ARTURO GONZÁLEZ
¡Y encima va de perdonavidas! Es evidente que este señor no está por la gobernabilidad. Desgrana su discurso como un autómata programado. Proponer el referéndum en Catalunya cono condición indispensable y en las primeras fechas de un nuevo Gobierno indica que no quiere un acuerdo, sino sumisión a sus designios, pues sabe de sobra que esa premisa no la aceptarán nunca ni Pedro Sánchez ni el Comité Federal ni las bases del PSOE.
La petulancia con la que reincide en proponerse para Vicepresidente, por cierto con facultades que anularían al Presidente convirtiéndolo en un títere, algo que nunca viose, demuestra que se cree el verdadero salvador de la democracia y su regeneración, sin que él ofrezca las mismas garantías que exige.
No quiere hablar de ministerios bajo su adscripción, pero habla, y no solo de ministerios sino hasta de Secretarías de Estado.
En resumen, quiere que siga gobernando Rajoy, bien en un último intento de investidura, bien en unas nuevas elecciones en que los más de siete millones de fieles fanáticos le renueven su confianza, asustados por lo que ofrece y exige el autoritario gurú de Podemos, y por muchas Aguirre y Barberá que haya.
Y ha pasado de negarse a hablar con el PSOE en tanto no dejase de negociar con Ciudadanos, a constituirse en paladín de toda negociación con todo quisque. Un caso de soberbia psiquiátrica.. Presenta un documento cerrado para humillar al PSOE, como si é fuera el encargado de la investidura por el Rey.
Sus facilonas propuestas económicas se basan en pagar más y no en producir más, mejor y nuevo. Ni una palabra sobre las dificultades mundiales que se avecinan. Él encerrado en su solo juguete.
No sé si los españoles accederían con gusto a que controle el Centro Nacional de Inteligencia.
Tampoco sé si verían con buenos ojos que se erija en garante de la lucha contra la corrupción sin que haya mecanismos que lo controlen a él y a su partido. Páginas web y auditorias del Tribunal de Cuentas tienen todos.
Es triste que la intransigencia, la falta de cordura, y aras de pureza ideológica impidan al menos un avance moderado en la situación de España. Lógicamente, Sánchez le reconducirá a su papel, y tanto en la no muy segura negociación como en la sesión de investidura lo dejará en posición comprometida. Iglesias deberá asumir su parte de culpa.
Negociar es ceder. De acuerdo. Pero no se puede ceder en nada esencial. Ni unos ni otros. Por ello es previsible que un acuerdo PSOE-Podemos no alcanzará puerto. Salvo que ambos cedan más de lo decente llevados por sus ansias de saborear el poder. Y dejémonos ya de deformaciones y falsas percepciones. Pueden negociar y llegar a acuerdos dos que discrepan, pero no dos que no se pueden ver, que es la realidad de lo que les ocurre al PSOE y a Podemos.
Ah, y supongo que Iglesias se seguirá postulando también como portavoz del Gobierno. Una fuente de conflictos permanentes a añadir a la propuesta inasumible que ha presentado Iglesias. Mejor déjenlo y los españoles dirán.
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