Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
El tremendo provincianismo y la escasísima experiencia internacional
del establishment político conservador de España, heredero, en su mayor
parte, del establishment que controló y se benefició del Estado
dictatorial (resultado este último de un golpe militar que triunfó como
resultado del apoyo militar de los regímenes nazi alemán y fascista
italiano), explican que este establishment no se dé cuenta del enorme
desprestigio que su comportamiento comporta para España a nivel
internacional. Su famoso empeño en promover la Marca España según las
últimas técnicas de mercadotecnia refleja su enorme desconocimiento de
cómo el prestigio de un país se crea y establece.
Parecen desconocer que la visión que gran parte de la comunidad
internacional (y muy en especial de la europea) tenía de España durante
la dictadura era enormemente negativa. La victoria por parte de las
tropas aliadas sobre el nazismo y el fascismo precipitó el surgimiento
de nuevo de una cultura democrática que rechazaba aquel régimen. Y la
Transición de la dictadura a la democracia no se percibió –como se ha
intentado vender por parte del establishment español– como un proceso
modélico, sino como un cambio en el Estado que permitió a ese
establishment conservador mantener gran parte de las riendas del poder.
Sí que se saludaron los cambios en los años ochenta, con cambios en la
orientación política del gobierno, y más tarde se aplaudió el
crecimiento económico (que, en realidad, estaba basado en la
especulación), que dio una imagen falsa de progreso. Pero, de nuevo, el
Estado continúa siendo percibido como controlado por las estructuras de
poder político y financiero conservadoras, que dan una pésima imagen del
país.
Veamos algunos ejemplos de esta imagen:
1. El sistema judicial, que alardea de haber tenido un sistema de
jurisdicción universal que permitió detener a Pinochet en su visita a la
Gran Bretaña, ha ignorado sistemáticamente la búsqueda de los asesinos y
cómplices de los asesinatos políticos, de las detenciones y torturas
ocurridos durante la dictadura, una de las más sangrientas que ha habido
en Europa. Según el Profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia
de la ciudad de Nueva York, experto en fascismo europeo, por cada
asesinato político que realizó el régimen liderado por Mussolini, el
dirigido por Franco cometió 10.000. Ninguno (repito, ninguno) de los
asesinos y represores ha sido juzgado durante el periodo democrático,
debido a una ley de amnistía que les ha protegido. El sistema judicial
no se da cuenta, por lo visto, de que carece de legitimidad y de
credibilidad cuando se presenta como garante de derechos humanos a nivel
mundial.
2. El Estado español no ha ayudado a las familias de las personas
asesinadas por el golpe militar y por la dictadura que se estableció a
encontrar a sus seres queridos (140.000 desaparecidos en total, aunque
es probable que el número sea incluso mayor). España es el segundo país
del mundo (después de Camboya) donde hay un mayor número de personas
desaparecidas por causas políticas. De nuevo, el Estado español no tiene
ninguna legitimidad ni credibilidad para presentarse como gran valedor
de los derechos humanos. Ha ignorado sistemáticamente las peticiones de
las Naciones Unidas de resolver este caso de clara violación de los
derechos de las víctimas. El interés en ayudar a las víctimas del
terrorismo está escandalosamente sesgado políticamente. El
comportamiento judicial y político hacia las víctimas del terrorismo es
diametralmente opuesto al que se tiene hacia las víctimas del terrorismo
del Estado dictatorial.
3. El único juez en España que intentó juzgar los crímenes políticos
realizados durante la dictadura, el Sr. Baltasar Garzón, y ayudar a los
familiares de las víctimas en su búsqueda de los desaparecidos, fue
expulsado del estamento judicial, y ello como respuesta a una causa
judicial iniciada por un movimiento de ultraderecha ligado a la Falange,
el instrumento político del régimen fascista anterior. Y el
establishment político conservador aplaudió esta expulsión, ignorando el
enorme desprestigio que dicho acto significó para España a nivel
internacional.
4. La expulsión del juez Garzón fue apoyada también por el
establishment conservador pues ello permitió obstaculizar las
investigaciones realizadas sobre el
caso Gürtel, el mayor caso
de corrupción política que ha habido en España, en el que este
establishment conservador está implicado. Esto es conocido ampliamente
en la opinión internacional y muy en especial en Europa.
5. Un juez intentó investigar el comportamiento delictivo cometido
por los equipos de Bankia, responsables, en parte, de una de las mayores
crisis financieras que España ha tenido. A las pocas semanas de iniciar
tal intento fue encausado y uno de los banqueros más responsables de
esa fallida financiera salió indemne (ver el artículo “Una justícia ben
estranya”, de Jordi Serrano en el
Diari de Girona, 07.02.14, para ver más casos).
6. A uno de los miembros de la familia real, la hija del Rey, socia
de una de las empresas que ha canalizado para beneficios privados fondos
asignados para instituciones públicas, se la disculpa aceptando la
postura de que ella no sabía nada de nada, pues confiaba plenamente en
su esposo – único malo de la película. Y la opinión en Europa y
Norteamérica interpreta que todo ello es una farsa.
7. En Catalunya, el caso Millet continúa, desde 2009, a un paso
lentísimo, a pesar de la evidencia de que hubo una transferencia de
fondos masiva a instituciones políticas, en una clara violación de la
ley. El establishment político catalán no tiene nada que envidiar al
español en su carencia de credibilidad en su supuesta defensa de los
valores democráticos.
Y podría continuar citando casos y más casos que dan una imagen
bochornosa de la justicia de este país, y que contribuyen a dar mala
imagen y dañar la marca de España en el extranjero. Se me dirá, con
razón, que en todas partes cuecen habas. Pero no en la misma intensidad,
frecuencia y tanta impunidad como en España.
Spain, después de todo,
is different.