diumenge, 11 d’agost del 2013

Una monarquía bananera

Luis García Montero

Convertida la realidad española en un gran programa de telebasura, aquí puede pasar cualquier cosa. La información veraz, objetiva y comprobada es más importante que nunca. Depende de ella no sólo nuestra democracia, sino nuestra salud mental.
El periodismo riguroso resulta imprescindible. La situación a la que estamos llegando por culpa de este Gobierno permite dar crédito a cualquier cosa. Además de empobrecernos, nos está contagiando un delirio paranoico. En España, por desgracia, parece ya verosímil la sospecha más descabellada, la operación secreta más inconcebible, la conjura más cercana al ridículo o la impunidad más sobrecogedora. Y como el Gobierno no da explicaciones, o miente de forma descarada, sólo nos queda la resistencia democrática de un periodismo que investigue, ordene la información y la haga pública sin ocultar los datos.
Ya sé que soplan muy malos vientos para la prensa. La mayor parte de los medios están controlados por grandes grupos económicos e ideológicos interesados en apagar los brotes de conciencia crítica. Por eso hay que elegir, cuidar y apoyar como un salvavidas democrático a los focos de resistencia y a los profesionales dispuestos a trabajar con rigor. La información veraz es el mejor abono de la libertad y la independencia.
El rey de Marruecos indulta a 48 españoles. Como el rey de España vive horas bajas, parece que el Gobierno y su hermano marroquí procuran devolverle el prestigio sentimental a través de medidas de gracia. “Es un regalo de vuestro rey”, le dijo un carcelero a uno de los presos que dejaba en libertad. Todos tan felices. Pero de pronto Hamid Krayri, abogado de la Asociación de Derechos Humanos de Marruecos, da la voz de alarma. Ha quedado libre un pederasta de comportamiento peligroso y repugnante. Por culpa de un error – nos cuentan- se mezclaron dos listas, una de presos a indultar y otra de presos a repatriar. Acabaron todos en libertad y camino de España.
Aunque llama la atención la prisa con la que se gestionó el regreso a España del pederasta libre y aunque tiene una biografía llena de peripecias extrañas, el Gobierno no ofrece explicaciones. Se vale, además, de un uso manipulado de la Ley de Protección de Datos para ocultar el nombre de los otros indultados por error. Así que por nuestras calles pueden andar sueltos 29 violadores, asesinos y criminales peligrosos. Más preocupante incluso que el caso publicitado del pederasta es el anonimato de los otros delincuentes.
En algunos medios marroquíes se ha vinculado al pederasta con los servicios secretos españoles. Aquí se extiende el rumor. ¿Pero será posible? La verdad es que cualquier chapuza es creíble en esta monarquía bananera. Hasta el disparate más grande puede suceder. La salud política, las relaciones internacionales, la economía, la corrupción y los accidentes ferroviarios dependen en España de explicaciones que no pueden darse de forma razonable. Ante los silencios que protegen al Gobierno –más que a los datos-, dependemos de la investigación periodística.
Por ahora sólo hay una cosa clara: este escándalo ha sido posible gracias a los avances de la opinión pública en Marruecos y al desmantelamiento de la española. Mientras la indignación de los ciudadanos marroquíes puede provocar ya que un rey feudal  rectifique, la impunidad y la prepotencia del Gobierno español hace posible cualquier desafuero. Somos tratados como siervos más que como ciudadanos. Los indultos a la carta pertenecen a la España de pandereta en la que el responsable de un partido afirma ante el Parlamento, sin ningún tipo de vergüenza democrática, que no se enteró de nada mientras su tesorero estaba haciéndose multimillonario con el cobro de comisiones ilegales y favores políticos.
Todo se relaciona. A esta España maltratada, más cerca políticamente de África que de Bruselas, viene Olli Rhen, el Vicepresidente económico de la Comisión Europea, para darle la razón al FMI y pedir una bajada del 10 % en el salario de los trabajadores. España es tratada como una colonia, porque este  Gobierno -y el anterior- le han servido nuestro Estado en bandeja al colonialismo europeo y a las grandes fortunas de la monarquía bananera. También en economía necesitamos de un periodismo serio que explique el origen de la crisis española, la situación de un país desnutrido y la verdad de nuestros salarios. Hay trabajos y salarios tan miserables que ya no hace falta quedarse parado para vivir por debajo del umbral de la pobreza.
Casos inadmisibles como el del pederasta o el del Vicepresidente económico -tanto monta, monta tanto-, sólo pueden rechazarse consolidando con informaciones rigurosas a esa opinión pública que el Gobierno pretende desmantelar. Necesitamos información para salvarnos de una corte de los milagros en la que cualquier cosa es creíble.

dissabte, 10 d’agost del 2013

ESTAMPES AMPOSTINES DE FESTA MAJOR















El FMI toca fondo

David Torres

Cuando leí que una organización criminal como el FMI, liderada por violadores, ladrones y delincuentes de todo tipo, recomienda bajar los sueldos de los trabajadores mientras mantiene íntegras las canonjías de los estafadores que nos han conducido al actual desastre, inmediatamente detecté, en medio del cinismo y el asco, el olor aterrador de la psicopatía. Las notas esenciales en los comunicados del FMI suelen ser la crueldad, la megalomanía, la ausencia de compasión, la falta de empatía, pero en este último late ya una vena desaforada, conspicua, propia de los asesinos en masa y de los serial-killer impunes. Se comprende entonces que el FMI sea, efectivamente, un fondo, porque no se puede caer más bajo.
La propuesta del FMI me recordó el párrafo de apertura de Travesti, de John Hawkes, la novela más brutal y perturbadora que he leído en lo que va de año: “No, no, Henri. Las manos fuera del volante. Por favor. Ya es demasiado tarde. Después de todo, seguramente comprenderás que, a ciento cuarenta y nueve kilómetros por hora, en una carretera rural y en el momento más oscuro de la noche, el menor intento de hacerte con el control del volante nos incorporaría a las aburridas estadísticas de accidentes de tráfico incluso más rápido de lo que tengo planeado. Y aunque no lo creas, seguimos acelerando (…). Al menos estás en manos de un conductor experto”.
La novela es el monólogo frío, monocorde y exacto de un asesino, un conductor que ha preparado un accidente perfecto para los tres ocupantes del vehículo: su mejor amigo, su hija y él mismo. El texto es una máquina de producir angustia por diversas razones, pero no es la menor el hecho de que el conductor, como tantos asesinos, pretende impartir una lección moral a sus víctimas. Es cierto que su amigo es un poeta fatuo, que le ha engañado con su mujer y que se acuesta con su hija, pero ¿eso son razones o son justificaciones? La sensación al leer Travesti, incómoda y fascinante a más no poder, es que estamos sentados dentro del automóvil, viendo la cinta negra de asfalto devorada bajo la luz de los faros y las paredes de bosques, granjas y caseríos deslizándose hacia atrás, hacia el vacío. Y no podemos hacer nada.
Hawkes publicó la novela en 1976, mucho antes de la actual crisis, de manera que dudo mucho de que entre sus intenciones estuviera la profecía económica. Diseñó el libro, entre otras argucias, como una crítica de la lectura, “una poética disfrazada”, como señala Jon Bilbao, traductor y autor del posfacio de la novela. Según esa visión, el conductor sería el autor, los ocupantes, los lectores, y el coche, la novela que se dirige implacable hacia la página final sin que nadie pueda evitarlo. Pero es evidente que todo gran libro se alza por encima de las intenciones de su artífice y acaba siendo otra cosa. En este caso, la alegoría se traduce fácilmente: vamos a bordo de un modelo económico destinado al naufragio y además quien conduce la nave nos dice que, si no somos responsables de la catástrofe, nos la merecemos. No hay manera de escapar, no hay marcha atrás, los cierres están bloqueados, no podemos saltar en marcha, y el accidente se planeó mucho tiempo atrás, medido hasta en sus más mínimos detalles.
Buen viaje, señores. El FMI les recomienda abrocharse los cinturones.

LES FOTOS DEL DIA. EL BOU CAPLLAÇAT D'AMPÒSTA