divendres, 26 de febrer del 2016

El Plan A de Europa: deuda, austeridad y más deuda 1

Yago Álvarez
Miembro de la PACD Madrid
Las medidas de austeridad impuestas por la Troika desde el estallido de la crisis, con la excusa de hacer cambios estructurales, no han hecho más que socavar la economía y destrozar el Estado de Bienestar social de los países “rescatados”. Las plantillas públicas se han reducido y el consumo interno de los países ha disminuido, con resultados nefastos para el empleo y el consumo. Además, los ingresos fiscales se han reducido hasta el 12% desde 2007 en el caso de España.
Los verdaderos rescatados han sido los mismos bancos que en gran medida han sido los causantes de esta crisis. En consecuencia, el dinero prestado por la Troika no ha servido para reactivar la economía real, sino para salvar a esos mismos bancos y los mercados donde cotizan. La Troika siempre responde lo mismo a la depresión económica y de los ingresos fiscales, el crecimiento en el gasto para soportar altos niveles de desempleo y la incapacidad de devolver las deudas contraídas: “¿No puedes devolver la deuda? No hay problema, te prestamos más, pero tendrás que hacer nuevas reformas estructurales”.
Y así, debido a la deuda, aceptamos una austeridad que nos obliga a endeudarnos más a cambio de más austeridad, convirtiendo la economía de los países rescatados en una espiral de deuda impagable que engulle nuestro bienestar social.
“La deuda… no es un problema”
“Los indicadores macroeconómicos de España van en la buena dirección. Me preocupan un ’poquito‘ los niveles de deuda, pero no es un problema grave”, decía Mariano Rajoy en rueda de prensa pocos días antes de la campaña electoral. Desde el Gobierno ignoran o restan importancia al crecimiento exorbitado de nuestra deuda pública y al pago de los intereses. Al mismo tiempo nos hacen creer que la consecuencia directa de esta deuda, los recortes en gasto social, son necesarios para que la economía marche mejor.
Este tipo de argumentaciones no son exclusivas del presidente del Gobierno, sino que son parte de un discurso neoliberal que relata la problemática del endeudamiento como algo normal.
En algunos medios de comunicación se escucha y se lee con optimismo que el Tesoro Público consigue colocar 4.900 millones de deuda pública a intereses mínimos o incluso negativos. El objetivo es convencernos que endeudarse está bien, siempre y cuando no sea a intereses altos. De ese modo, se minimiza la principal consecuencia de esta noticia: estamos más endeudados.
Tampoco se pone nunca el foco en si esos 4.900 millones serán usados para reactivar una economía productiva, rescatar un banco o simplemente para refinanciar una deuda de vencimiento cercano y que no podemos pagar.
La deuda española ha crecido más de 325.000 millones de euros en los cuatro últimos años, llevando el porcentaje de deuda respecto al PIB de un 60% a casi un 100%. La solución keynesiana de poner la mitad de los parados a cavar zanjas y la otra mitad a taparlas para acabar con el desempleo suena casi menos absurda que fiar nuestro ínfimo crecimiento al aumento de la deuda pública y la austeridad. Al menos suena menos perniciosa de lo que ha sido la política del ministro Guindos, de la Troika y la UE.
En 2015 el Gobierno emitió 239.000 millones de euros de deuda pública, de los cuales solo 50.000 son emisiones netas de deuda. Es decir, que solo un quinta parte de esa deuda es nueva mientras que 189.000 millones de euros corresponden a refinanciación de deuda vencida. Lo que quiere decir que el país no tiene una capacidad real de devolver una deuda que se ha vuelto insostenible e impagable, por lo que la única manera de avanzar y maquillar su situación es imponer más recortes. Una bola de nieve llamada “paquete de medidas necesarias que nos llevarán al crecimiento” mientras siguen distrayendo nuestra atención.
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Gráfico de elaboración propia. Datos de Eurostat.
Si algo parece quedar claro viendo las cifras de desempleo, déficit y bienestar social de los países a los que se les ha impuesto la austeridad es que esta receta no funciona. Desde el estallido de la crisis en 2008, los rescates a Irlanda, Portugal, Grecia y España a cambio de aceptar “reformas estructurales” basadas en el abaratamiento del trabajo y el despido, en la austeridad y en el continuo proceso de privatización de lo público, hemos podido observar como la deuda de estos países no ha dejado de crecer a ritmos vertiginosos, sobrepasando con creces el 60% del PIB que la Unión Europea marcaba como límite para formar parte de la misma.
La “receta” impuesta por la Troika es exactamente la misma que una de sus tres patas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), lleva aplicando continuamente durante décadas en países del Sur. La ciudadanía europea tiene el derecho y el deber de elegir si quiere dar plantón a este plan.
Necesitamos un Plan B y lo necesitamos ya
Ante las políticas impuestas de austeridad y el uso de la deuda como herramienta política de sometimiento necesitamos una respuesta desde la base, coordinada a un nivel europeo y que pueda disputar el discurso hegemónico impuesto.Necesitamos una ciudadanía empoderada que rehúya el dogma neoliberal de “las deudas se pagan” para crear una nueva Europa de “las personas primero”.
Por ello, el movimiento Plan B para Europa, que intenta buscar alternativas a la austeridad, ha iniciado su andadura tomando la deuda como uno de sus ejes fundamentales y transversales para debatir y construir una nueva Europa donde la deuda no siga siendo una losa.
Durante este fin de semana (19, 20 y 21 de febrero) se celebran en Madrid las Jornadas Plan B con la intención de ser un espacio de debate y de confluencia de movimientos sociales, plataformas ciudadanas y partidos políticos que han decidido decir no a la austeridad y reclamar auditorías ciudadanas que arrojen luz sobre este proceso de endeudamiento sin fin.
En el eje de deuda se celebrará un evento central sobre cómo manejar la deuda pública desde una perspectiva antiausteridad. Participarán Carlos Sánchez Mato, Concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid; Zoé Konstantopoulou, la expresidenta del Parlamento griego; Eric Toussaint, portavoz del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM);Daniel Munevar, economista colombiano asesor de Yanis Varoufakis; y Andrej Hunko, diputado del partido alemán Die Linke. Además, el eje tendrá dos talleres en los que se buscarán estrategias para situar la deuda en el centro de la agenda de movimientos sociales y grupos políticos de izquierdas a nivel europeo, se crearán redes y herramientas para visualizar y difundir las distintas experiencias de auditorías ciudadanas.
Durante estos tres días activistas contra la deuda de toda Europa tejerán redes y crearán estrategias para combatir, de una manera conjunta y europea, los poderes no democráticos que insisten en aplicar recetas de deuda, austeridad y más deuda. Tres días para empezar el camino del  Plan B que necesitamos… y que necesitamos empezar ya.

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