentados estuvieran dispuestos a poner en común parte de sus competencias soberanas para dar lugar a la creación de una organización de integración como la Unión Europea fundamentada en valores democráticos.
No se trata, ahora, de ensalzar los éxitos de un proyecto económico, político y jurídico que parecen diluirse con el paso del tiempo y que resultan difícilmente perceptibles por las generaciones de europeos más jóvenes. Tampoco pretendemos centrar la atención en una crítica fácil sobre las imperfecciones que arrastra su diseño, ni siquiera aprovechar la precariedad económica y social de amplias capas de la sociedad más castigadas para enmendar una política monetaria y fiscal que define y ejecuta la Unión Europea con rigor implacable sobre los Estados que voluntariamente han manifestado aceptar las reglas por pertenecer a dicha organización. Sin negar importancia al impacto que estos problemas pueden tener en la propia viabilidad futura del proyecto, me parece imprescindible centrar la atención en un aspecto que afecta a los valores sobre los que se asienta la propia Unión Europea y que no es otro que la pérdida de calidad de la democracia de algunos Estados miembros.
Como es sabido por todos, los Estados que deseen formar parte de la Unión deben acreditar el cumplimiento de una serie de requisitos. Así, además de tener la condición de estado europeo, es imprescindible aceptar el acervo de la Unión, acreditar una economía de mercado y ser una democracia. El "control de calidad" sobre el grado de cumplimiento de los llamados criterios de Copenhague tiene lugar en el momento de negociación de la adhesión de un nuevo Estado a la Unión. Ningún Estado que no cumpla con garantías los criterios expuestos es aceptado como miembro de la Unión. Turquía puede dar buena prueba de ello.
Sin embargo, el control democrático establecido para el ingreso en la Unión no ha sido un mecanismo suficiente para garantizar que todos los Estados miembros mantengan la calidad de sus sistemas democráticos. De hecho, en los últimos tiempos asistimos con especial preocupación a una regresión democrática en países como Polonia cuyo Gobierno está imponiendo una agenda política que suscita dudas de compatibilidad con el estándar democrático exigible.
De lo expuesto podría pensarse que la Unión Europea carece de mecanismos que pudieran constatar esta situación o, incluso, si las circunstancias así lo aconsejan imponer medidas para su corrección. Nada más lejos de la realidad. El Tratado de la Unión Europea contiene un mecanismo en virtud del cual se habilita al Consejo para que, a propuesta de un tercio de los Estados miembros, del Parlamento Europeo o de la Comisión, constate la existencia de un riesgo claro de violación por parte de un Estado de los valores sobre los que se asienta la Unión (dignidad humana, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a las minorías) y, en su caso, imponga las oportunas recomendaciones que permitan revertir la situación.
La constatación de que un Estado se encuentra en riesgo claro de violación de los derechos humanos exigirá que el Estado afectado sea previamente oído. Si tal procedimiento no diera resultados satisfactorios, el Consejo Europeo podrá constar la existencia de una violación grave y persistente de tales valores siendo el Consejo el competente para sancionar al Estados suspendiéndole determinados derechos derivados de la aplicación de los Tratados incluido, si fuera necesario, el derecho de voto en el propio Consejo.
Hasta la fecha, aunque el Parlamento Europeo ha emitido ya varias Resoluciones expresando su preocupación y el Estado está siendo objeto de atención por parte de la Comisión Europea todavía no se ha activado el procedimiento al que hago mención en esta tribuna.
Soy consciente de la importancia de conducirse en estos asuntos con prudencia. Probablemente el enjuiciamiento de la calidad democrática de las decisiones que adopta un Gobierno de un Estado elegido por sus ciudadanos requiera una dosis añadida de fineza. Sin embargo, tampoco podemos ignorar que el contexto político actual no deja margen para la duda cuando se trata de enjuiciar la calidad democrática de un Estado. Más bien al contrario, es tiempo de reivindicar con cierta contundencia la importancia de preservar los estándares de calidad democrática con los que hemos configurado el proyecto europeo.
No es solo cuestión de hacer respetar las reglas de juego a quien ha manifestado querer ser parte de una organización. Se trata, en realidad, de garantizar la propia supervivencia de la Unión en un contexto cada vez más amenazante.

dimarts, 3 de gener del 2017

OPTIMITZAR RECURSOS

L’eficàcia d’un govern no s’ha de valorar en la quantitat de gasto que destina per a cobrir determinades necessitats dels seus ciutadans, sinó en la optimització i racionalització d’aquest gasto. De vegades gastant menys sé poden cobrir moltes més necessitats. Com? Centralitzant les compres, deixant de pagar comissions, evitant despeses supèrflues...
Un exemple. Durant el govern d’Aznar, el Ministeri de Treball i Serveis Socials destinava grans quantitats de diners per a fer publicitat sobre les pensions. Amb l’arribada de Zapatero es va deixar de contractar publicitat d’aquest tipus i d’aquesta manera s’estalviaven uns diners que es destinaven a engreixar la vidriola de les pensions. Segurament era un percentatge molt baix si tenim en compte tot el muntant del capital destinat a pensions, però sempre és millor poca cosa que res. I, a sobre, me sembla un vergonya que algú pagui en diner públic campanyes institucionals d’autobombo, com feia el PP sobre aquest tema.
Aquest preàmbul me dóna l’excusa perfecta per a explicar-vos un acudit que, de fet, era la meva intenció inicial, tot i que sempre va bé una petita explicació per a posar el lector en situació. L’acudit, com no podia ser d’una altra manera, va sobre l’optimització de recursos.

Uns directius d’una important entitat financera estaven dinant a un restaurant de luxe. De sobte un dels comensals se’n adona que un cambrer portava una cullereta de postres a la butxaca superior de la seva armilla. En principi no li va fer més cas, però fixant-se amb el cambrer que servia a la taula del costat, veu que també aquell portava una cullereta de postres a la mateixa butxaca. Segeix mirant i tots els cambrers que servien a la sala la portaven. Encuriosit, crida l’atenció del cambrer que servia a la taula i li pregunta:

-Me’n he adonat que tots els cambrers porteu una cullereta de postres a la butxaca superior de l’armilla... És per alguna cosa?

-Efectivament –li respon el cambrer-. Fa unes setmanes l’empresa ens va enviar a fer un curs d’aquests d’optimització de recursos... Com els que solen fer els treballadors de la seva empresa... I ens van dir que una de les coses que els cau més al terra als clients és precisament la cullereta de postres... Si cada vegada que els hi cau has d’anar a la cuina a buscar-ne una, tot és temps que perdem... Així, si ja la portem, només cal canviar-la i la que ha caigut al terra la deixem a la cuina la propera vegada que hi entrem.

-Ah! Ho entenc... Ho entenc... No està mal pensat...

Al cap d’una estona, el mateix directiu se’n adona que de la bragueta del cambrer li sortia una veta d’uns 3 o 4 centímetres. Durant uns instants va recorrent amb la mirada els altres cambrers i veu que també portaven una veta que els hi sortia de la bragueta. Torna a cridar l’atenció del cambrer que els hi servia la seva taula i li torna a preguntar:

-I la veta que us surt de la bragueta... També té que veure amb l’optimització de recursos?

-Efectivament, senyor –li respon el cambrer-. Al curset ens van explicar que cada vegada que anem al wàter, entre abaixar-nos la cremallera de la bragueta, treure’ns la pistola, pixar, amagar-nos la pistola, pujar-nos la cremallera i rentar-nos les mans, es perdia massa temps. Així que recomanaven als propietaris del restaurant col·locar un dispositiu que s’acciona estirant la beta. Llavors, quan anem a pixar, només cal estirar la beta, s’activa el dispositiu surt la pistola sense que l’hagis de tocar i d’aquesta manera no cal que té rentis les mans, per la qual cosa les visites al senyor Roca són molt més ràpides...

-Interessant –comenta el directiu de l’entitat financera-. Molt interessant...

De totes formes, alguna cosa no li queda clar i el fa rumiar una estona. No sap si preguntar-ho o no al cambrer, potser perquè pensa que la resposta que li donarà no serà del seu grat... Però al final es decideix a fer-ho:

-Personi una vegada més... Potser pensarà que sóc un pesat... Però hi alguna cosa que em fa bellugar el cap... M’ho ha explicat tot molt bé i ho entès a la perfecció, però... No m’ha dit que fan vostès per a tornar-se-la a col·locar la pistola al seu lloc...


-Ah! Això!... Miri... Al curs d’optimització de recursos no ens ho van explicar, potser perquè volien que cadascú de nosaltres utilitzés el millor recurs possible i el que més a ma tingués... Jo no sé que fan els altres companys, però jo, per amagar-me la pistola faig servir la cullereta de postres... 

LO POBLE QUE VOLEM 3-01-2017

Carrer Bolívia.

Cotxe aparcat en sentit contrari de la circulació. 

Tot un clàssic! 

LA NOSTRA RIBERA 55