BORDÓN
Salimos de Morella hasta el cruce de Villores. A la entrada del pueblo cogimos una sinuosa carretera (camino asfaltado sería mucho más apropiado) desde donde pudimos contemplar unos espléndidos paisajes.
Luco de Bordón. |
Pero antes de llegar a nuestro destino tuvimos una agradable sorpresa: Luco de Bordón, un pequeño pueblo del que no teníamos constancia y que tiene en el edificio renacentista que alberga el ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista de principios del siglo XVII sus edificios más destacados. Mientras que a lo lejos divisamos una enigmática figura que tenía la forma de un castillo en ruinas, pero de hecho se trataba de la loma del Morrón.
Abandonamos la carretera en un cruce a la izquierda para coger otra igual de sinuosa hasta llegar a Bordón. Aparcamos el coche en la parte alta accediendo por estrechas callejuelas.
Enseguida me di cuenta de un elemento característico: muchas casas tenían una placas de cerámica con frases alusivas a la personas y a los acontecimientos del lugar.
Después de descender pasando por debajo de un arco (posiblemente perteneciente a la antigua muralla), finalmente llegamos a la famosa iglesia de Bordón, de la que tanto habla mi amigo el escritor Jesús Ávila Granados (creo recordar que fue al primero que entrevisté para La Ventana), pero también nuestro compañero Antonio José Calvo Conesa, destinado actualmente en Villareal y también D. Juan, un maestro que ejerció primero en La Galera y luego en Amposta, los dos originarios de esta población.
Nada más llegar nos encontramos al cura que acababa de oficiar misa y que se iba a toda prisa a otro pueblo vecino. Nos preguntó si queríamos ver la iglesia y le respondí que a eso habíamos ido.
-Acercaros al bar y pedid las llaves –me dijo antes de alejarse con su coche-.
También vinieron hacia nosotros dos niñas de unos ocho años atraídas por nuestra perra Electra que también nos preguntaron por lo mismo.
Una de ellas nos dijo:
-Voy a buscar a mi abuela que es quien tiene las llaves.
No hizo falta. Un grupo de personas, encabezadas por la Sra. Francisca (Paquita) Cebrián, se dirigían hacia la entrada de la iglesia y nos incorporamos al grupo.
Después de presentarse, Paquita nos explico todos los pormenores del templo consagrado a la Virgen de la Carrasca, pero en contra de lo que podría parecer, desde una vertiente más laica y esotérica que religiosa.
El día anterior habíamos quedado con unos amigos de Ulldecona que nos encontraríamos en Bordón. Ellos cogieron otra ruta y se entretuvieron en La Mata de Morella. Llegaron a la iglesia de Bordón justo cuandoPaquita estaba a punto de dar por terminada la visita.
Afuera, en la plaza, las dos niñas habían estado cuidando de nuestra perra y, al salir, se ofrecieron a enseñarnos el pueblo.
El primer destino fue la casa de su abuela, que elabora y vende miel (sus etiquetas tienen estampada la loma de Morrón) y después de enseñarnos unas viejas casas de las afueras del pueblo, nos detuvimos alrededor del arco nuevo por el que se accede al casco urbano.
Aquí decidimos dar por terminada nuestra visita, no sin antes agradecer a las amables niñas todas sus atenciones. Había llegado la hora de comer.
Al comienzo de este escrito decía que explicaría el contratiempo que originó que destináramos a Bordón parte de nuestro segundo día.
Antes de salir me hablaron maravillas de Casa Matilde en Tronchón. Casa Matilde no es un restaurante propiamente dicho, yo lo calificaría como casa de comidas. De hecho, en el rótulo de entrada la palabra restaurante no figura para nada.
Llamé para reservar mesa para el sábado (imprescindible hacerlo), pero estaba completo, así que les pregunté si podía ser para el domingo, a lo que me respondieron afirmativamente.
De Tronchón y de casa Matilde ya hablaré en mi próxima parada.
https://es.wikipedia.org/wiki/Luco_de_Bord%C3%B3n
http://www.jesusavilagranados.es/
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