divendres, 8 de novembre del 2013

¿Democracia sin partidos?

Antoni Aguiló
Filósofo político y profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra

La democracia representativa como sistema de partidos competitivos en el poder se ha revelado completamente inútil para proteger y mejorar las condiciones de vida en términos de salud, educación, vivienda, trabajo y servicios públicos, lo que se ha traducido en la deslegitimación creciente del sistema de partidos debido a su complicidad con intereses económicos privados y a la adopción de políticas regresivas en lo político, social y ambiental.
Si algo tienen en común las actuales luchas por una democracia real es la reivindicación de nuevas formas de hacer política. Consignas coreadas masivamente en calles y plazas de todo el mundo, como “no nos representan”, “el pueblo unido avanza sin partido” o “no es democracia, es partidocracia” revelan un profundo malestar respecto a la democracia representativa y sus instituciones (Parlamentos, partidos, elecciones, etc.). Las primaveras árabes, Occupy Wall Street, el 15M, Que se Lixe a Troika en Portugal, el movimiento estudiantil chileno, Yo soy 132 en México y el Movimiento Passe Livre en Brasil son algunas de las expresiones más visibles de la búsqueda de  formatos participativos más allá de la política liberal. No es casual que buena parte de sus activistas repudie la presencia de banderas partidarias o rechace la vía electoral como la principal y única forma de promover la transformación social.
Si valoran la democracia, los partidos no pueden permanecer al margen de las lecciones de la calle; de lo contrario, serán superados por formas de asociación democrática más directas y horizontales. ¿Cuáles son, a grandes rasgos, estas lecciones?
1) Ni apolítica ni antipolítica. Los movimientos por la democracia real no constituyen una forma de antipolítica ni una modalidad de apoliticismo. Aunque su aparición está estrechamente vinculada a la crisis y sus efectos, no se trata de un fenómeno coyuntural o de corta duración, sino del despertar gradual de un letargo político para ajustar cuentas pendientes con la democracia y el capitalismo. La crisis provoca pobreza y desigualdad, pero también genera luchas y radicalidad. La política surgida en las calles expresa la heterogeneidad de formas de lucha apartidarias que albergan la esperanza de un nuevo contrato democrático en sintonía con las necesidades y aspiraciones de la mayoría. Se trata, en este sentido, de luchas por la reinvención de la democracia.
2) Contra la democracia desrepresentativa. Las luchas por la democracia real cuestionan la inercia de los partidos predominantes, que con la globalización neoliberal han abandonado dos de sus funciones principales (la representación política ciudadana y la transmisión de valores cívicos y democráticos) para convertirse en meros carteles electorales del capitalismo. Para reproducir sus condiciones de dominación, el neoliberalismo captó a políticos y se infiltró en sus partidos para que gobernasen a favor de sus intereses particulares. Para ello fue necesario vaciar la representación político-electoral de todo contenido social utilizando los medios de comunicación como instrumento de manipulación, además de sobornos, favores, donaciones ilegales, pactos ocultos, comisiones y otras formas de corrupción. Se formó así una clase política privilegiada compuesta, en palabras de Marx, por “cuadrillas de especuladores políticos que alternativamente se posesionan del poder estatal y lo explotan por los medios y para los fines más corrompidos”, convirtiendo los Parlamentos en comités de empresa donde la representación política es un servicio al alcance de quienes tienen medios para pagarlo; una clase que vive a costa de una democracia plutocrática globalizada, sin participación social, de sujetos apáticos e individualistas, represiva, desposesora de derechos, sin redistribución social, anclada en el discurso de la falta de alternativas, supeditada al mercado y saturada de corrupción.
3) Uso contrahegemónico de la democracia representativa. Las actuales luchas por la democracia tienen que aprender a utilizar los instrumentos dominantes de manera alternativa y liberadora, como plantea Boaventura Santos. Entre ellos se encuentra la democracia representativa. Hacer un uso contrahegemónico de la democracia representativa significa rescatar las potencialidades de la representación para ponerla al servicio de la emancipación social y del gobierno popular; consiste en luchar por otras formas y prácticas representativas que primen el componente democrático sobre el carácter elitista y mercantilista de la representación (neo)liberal. ¿Pero qué otras formas de representación? Una cosa parece cierta: la gente quiere modelos de organización y participación diferentes. Las nuevas formas de representación pasan por la complementariedad y la articulación entre diferentes formatos organizativos. Si aceptamos el ejercicio de la representación mediante una estructura parlamentaria, ¿por qué los partidos ostentan el monopolio de la representación? ¿por qué no pueden postularse a cargos electivos candidatos de movimientos sociales? Los partidos por la democracia real tienen que ser partidos de retaguardia que acompañen a los movimientos sociales y aprendan con las nuevas experiencias de participación. ¿Y qué otras prácticas representativas? Prácticas silenciadas por la versión dominante de la democracia representativa, como el mandato imperativo, la rendición de cuentas, la transparencia de los procedimientos, la revocabilidad de los cargos públicos o la rotación de cargos y funciones.
4) Complementariedad democrática. La democracia representativa es insuficiente para avanzar hacia democracias reales. La construcción de democracias más sólidas tiene que combinar la democracia representativa con elementos de democracia participativa que incorporen mecanismos de consulta popular, deliberación vinculante y poder de veto ciudadano, como preveía el malogrado proyecto constitucional islandés. La participación social mediante referéndums, plebiscitos, presupuestos participativos y acceso real a la presentación de iniciativas legislativas populares va en esta línea. Pero no basta. También es necesario fortalecer la diversidad democrática, reconociendo como legítimas las tradiciones de democracia horizontal y participativa existentes fuera de los Parlamentos, como el asamblearismo, el anarquismo, el consejismo, el cooperativismo, etc.
5) La lucha por la democracia real debe comenzar en el interior de los partidos y movimientos que la defienden. La falta de democracia interna, los personalismos, el seguidismo militante, el inmovilismo de las cúpulas, el arribismo y la escasa autocrítica, entre otros vicios, deslegitiman a los partidos como agentes de democracia. La regeneración y dignificación de la participación social en la política pasa por la democratización de los partidos.
En un tiempo en que la democracia corre el riesgo de convertirse en un objeto arqueológico, se impone como necesidad la resignificación de la política y del ejercicio democrático en clave social y participativa. Los partidos políticos con vocación democrática pueden jugar un papel relevante en este desafío, siempre que se comprometan con lucha por la democracia real, se coloquen del lado de la indignación generalizada de la población y hagan converger la democracia de las calles y plazas públicas con la vida institucional y partidaria.

dijous, 7 de novembre del 2013

DE MOSSOS, CONSELLERS I COMANDAMENTS POLICIALS

Per què no dimiteix en bloc la cúpula del Departament d’Interior?
Els fets que van passar aquella nefasta nit al barri del Raval de Barcelona són el suficientment greus per a plegar tots. En canvi, ningú ha dimitit, ningú està disposat a deixar la seva poltrona (també coneguda com menjadora)
Des del Conseller d’Interior Ramon Espadaler, seguit pel director general de la policia autonòmica Manuel Prat i la resta de comandaments  que de forma directa tenien que veure amb l’escamot dels Mossos que, presumptament, van donar la pallissa mortal a l’empresari Benítez, a hores d’ara, cap d’ells hauria d’ocupar la plaça a l’escalafó que tenia el dia dels fets.
Desgraciadament en aquest país la cultura de la dimissió no existeix. Ni tan sols quan tot indica que algun membre de l’escamot va donar cops de puny al cap (hi ha un informe forense que ho avala) a una persona amb resultat de mort.
Els fets són massa greus per a que res canviï. Què hi va haver una pallissa ho avalen els testimonis i també existeixen imatges recollides per telèfons mòbils de diversos veïns de la zona. Segons les imatges que, excepte les que van ser requisades pels propis Mossos , obren en poder de la Policia Nacional, l’encarregada d’investigar els fets, es veu com alguns dels Mossos que envolten la víctima li donen cops de puny, mentre un mira cap a munt per a veure si se’ls està enregistrant i un altre, amb una ampolla d’aigua, tracta de diluir la taca de sang que hi ha al terra.
Tota aquesta informació la recull l’informe de la Policia Nacional que, tot hi la evidència (paral·lelament es van emetre diverses imatges dels fets), el Conseller Espadaler les va posar en dubte.
Fins la imputació per part del jutge assignat al cas, el departament no va moure ni un sol dit. Llavors sí, va suspendre de sou i feina els 8 policies implicats. Però si no hi ha cap dimissió, des del meu punt de vista, el cas es tancarà en fals.
La Conselleria d’Interior, tradicionalment, ha estat una conselleria calenta. No és fàcil ser-ne el responsable i sortir-ne ben lliurat. Només cal recordar l’antecessor d’Espadaler, l’infame Felip Puig, el que mai no va dimitir i al que Arturo Mas el va premiar amb una nova conselleria (la d’Empresa i Ocupació) molt més tranquil·la que l’anterior.
Segurament Puig va ser el que més peticions de dimissió ha tingut al llarg de la seva trajectòria política i mai en va atendre cap. Amb l’excusa que contava amb el suport del President, Puig es va mantenir al càrrec. Si Puig i Espadaler fossin persones honrades, quan passen fets com aquest, plegarien i mai més ocuparien un altre càrrec de responsabilitat. Però la nòmina de conseller és massa elevada com per a renunciar-hi de bones a primeres.
Accions com aquesta ajuden molt a l’hora de formar-se una opinió contrària dels nostres polítics. Ja sé sap que, desgraciadament, es tendeix a posar al mateix sac a tots ells, sense que alguns tinguin la més mínima culpa. Per tant, passa pels propis polítics millorar la seva imatge sent conseqüents amb els seus actes.
Sovint, la mala praxi és responsabilitat directa dels comandaments, però qui donen la cara són els que s’han de patrullar el carrer i relacionar-se amb els ciutadans.
Per acabar, una pregunta. Si la reprovació d’Espadaler arriba al Parlament, què farà ERC? (No cal que em responguis, la resposta ja la conec)  

XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA. JORNADA CASTELLERA DE GAVÀ. Les altres fotos V
























LA PREGUNTA DEL DIA 7-11-2013


De GA, humorista gràfic.
Per què el President de la Generalitat Arturo Mas manté a capa i espasa el Director General de la policia autonòmica? 
 
-En primer lloc perquè va ser un cadell convergent, criat i engreixat dintre del partit.
 
-I, en segon lloc i més important, perquè si el cessa o el deixa dimitir, el cap del Conseller Espadaler, perilla i ja sé sap que quan s’ha de cessar algun membre del govern, sempre hi ha una crisi governamental per petita que aquesta sigui i, es vulgui o no, acaba perjudicant la imatge del seu màxim responsable, en aquest cas, de D. Arturo Mas.