SIAT, UGT-FSP, Inspectores de Hacienda del Estado (IHE)
En la Agencia Estatal de la Administración Tributaría (AEAT)
desempeñan sus funciones 27.000 empleados públicos, trabajando para que
en este país los impuestos se recauden conforme a la ley.
Con una economía sumergida que diversas fuentes sitúan en torno al 20
% del PIB, un fraude fiscal que incluso la supera, y un nivel creciente
de morosidad empresarial frente a la Hacienda Pública, que también
alcanza cifras espeluznantes, los trabajadores de la Agencia Tributaria
somos conscientes de que nuestra labor de aplicación del sistema
tributario, ya sea a través de las funciones de gestión, inspección o
recaudación, es esencial para el sostenimiento de nuestro Estado del
Bienestar.
Ese Estado del Bienestar se encuentra en grave riesgo tras los
recortes de gasto público acaecidos en los últimos tiempos. Recortes a
los que se ha recurrido, junto a subidas impositivas de diversa índole,
sin acometer otro tipo de reformas de mayor calado, entre las que se
encontrarían la de nuestro sistema fiscal y la de los procedimientos
administrativos y tributarios que permiten la lucha contra el fraude
fiscal. Y, lo que es más grave, que siendo conscientes del problema, no
se haya reaccionado con urgencia para incrementar los ingresos públicos
mediante la inmediata puesta en marcha de medidas de lucha decidida y
eficiente contra esa lacra. Más al contrario, se han reducido las
ofertas de empleo público en un escenario, a medio plazo, de numerosas
jubilaciones en la
Administración Tributaria, y no se ha implementado el tantas veces solicitado plan especial de lucha contra el fraude.
Pues bien, pese a esa falta de respuesta, esos trabajadores públicos,
que han superado duros procesos selectivos mediante el sistema de
oposición, demuestran cada día su valía, ya sea en las actuaciones
tributarias cotidianas, ya en el trato con el contribuyente, o ya en las
más visibles actuaciones de comprobación e investigación, destapando
casos de tramas de fraude y corrupción a veces muy sonados. Y, sin
embargo, se nos sigue crucificando, con declaraciones como las del
Presidente de la CEOE que ve Inspectores de Hacienda hasta en el
desayuno. Quizás el problema sea que no los vea con más frecuencia.
Lejos de desanimarnos, declaraciones como las aludidas nos llevan a
pensar que hacemos bien nuestro trabajo, y que por eso molestamos a
aquellos que defraudan a la Hacienda Pública y, por tanto, a toda la
sociedad española.
Ello refuerza la convicción existente sobre la necesidad de dotar de más medios a la AEAT.
Y es que vivimos tiempos revueltos, en los que, quienes se llevan su
dinero fuera de nuestras fronteras, quienes constituyen sedes en países
de reducida o nula tributación para no pagar por sus beneficios, quienes
defraudan impuestos en general, quienes adeudan cuantías relevantes a
la Hacienda Pública y, en fin, quienes se han beneficiado de la
eufemísticamente llamada Declaración Especial -en realidad, una Amnistía
Fiscal-, son precisamente los mismos que reclaman a nuestros
gobernantes la reducción de la Administración Pública. Y todo ello,
siendo España el país de nuestro entorno con menos empleados públicos
por habitante destinados a la lucha contra el fraude.
Que quienes adeudan y defraudan a la Hacienda Pública realicen
declaraciones como esas, lleva a mucha gente a plantearse si los
Inspectores, la Agencia Tributaria y los funcionarios en general,
suponemos un estorbo para sus prácticas. Como también tendrá otras
finalidades el enconado ataque hacia la Administración, pues conseguir
la privatización de servicios públicos supondría un pingüe beneficio, a
costa, evidentemente, de los ciudadanos que pagarán dichos servicios.
Porque no se diferencia la verdadera Administración de aquella otra
parte del Sector
Público creada artificiosamente con la finalidad de eludir las normas
administrativas, ni se señalan las duplicidades a eliminar entre
Estado, Autonomías o Entidades Locales y, por supuesto, no se mencionan
todos aquellos servicios esenciales en los que es pública y notoria la
falta de personal y medios. No, lo importante es aprovecharse de la
situación en beneficio propio.
Manifiesto por la profesionalidad de los trabajadores de la Agencia Tributaria
No cabe duda que, en ese contexto, la lucha contra el fraude y los
éxitos que en ese campo se alcanzan con el trabajo de los empleados
públicos de la AEAT, ponen en peligro los argumentos para la
implantación de las políticas de austeridad que tanto beneficio están
dando a la oligarquía económica de este país. Cuanto mayores sean los
ingresos del Estado, cuanto más reducida sea la bolsa de fraude (y en
este aspecto la AEAT es su columna vertebral), menor justificación
tendrá una política que nos está haciendo retroceder 30 años en derechos
cívicos ysociales. No es casualidad que recientes estadísticas
constaten el aumento de millonarios en nuestro país, mientrassufre una
buena parte de su población.
En otro orden de cosas, no podemos dejar de recordar a nuestra
ciudadanía, que los trabajadores de la Agencia Tributaria no dictamos la
normativa tributaria, los supuestos de infracción, las sanciones, los
procedimientos para exigir responsabilidades. No, sólo nos limitamos a
aplicarla, tratando de llegar, en nuestro afán porque se cumpla la
Ley, hasta donde sea necesario en los casos de fraudes o impagos.
Pero las limitaciones, normativas, materiales y humanas son grandes. Por
ello se ha reiterado la necesidad de reformas impositivas,
procedimentales, cambios organizativos e incremento de medios, en lugar
de aprobar leyes injustas que sólo favorecen a una minoría privilegiada,
como es el caso de la Amnistía Fiscal, verdadero insulto a los
trabajadores de la AEAT y a todos los ciudadanos –afortunadamente la
mayoría- que pagan religiosamente sus impuestos. ¿Cómo explicar a esos
contribuyentes que a los defraudadores de este país se les permite lavar
su dinero con el módico coste medio del 3% de los capitales aflorados?.
¿No es ésta una invitación al fraude?
No podemos estar de acuerdo con un Sistema Tributario que cada vez se
aleja más de los principios constitucionales de igualdad y
progresividad. Actualmente, las rentas del trabajo soportan una elevada
presión fiscal, mientras que la imposición sobre el capital y la riqueza
se ha reducido ostensiblemente. Nuestro actual Impuesto sobre la Renta
de las Personas Físicas grava con un tipo máximo del 47% a las rentas
del trabajo, mientras que el tipo máximo de gravamen de las rentas del
ahorro es del 21%.
Y, si hablamos de la tributación de las sociedades, la situación es
lamentable, con un impuesto cuya recaudación ha caído en picado, mucho
más allá que la caída en la actividad, por mor de la deslocalización de
operaciones y el elevado nivel de fraude, con un diseño inadecuado en el
cual, encontramos un tipo impositivo máximo del 30% que, con la
aplicación de unos beneficios fiscales diseñados para los grandes grupos
consolidados (que representan el 0,2% de las empresas pero acaparan el
60% de las deducciones), determina que haya sociedades que tributen
menos del 10% por sus beneficios.
Pero hay más, porque no es consciente el ciudadano, pagador también
de impuestos indirectos al consumo, de que buena parte de los mismos no
llega nunca a las arcas públicas debido al elevado nivel de fraude en el
IVA y en los Impuestos Especiales. Mucho se ha hablado de la injusta
normativa que obliga a adelantar el pago del IVA a empresas y autónomos
que no lo han cobrado, pero poco del gran número de aquéllas que no lo
están ingresando realmente. Como tampoco son conscientes muchos
empleados de esas empresas de que sus impuestos -el IRPF retenido de sus
nóminas-, no llegan en muchos casos a la Hacienda Pública y de que, a
pesar de ello, reciben devoluciones en sus declaraciones anuales, sin
que sus retenciones hayan sido previamente ingresadas.
Obviamente, con este panorama, difícil parece mantener un Estado
social como el que se ha ido construyendo, con mucho esfuerzo, en las
últimas décadas. Son necesarias muchas reformas, sí, pero sin dinero no
hay servicios, no hay infraestructuras, no hay pensiones… Es ya hora de
que nuestros partidos políticos se pongan de acuerdo en lo esencial, de
que se instrumenten verdaderas reformas y, en lo que los trabajadores de
la AEAT atañe, se ponga verdadero interés en luchar contra el fraude y
la evasión fiscal.
Los Empleados Públicos de la AEAT, a través de nuestro papel en la
consecución de los ingresos públicos, debemos y queremos ser la columna y
la base de un Estado del Bienestar que es el motor del progreso de
nuestra sociedad.
Lo haremos con profesionalidad e independencia en nuestras
actuaciones, como aval que distribuya las cargas tributarias de forma
justa entre nuestra sociedad. Pero lo haremos mejor con las normas y
medios adecuados, con una organización en la que se prime el mérito y la
experiencia y, sobre todo, con la comprensión hacia nuestra función por
parte de los ciudadanos a los que servimos, porque somos conscientes de
que, pese a resultar ingrata, nuestra función es esencial.
dijous, 27 de juny del 2013
LA FRASE DEL DIA 27-06-2013
Toxo i Méndez surten de la Moncloa amb
el seu minut de telediari, el màxim a que aspiren.
Qui la va dir? Jesús Rivasés, director
del setmanari Tiempo.
On la vaig llegar? Al Periódico de Catalunya
del 25 de juny.
Trobo lamentable que es pugui pensar
així dels dos màxims dirigents sindicals d’aquest país. I ja no perquè
hi estigui en desacord (penso que la majoria dels ciutadans ho veuen així),
sinó pel menyspreu que significa als sindicats de classe.
La tasca dels sindicats és donar suport
a la classe treballadora. Tota la resta de serveis que presten són sobrevinguts
i destinats a assolir un millor finançament.
Encara que sobre els sindicats hi ha
opinió per a tots els gustos, hi ha qui creu que formen part del sistema.
Les milionàries subvencions que reben de l’estat comporten que, de vegades,
siguin massa condescendents en lloc d’actuar amb més contundència contra
la classe dominant en uns temps on el denominador comú és la pèrdua progressiva
de drets i llibertats.
Però la culpa no és tota dels sindicats.
El ciutadà d’aquest país és de parlar molt i actuar poc. Sinó se senten
representats pels sindicats majoritaris, hi ha d’altres alternatives,
tan a l’esquerra com a la dreta, per tant, no hi hauria d’haver cap excusa
per a que tots els treballadors estiguessin afiliats a un sindicat.
Las probabilidades matemáticas de que lo de la infanta sea “un error”
Supongamos que
ha sido un error humano. Supongamos que en realidad han sido cuatro errores
humanos consecutivos e independientes, uno detrás de otro y por parte de
personas sin relación entre sí: cuatro registradores de la propiedad distintos
que tramitaron esas 13 falsas ventas del enredo de la infanta y que enviaron
el DNI de Cristina de Borbón a la base de datos de Hacienda por error.
De entre unos 46 millones de DNIs españoles, los cuatro se confundieron
y escribieron precisamente el de la mujer de Iñaki Urdangarín. ¿Qué posibilidades
habría en el universo de que ocurriese una casualidad así? La probabilidad
de que se equivoquen los cuatro registradores y escriban por error, al
azar, el DNI de la infanta es del orden de uno entre un 10 seguido de 30
ceros. Es decir: una entre 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
O lo que es lo mismo, una entre diez quintillones.
Una posibilidad entre diez billones de trillones.
Más números grandes y probabilidades
pequeñas. Si en lugar de cuatro, se hubieran equivocado diez eligiendo
precisamente el DNI de la infanta –entre registradores y notarios–, tal
coincidencia sería matemáticamente tan probable como la de elegir por azar
precisamente un átomo en concreto entre todos los del universo (una cifra
con 79
ceros).
Para ser justos con la infanta y
con la torpeza de los registradores imaginemos que el número posible de
DNIs parecidos al de su alteza fuera sólo de 100; no mucha gente tiene
un carné de identidad VIP de solo dos dígitos. Incluso así, la probabilidad
de que los cuatro registradores se hubiesen equivocado y escribiesen por
azaroso error el número de la infanta sería de una entre 100 millones.
O lo que es lo mismo, aproximadamente una entre dos veces el "bárcenas",
ese gran número recién descubierto en Suiza y que equivale a unos 47 millones.
Por comparar, la probabilidad de
que te caiga un meteorito en la cabeza es solo una entre 174
millones. Si yo fuese
esa anomalía estadística llamada Cristina Federica Victoria Antonia de
la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, me pondría casco.
Y si yo fuera Cristóbal Montoro
buscaría una
excusa mejor. Una que
no insulte la inteligencia de cualquier contribuyente español.
- José Manuel Rey, coautor de este artículo y quien ha hecho los números, es doctor en matemáticas y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Indignarse, patrimonio de la humanidad. Ahora, Brasil
Esther Vivas
Inesperada, intempestiva, no anunciada así se presenta la indignación. Lo hemos visto en Túnez, Egipto, Islandia, Estado español, más recientemente en Turquía y ahora en Brasil. La estela indignada llega, de este modo, en dos países geopolíticamente claves. Si hace unas semanas la Primavera Turca sorprendía a propios y a extraños, hoy se repite la historia con el estallido social brasileño.
El ciclo de protesta inaugurado con las revueltas en el mundo árabe sigue abierto. Y a pesar de que todos estos procesos de cambio, de emergencia del malestar de los de abajo, comparten elementos en común, no son ni calco ni copia. Cada un de ellos responde a sus propias particularidades, contextos, experiencias… y así escribirán su historia. Sin embargo, es innegable una dinámica de contaminación mutua, y más en un mundo globalizado, fuertemente conectado y con el papel clave, y potenciador, de las redes sociales y los medios de comunicación.
La indignación expresada estos días en Brasil significa su entrada en el continente latinoamericano, referente de las luchas sociales recientes contra el neoliberalismo y el imperialismo. Aunque las masivas protestas estudiantiles en Chile, en 2011, ya señalaban el hartazgo de la juventud con una clase política supeditada a los intereses de los mercados. La actual protesta brasileña, pero, con todas sus particularidades, reproduce, y a la vez reinventa, discursos, uso de herramientas 2.0, actores… del ciclo de protesta indignado global.
Los jóvenes de las grandes ciudades, olvidados de la política en las altas esferas, son una vez más quienes encabezan la lucha. Mayoritariamente no organizados, expresan, muchos de ellos, por vez primera su descontento tomando las calles, ocupando el espacio público y haciendo oír su voz. Lo que empezó como una protesta contra el aumento abusivo de las tarifas del transporte público, en uno de los países con las tasas más altas en comparación con los ingresos populares, ha derivado en una movilización ciudadana sin precedentes, la más importante en la historia reciente del país.
La corrupción, la desigualdad, los pésimos servicios públicos, los grandes eventos “escaparte” y las infraestructuras faraónicas que vacían las arcas del Estado… son sólo algunas de las causas. Así como el disgusto con una clase política que blinda las prácticas corruptas, sorda e indiferente a las demandas sociales, con banqueros y tecnócratas adictos a la usura y al robo, conservadores religiosos en el poder que dictan leyes para “curar homosexuales”, en una cruzada contra las libertades sexuales y reproductivas, y latifundistas asesinos de pueblos indígenas y ecologistas. Descontento latente que, finalmente, explota.
Ante tal movilización social, las autoridades de decenas de ciudades, entre ellas Río de Janeiro y São Paulo, retiraron la subida de tarifas. La respuesta oficial, pero, llegaba tarde. Como antes en Sidi Bouzid (Túnez) o Taksim (Turquía), la mecha ya había prendido. Lo que empezó como una expresión de rabia ante una injusticia conectó con un malestar mucho más profundo. Y el miedo empezó a cambiar de lado. La indignación, se ha demostrado, es patrimonio de la humanidad. Ahora le toca a Brasil. ¿Quién será el siguiente?
Inesperada, intempestiva, no anunciada así se presenta la indignación. Lo hemos visto en Túnez, Egipto, Islandia, Estado español, más recientemente en Turquía y ahora en Brasil. La estela indignada llega, de este modo, en dos países geopolíticamente claves. Si hace unas semanas la Primavera Turca sorprendía a propios y a extraños, hoy se repite la historia con el estallido social brasileño.
El ciclo de protesta inaugurado con las revueltas en el mundo árabe sigue abierto. Y a pesar de que todos estos procesos de cambio, de emergencia del malestar de los de abajo, comparten elementos en común, no son ni calco ni copia. Cada un de ellos responde a sus propias particularidades, contextos, experiencias… y así escribirán su historia. Sin embargo, es innegable una dinámica de contaminación mutua, y más en un mundo globalizado, fuertemente conectado y con el papel clave, y potenciador, de las redes sociales y los medios de comunicación.
La indignación expresada estos días en Brasil significa su entrada en el continente latinoamericano, referente de las luchas sociales recientes contra el neoliberalismo y el imperialismo. Aunque las masivas protestas estudiantiles en Chile, en 2011, ya señalaban el hartazgo de la juventud con una clase política supeditada a los intereses de los mercados. La actual protesta brasileña, pero, con todas sus particularidades, reproduce, y a la vez reinventa, discursos, uso de herramientas 2.0, actores… del ciclo de protesta indignado global.
Los jóvenes de las grandes ciudades, olvidados de la política en las altas esferas, son una vez más quienes encabezan la lucha. Mayoritariamente no organizados, expresan, muchos de ellos, por vez primera su descontento tomando las calles, ocupando el espacio público y haciendo oír su voz. Lo que empezó como una protesta contra el aumento abusivo de las tarifas del transporte público, en uno de los países con las tasas más altas en comparación con los ingresos populares, ha derivado en una movilización ciudadana sin precedentes, la más importante en la historia reciente del país.
La corrupción, la desigualdad, los pésimos servicios públicos, los grandes eventos “escaparte” y las infraestructuras faraónicas que vacían las arcas del Estado… son sólo algunas de las causas. Así como el disgusto con una clase política que blinda las prácticas corruptas, sorda e indiferente a las demandas sociales, con banqueros y tecnócratas adictos a la usura y al robo, conservadores religiosos en el poder que dictan leyes para “curar homosexuales”, en una cruzada contra las libertades sexuales y reproductivas, y latifundistas asesinos de pueblos indígenas y ecologistas. Descontento latente que, finalmente, explota.
Ante tal movilización social, las autoridades de decenas de ciudades, entre ellas Río de Janeiro y São Paulo, retiraron la subida de tarifas. La respuesta oficial, pero, llegaba tarde. Como antes en Sidi Bouzid (Túnez) o Taksim (Turquía), la mecha ya había prendido. Lo que empezó como una expresión de rabia ante una injusticia conectó con un malestar mucho más profundo. Y el miedo empezó a cambiar de lado. La indignación, se ha demostrado, es patrimonio de la humanidad. Ahora le toca a Brasil. ¿Quién será el siguiente?
dimecres, 26 de juny del 2013
DEPENDENTS DE LES SUBVENCIONS
A la contraportada del darrer número
del setmanari l’Ebre hi ha una entrevista a Josep Bayerri, periodista,
professor, sindicalista, polític i amic, arran de l’atorgament del premi
d’honor de la Comunicació Local.
Josep Bayerri, que va ser el primer
president del col·legi de periodistes de Tortosa, s’ha fet mereixedor
d’aquest premi i d’altres que potser mai li donaran.
Bayerri va fundar a Tortosa el
setmanari Ebre Informes que va comptar amb un grup de bons professionals
que es contraposava a la Voz del Bajo Ebro que s’havia creat durant
la dictadura i que tenia un caire molt més conservador. Quasi que paral·lelament
a Amposta Joan Lluís Ripollés creava el Migjorn, també d’idees
progressistes. Al cap d’uns anys aquests diaris es van fusionar i durant
un temps van compartir capçalera fins que es va decidir canviar-la per
l’Ebre. Amb la fusió amb la Veu del Baix Ebre (finalment s’havia decidit
que sortís en català) es va convertir amb la Veu de l’Ebre i fa poc es
va tornar a renomenar com l’Ebre.
Quan es pregunta a Bayerri per
la pluralitat dels mitjans informatius, afirma de forma categòrica que
no hi ha pluralitat ja que són massa dependents de les subvencions públiques
o anuncis oficials. Certament penso igual. El fet d’obtenir una subvenció,
ja sigui de l’estat, de la comunitat autònoma, de la Diputació o de l’ajuntament
del municipi al que es pertany, te condiciona a l’hora relacionar-te
amb dits organismes.
I això ho sap bé Bayerri que a
part de ser periodista ha estat polític i, a sobre, és gat vell.
Diu el periodista a l’entrevista de l’Ebre que la Generalitat de Pujol
els hi va retirar les subvencions. I no m’estranya. El setmanari el Triangle
també va denunciar que la Generalitat i d’altres administracions convergents,
també els hi havia retirat les subvencions per ser crítics a la seva gestió.
Per tant, amb les subvencions es callen moltes boques.
La publicitat institucional fa les mateixes
funcions que les subvencions i, fins i tot, algunes, majoritàriament els
ajuntaments, contracten un espai a la revista on fan propaganda
d’aquelles notícies positives que tenen lloc al poble en qüestió. Recordeu
que fa uns mesos Amposta no tenia cap espai diferenciat al setmanari l’Ebre
i, en canvi, la Ràpita sí. Des de fa unes setmanes Amposta ha tornat a
parèixer al setmanari. Endevineu el motiu?
Segurament, els meus lectors més incondicionals
se’n han adonat que, tot i la meva creativitat literària, fa molts
d’anys que no publico res al setmanari de referència del nostre territori,
es a dir, l’Ebre o la Veu de l’Ebre com es deia fins fa poc. A què es
degut? A les males relacions que he tingut històricament amb els caps
visibles d’aquesta publicació. Ja fa més d’una dècada, tot i la meva
insistència, es van negar a publicar-me una rèplica al llavors alcalde
d’Amposta. Més recentment, tampoc em publicaven les cartes al·legant que
quan feia un escrit l’enviava a la majoria de diaris i ells em demanaven
exclusivitat (?!) Però mai em van oferir una columna on poder expressar-me
lliurement.
En canvi, Emili Fonollosa, el
director de la revista digital Vinaròs News (que a diferència de
l’Ebre) no té subvencions, em va oferir una columna quinzenal (periodicitat
de la revista) només en llegir alguns dels meus escrits. En quasi 6 anys
he enviat més de 140 articles. Mai he tingut cap tipus de censura ni advertiment
per part del director relacionat amb el contingut dels mateixos.
I des de fa un any i mig aproximadament
també col·labora amb Pulso Digital. Jesús Garcia, un basc
casat a Ulldecona i resident a Madrid m’ho va oferir i després de tenir
dos períodes on va estar a punt de desaparèixer, darrerament ha augmentat
en nombre de col·laboradors i temes. És una revista feta totalment per
aficionats i que tampoc rep cap tipus de subvenció, per això tots podem
exposar les nostres idees amb les úniques limitacions que t’imposa l’ètica
i l’educació.
Per cert, MOLTES FELICITATS a Josep
Bayerri pel premi que li han atorgat.
La injustícia no és «excel·lència»
Ignacio Escolar
¿Recorden quan Soraya Sáenz de Santamaría ens va explicar que el 2013 augmentava la partida per a beques als Pressupostos de l'Estat? Doncs també en això ens van mentir: no només perquè la lletra menuda deia just el contrari que la vicepresidenta, sinó perquè el ministre José Ignacio Wert està aplicant ara una nova tisorada més. El Govern del PP, amb la seva neollengua habitual, disfressa aquesta segona retallada a les beques com un impuls a «la cultura de l'esforç i l'excel·lència». En la pràctica, aquesta «excel·lència» consisteix a fer que més de 50.000 joves deixin la universitat perquè no la poden pagar.
Les beques no són per premiar els bons estudiants: serveixen per garantir el dret a l'educació, que és la base d'aquella igualtat d'oportunitats de la qual parla la Constitució. Quan el ministre eleva fins al 6,5 la nota mínima per mantenir una beca, està trencant aquella igualtat perquè exigeix als estudiants amb menys recursos un esforç extra que no es demana als altres. La trampa és que tots els estudiants de la universitat pública estan, en certa manera, becats: el preu de la matrícula amb prou feines cobreix el 20% del cost de la carrera. No obstant, només als estudiants de famílies humils se'ls demana «cultura de l'esforç», l'extra d'«excel·lència» per poder estudiar.
Per descomptat que la solució no passa per privatitzar l'educació superior, sinó per augmentar les beques per garantir l'accés a la universitat pública. Amb la crisi, les barreres d'entrada han crescut i la retallada de Wert és una altra llosa més per a milers de famílies que ja estan aixafades per l'atur i l'enfonsament dels salaris. Segons els càlculs dels rectors, el nombre de becats pot caure a la meitat.
Enfront del tòpic, no és cert que sobrin universitaris a Espanya. El problema més greu d'atur juvenil té a veure amb aquest prop de milió de joves espanyols sense formació que van abandonar els estudis durant el miratge de la bombolla immobiliària. Expulsar més joves de la universitat únicament agreuja aquest problema, no el resol. Per molt que es vesteixi d'excel·lència, és una altra injustícia més.
¿Recorden quan Soraya Sáenz de Santamaría ens va explicar que el 2013 augmentava la partida per a beques als Pressupostos de l'Estat? Doncs també en això ens van mentir: no només perquè la lletra menuda deia just el contrari que la vicepresidenta, sinó perquè el ministre José Ignacio Wert està aplicant ara una nova tisorada més. El Govern del PP, amb la seva neollengua habitual, disfressa aquesta segona retallada a les beques com un impuls a «la cultura de l'esforç i l'excel·lència». En la pràctica, aquesta «excel·lència» consisteix a fer que més de 50.000 joves deixin la universitat perquè no la poden pagar.
Les beques no són per premiar els bons estudiants: serveixen per garantir el dret a l'educació, que és la base d'aquella igualtat d'oportunitats de la qual parla la Constitució. Quan el ministre eleva fins al 6,5 la nota mínima per mantenir una beca, està trencant aquella igualtat perquè exigeix als estudiants amb menys recursos un esforç extra que no es demana als altres. La trampa és que tots els estudiants de la universitat pública estan, en certa manera, becats: el preu de la matrícula amb prou feines cobreix el 20% del cost de la carrera. No obstant, només als estudiants de famílies humils se'ls demana «cultura de l'esforç», l'extra d'«excel·lència» per poder estudiar.
Al revés que Robin Hood
Les beques de Wert aprofundeixen en un model educatiu tremendament injust. La inversió en universitat pública sol ser de les despeses més regressives de l'Estat del benestar: les possibilitats que té el fill d'una família de classe mitjana-baixa de cursar estudis superiors són moltíssim menors que les d'una persona nascuda en una família de classe alta o mitjana-alta. Com que tots paguem impostos però no totes les famílies poden enviar els seus fills a la universitat, en la pràctica el model acaba sent com Robin Hood però al revés: pren els diners als pobres per donar-los als rics.Per descomptat que la solució no passa per privatitzar l'educació superior, sinó per augmentar les beques per garantir l'accés a la universitat pública. Amb la crisi, les barreres d'entrada han crescut i la retallada de Wert és una altra llosa més per a milers de famílies que ja estan aixafades per l'atur i l'enfonsament dels salaris. Segons els càlculs dels rectors, el nombre de becats pot caure a la meitat.
Enfront del tòpic, no és cert que sobrin universitaris a Espanya. El problema més greu d'atur juvenil té a veure amb aquest prop de milió de joves espanyols sense formació que van abandonar els estudis durant el miratge de la bombolla immobiliària. Expulsar més joves de la universitat únicament agreuja aquest problema, no el resol. Per molt que es vesteixi d'excel·lència, és una altra injustícia més.
Lameculos y cobardes
Pablo Iglesias
Jorge Moruno me mandó ayer una reflexión del anarquista Errico Malatesta para que la usara en el debate de La Sexta Noche sobre la educación. Decía Malatesta que los que no han trabajado nunca hablan siempre en nombre del trabajo, del mismo modo que los que no se han esforzado nunca, hablan siempre en nombre del esfuerzo. Es difícil encontrar una caracterización mejor de los defensores de las reformas educativas de Wert. Mienten hasta la saciedad y jamás han predicado con ejemplo.
Jorge Moruno me mandó ayer una reflexión del anarquista Errico Malatesta para que la usara en el debate de La Sexta Noche sobre la educación. Decía Malatesta que los que no han trabajado nunca hablan siempre en nombre del trabajo, del mismo modo que los que no se han esforzado nunca, hablan siempre en nombre del esfuerzo. Es difícil encontrar una caracterización mejor de los defensores de las reformas educativas de Wert. Mienten hasta la saciedad y jamás han predicado con ejemplo.
Dicen que no se han recortado las becas y la realidad es que en los últimos dos años la partida destinada a becas se ha reducido en más de 200 millones de euros
y que el próximo curso casi 100.000 estudiantes tendrán que dejar de
serlo. Apelan a Europa y llaman a los jóvenes a ser “aventureros” y a
emigrar a ese “extrarradio” de España (no lo olviden, Europa no es el
extranjero) al tiempo que las becas erasmus se han reducido un 40% y el próximo curso lo harán en un 70%
(de 60 a 17 millones). Si ya era difícil irse de erasmus sin ayuda
familiar ¿Quién se podrá ir ahora de erasmus? Sólo los afortunados que
puedan pagárselo.
Al tiempo que alientan
que se subvencione la educación privada, acusan a las infrafinanciadas
universidades públicas de derrochar, cuando la realidad es que la subida
de tasas obligará a millares de estudiantes a abandonar sus estudios.
Con un 60% de paro juvenil, 6 millones de parados y el sistema Bolonia
que dificulta que los estudiantes compatibilicen trabajo y estudios
¿Cómo demonios van a pagarse la carrera?.
Aluden, sin habérselo
leído, a los datos del informe Pisa sobre el fracaso escolar, ignorando
que el mismo informe reconoce los logros de la educación en España a
pesar de su escasa financiación; casi a la par con Francia en resultados
de conocimiento y por encima de Italia. Ignoran que el informe Pisa de
2009 señalaba que los resultados escolares de los estudiantes españoles
de bajos ingresos superaba la media de países de la OCDE y que, en el
último medio siglo, sólo Corea del Sur e Irlanda superan la evolución
educativa española que tuvo que remontar el desastre que representó el
Franquismo. Para que se hagan una idea, el 65% de los jóvenes andaluces
superan en titulación a sus padres. ¿Por qué hay entonces tanto fracaso
escolar en España? Básicamente por dos razones; unos altos niveles de
exigencia inexistentes en los demás países (en España no se puede seguir
estudiando sin el título de ESO) y por la estafa del boom inmobiliario
que empujó a muchos jóvenes a dejar de estudiar para ponerse a trabajar
en la construcción.
Pero ¿Quiénes son los
defensores de las reformas de Wert? Desde luego nadie de la comunidad
educativa, unida como un puño (estudiantes, personal administrativo y de
servicios, madres y padres, docentes y hasta los rectores) para
enfrentarse a un gobierno que está desmantelando la educación pública.
No olvidemos que al tiempo que los licenciados más brillantes de nuestro
país negaban el saludo al ministro Wert y el alumno con mejor nota de
selectividad lucía la camiseta verde de los defensores de la educación
pública, la casta gobernante contrata como asesores a los jefes de sus
juventudes, como Juan Carlos Caballero, con sueldos de escándalo o
premia la prudencia al volante de Ángel Carromero con un nombramiento
como asesor en el Ayuntamiento de Madrid. Esos son los defensores de
Wert. Ni Carromero ni Caballero recibirán una distinción por su
rendimiento académico pero cobran sueldazos al tiempo que exigen a los
jóvenes que apechuguen y que asuman que es mejor cobrar 500 euros que no
cobrar nada. El caso del más famoso defensor de la política educativa
del gobierno, el señor Francisco Marhuenda, es más que llamativo;
docente en una universidad pública es materialmente imposible conocer
los datos de su rendimiento académico cuando era estudiante. En lo que
se refiere a sus tareas investigadoras, nada se dice en la web de su departamento y el portal dialnet
aporta magros resultados; todo lo contrario que una mayoría de
profesores malpagados que sólo cobran de su actividad docente e
investigadora y que se ven obligados a mantener (y a publicar)
currículos de excelencia para tener alguna opción de permanecer en la
Universidad.
Lo diré llanamente, el
modelo educativo de esta derecha convertirá las universidades en un coto
privado de aquellos que puedan pagar y destruirá el mérito para
favorecer a una casta de cobardes acríticos y lameculos. No es nada
nuevo; así se prosperaba en el Franquismo.
dimarts, 25 de juny del 2013
LA PERSEVERANÇA DEL "SINYÓ ANCALDE"
De vegades hi ha virtuts que s’acaben
convertint en vicis. La perseverança és una virtut, però aplicada en excés,
sobre tot, quan ho fas per a buscar el benefici propi, s’acaba convertint
en un vici difícil d’eradicar.
Després de gastar-se uns 500.000 euros
en una tanca que, suposadament limita el terreny on s’hauria de construir
la nova residència de la tercera edat i, a sobre, fer-ho en un solar que
ara per ara no és propietat de l’Ajuntament d’Amposta, el sinyó ancalde
insisteix que la residència s’acabarà fent.
Com em deien no fa gaire, abans de dos
anys, quan les municipals a Amposta estiguin a la volta del cantó,
s’hi faran moviments de terres per a simular que la construcció va endavant.
Els polítics solen usar aquestes estratagemes per aconseguir el grapat
de vots necessaris que els hi permeti seguir gaudint del privilegi que
significa el poder.
Però molt em temo que la realitat serà
molt diferent. Sembla ser que en aquests país només hi ha diners per a
l’alta velocitat i per acabar algunes de les obres començades i abandonades
durant diversos anys, com per exemple la variant de l’Aldea.
Segons l’equip de govern a Amposta hi
ha 3 prioritats: l’esmentada residència de la tercera edat, un nou centre
assistencial i una estació d’autobusos. Tot el que no es faci durant aquesta
legislatura significarà un fracàs per als nostres mandataris municipals.
El nou ambulatori que s’hauria de construir
al costat de la plaça de la Castellania, va ser anunciat en plena campanya
electoral i es va col·locar una tanca per a que la gent cregués que anava
de debò. Finalment, l’estació d’autobusos, després de anys i panys governant
CiU a la Generalitat, l’Ajuntament ampostí el va reclamar persistentment
durant els governs del Tripartit. Fins i tot semblava que la construcció
de l’estació de busos fos una obligació que tenia el govern català. Com
sé que la memòria és mol efímer, vull recorda que fins no fa gaires anys,
al centre de la població, quasi al davant d’on es troba la seu social
de la Lira, hi havia una parada de bus (fixeu-vos bé que no dic estació)
La parada gaudia de marquesines i bancs per acomodar els viatgers i mentre
va estar una agència de viatges propietat de l’empresa que té el monopoli
del transport de viatgers a la zona, fins i tot es van vendre bitllets.
No sé de qui va ser la idea de fer allí la parada, però l’error va ser
monumental. Com només hi cabien dos autobusos, en hores punta, es
podia col·lapsar i amb els sistema de circulació que hi havia per aquella
època, de vegades es produïa un tap.
Posteriorment es van buscar nous emplaçaments.
Des de la provisionalitat que va significar la parada a la plaça de la
Pau, prop del riu, a la provisionalitat que torna a ser la que hi ha a
l’avinguda de Catalunya, al davant del supermercat Suma. Va haver una
idea de fer un abaixador a la mateixa avinguda de Catalunya, al costat
de la botiga de Festa. Aquest abaixador hauria donat servei a diferents
centres socio-sanitaris de la nostra ciutat com són el Centre de Rehabilitació,
el CAP I, la Unitat Polivalent del Pere Mata i, fins i tot, l’Hospital
Comarcal. El motiu pel qual no s’ha arribat a fer aquesta parada, l’ignoro,
però em dóna a pensar que no aportaria vots...
Al final arribem allí on jo vaig sovint:
bona part del dèficit públic de les administracions es com a conseqüència
de les exigències dels governant locals.
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