PRIMERA ETAPA: VILLAROBLEDO
He muchos años que mi mujer insistía en ir a Cádiz y visitar, entre otras poblaciones, los denominados Pueblos Blancos que se encuentran en la sierra gaditana.
Cuando viajamos nos gusta improvisar bastante, pero hay cosas que las tienes que dejar atadas de antemano, como por ejemplo los alojamientos, ya que viajar con nuestra perra Electra nos condiciona mucho; desgraciadamente sólo una minoría de hoteles en España aceptan mascotas. Encontramos un apartamento en Vistahermosa, un barrio del Puerto de Santa María donde, evidentemente, admitían perros.
Pero como la distancia entre Amposta y Puerto de Santa María es muy grande optamos, tanto en la ida como en la vuelta, por realizar una parada más o menos a mitad del camino. Así, en la ida paramos dos noches en Villarobledo (Albacete) y en la vuelta hicimos lo mismo en Tomelloso (Ciudad Real), siempre, claro está, en establecimientos que admitían mascotas.
Llegamos a Villarobledo a la hora de comer y por la tarde fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Después de aparcar llegamos a la plaza Ramón y Cajal donde se encuentra la sede del Ayuntamiento, de estilo renacentista y la iglesia de San Blas (románico, gótico y barroco), a parte de muchos establecimientos dedicados a la restauración, un lugar ideal para picar alguna cosa.
Otros edificios destacados de la población son: El Círculo Mercantil e Industrial (estaba acogiendo una Feria de Novios), la Iglesia de S. Sebastián y los monasterios de la Purísima Concepción y S. Bernardo y el de Santa Clara, con la iglesia de S. Juan. A parte, y expandidas por el casco antiguo, hay diversas casas solariegas de hermosos portales.
Villarobledo se hizo internacionalmente conocida por el festival Viñarock que comenzó a organizarse en el año 1996.
Durante nuestra estancia tenía lugar la Feria de la Vendimia. El momento más destacado del sábado fue el baile de la jota llevado a cabo por diversas parejas ataviadas con el traje típico.
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