LA IGLESUELA DEL CID
El siguiente alto en el camino sería en la Iglesuela del
Cid, un pueblo que no habíamos pensado visitar, pero que aconsejados por la
dueña del establecimiento donde nos hospedábamos en Morella, decidimos
comprobar en vivo y en directo que, efectivamente valía la pena pasar allí unas
pocas horas. Nos había dicho la señora:
-Tenéis que visitar la
Iglesuela…. La verdad es que vale la pena… Yo me pasaría horas viendo las
cornisas de sus edificios… De madera torneada todas son distintas y no sabes cuál
es más bonita…
Aparcamos el coche en la carretera que cruza el pueblo y que
por donde ya habíamos pasado por la mañana en sentido contrario. Cogimos la
primera calle que hacía un poco de cuesta y lo primero que nos sorprendió fue
el puente que prácticamente impedía pasar sino era por un pequeño ojo que había
justo en la parte central. Con toda seguridad estábamos en el lecho de una
pequeña riera.
Subimos por una cuesta paralela al puente y una vez arriba,
justo enfrente vimos una torre (llamada de los Nublos del s. XIII) y el campanario de la Iglesia de la Purificación
(siglo XVIII). Pero antes nos paramos para ver una extraña construcción que
había al lado del paso del puente: una fuente cubierta. Es decir, una
construcción abierta por dos de sus lados que en su interior albergaba una
fuente del siglo XIX, conocida como la Fuente Nueva.
Continuamos por aquella calle y enseguida vimos un gran
edificio con uno de sus famosas cornisas y justo a su lado otra de todavía más
imponente; la casa Aliaga en cuyos bajos se encuentra la oficina de turismo. De
todas formas decidimos ir hacia la derecha en busca de la puerta de acceso a la
iglesia. Cruzamos un portal y nos encontramos con el rincón más notable del
pueblo: el edifico que alberga el ayuntamiento porticado hacia el interior de
la plaza (s. XVI), la fachada principal de la iglesia y la casa Blinque (anterior
al s. XVI) i que tiene adosado un escudo del Temple. En este preciso lugar un
día albergó el antiguo castillo templario del cual todavía conserva la torre y
las mazmorras.
Un pequeño callejón en forma de ‘4’ nos lleva a una de sus
principales calles. Justo en este lugar la entrada de la Hospedería que ocupa en
parte el palacio Matutano-Daudén construido en el siglo XVIII. Esta calle se
llama de Ondevilla y también tiene edificios destacables como la casa de las
Notarías (s. XVI) y como no, con sus correspondientes cornisas y en alguno de
ellos incluso blasones.
Al final de la calle encontramos el barranco del Canto, que
cruza el pueblo, mientras un rebaño de ovejas venía hacia nosotros. El cauce
del barranco contiene pequeños huertos delimitados por márgenes de piedra en
seco con la peculiaridad de que las piedras superiores están colocadas en
vertical, una característica de este territorio. El pueblo continúa al otro
lado del barranco, pero no llegamos hasta allí.
Volvimos a subir y nos encontramos con la plaza que hay
justo detrás de la iglesia. Una puerta con arco abiertas en lo fue la antigua
muralla, nos abrió paso a otra plaza, esta de dimensiones más pequeñas. Y como
no, nuevos edificios (los palacios renacentistas Aliaga y Guijarro) con nuevas
cornisas y nuevos escudos heráldicos. Allí mismo, otra puerta nos volvía a dar
acceso al barranco. En el medievo debió de ser una de las principales puertas
de entrada a la población. Todavía tuvimos tiempo de pasar por delante del antiguo
hospital reconvertido en Casa Santa Pau que conserva su elegante portal con un
blasón en su parte superior y la casa de los Agramunt de estilo barroco.
Entonces decidimos hacer un alto en el camino y entramos en
un bar para recuperar fuerzas. En su entrada había un portal de piedra y en su
piedra angular (o clave) tenía gravadas dos cruces de ocho beatitudes junto con
una fecha: 1760.
Dimos por terminada nuestra visita a la Iglesuela y, la
verdad, hay que dar la razón a la propietaria de los apartamentos: ¡Mereció la
pena!
Nos dirigimos hacia Morella y antes de llegar nos topamos
con una gran vista panorámica de la ciudad amurallada mientras caía la tarde y
se ponía el sol.
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