dissabte, 6 d’abril del 2013

Españoles todos

Moncho Alpuente.

¿Qué es España?, ¿Cuántas Españas hay? Mencione tres productos de la marca España. ¿Qué es la Roja? ¿Cuántos eran los Reyes Católicos? ¿Quién escribió el Quijote? ¿Quién descubrió América? ¿Qué es una hipoteca?. Señale sobre el mapa los límites de España. Delimite sobre el mapa las fronteras autonómicas ¿En qué provincia española se sitúa Gibraltar? ¿Son españoles los catalanes? Conjugue el pretérito imperfecto del verbo desahuciar. ¿Qué es un ERE? ¿Quién escribió los papeles de Bárcenas? ¿Qué es una infanta?, ¿Cuál es el parentesco entre Iñaki Urdangarín y el rey de España?. ¿ Cómo se llama el seleccionador español de fútbol? ¿En qué comunidad española se fundó el Banco de Santander?
Estas serán algunas de las preguntas del examen de español para extranjeros (EEE), obligatorio dentro de poco para conseguir la nacionalidad española, que un comité de sabios y políticos ( 5 sabios y 7 políticos) redacta estos días, un cuestionario que servirá para marcar el arraigo de los candidatos a la españolidad. Tarea ardua y espinosa que plantea algunos problemas previos, por ejemplo: ¿Si el candidato solicita la nacionalidad en Barcelona el examen de españolidad se hará en catalán? (léase, euskera, gallego, valenciano…). ¿Serían capaces los ciudadanos españoles nativos de responder correctamente a la primera pregunta: ¿Qué es España?, ¿Cuál es la respuesta correcta?.
Es urgente nacionalizar cuanto antes a cuantos más ciudadanos mejor para paliar el vaciamiento progresivo del país por la creciente emigración y prevenir la probable deserción, por ejemplo, de esos ciudadanos catalanes que a la pregunta del cuestionario: ¿Son españoles los catalanes? respondería negativamente y suspendería a conciencia. En la certeza de que si tuvieran que someterse obligatoriamente a este examen de españolidad muchos españoles suspenderían también, los miembros del comité se están planteando realizar la evaluación y medir el arraigo de los examinandos en forma de test:
¿Qué es España?: A/ Una unidad de destino en lo universal. B/ Un país de la Unión Europea. C/  ¿Y tú me lo preguntas? España eres tú.
¿Cuál de estos tres productos no pertenece a la marca España?
A/ El jamón de Jabugo. B/ La paella. C/ la sanidad pública.
¿Qué es “La Roja”? A/ La selección española de fútbol. B/ El alias de Ada Colau. C/Una variedad de naranja sanguina.
Una vez superado el test de españolidad, el catecúmeno tendrá que realizar un solemne juramento de fidelidad al Rey, lo que excluye a los posibles candidatos republicanos. Algunos miembros del comité de sabios proponen también introducir un juramento de fidelidad a la Iglesia Católica o al menos a la fe cristiana para reforzar el arraigo, pero de momento la cuestión sigue en el aire. Tras el juramento de fidelidad el nuevo español repetirá tres veces golpeándose el pecho “Ya soy español, español, español” y tarareará al menos tres estrofas del himno nacional.
En diferentes ciudades españolas, academas y universidades privadas preparan cursos de iniciación a la españolidad que garantizan aprobar los correspondientes exámenes de nacionalización, aunque, como habrán podido apreciar en las anteriores líneas, las preguntas cruciales del cuestionario ya han empezado a filtrarse y dentro de poco podrán bajarse de Internet de forma gratuita. Hecha la ley, hecha la trampa, reza un sabio axioma de la gramática parda de la lengua española, y aquí, hacer trampas no está mal visto, a no ser que te vean, según las españolísimas leyes de la picaresca que siguen vigentes.
Pero hay otra vía para españolizarse, desde hace poco la nacionalidad española se vende al módico precio de 250.000 euros que hay que invertir en la adquisición de una propiedad inmobiliaria en territorio español. Es un procedimiento caro pero selectivo que producirá españoles de primera calidad y excluirá a inmigrantes subsaharianos  que no tienen, literalmente, donde caerse muertos. Un nuevo artículo de la inviolable Constitución lo ratificará dentro de poco: Es español todo aquél que compre una vivienda en España de más de 250.000 euros y pague puntualmente los plazos de la hipoteca. El impago de tres cuotas conllevará la pérdida de la propiedad y de la nacionalidad adosada a la misma.

divendres, 5 d’abril del 2013

2a SORTIDA XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA I













EL FINANÇAMENT CORRECTE



Va dir ahir el Ministre Montoro que Catalunya mereixia un finançament correcte. Però, què hauríem d’entendre per finançament correcte?
Un finançament correcte hauria de ser aquell que permetés a la Generalitat de Catalunya cobrir totes les necessitats dels seus ciutadans i permetre créixer el país dintre dels paràmetres  adequats.
A l’hora de parlar de finançament, des del meu punt de vista hi ha dos factors importants que condicionen (o haurien de condicionar) l’import total de els transferències Estat-Generalitat:

1.        Les competències de l’estat traspassades al llarg dels anys.
Ara per ara, la Generalitat de Catalunya forma part de l’estructura de l’estat espanyol, per tant, en totes aquelles competències que té assumides, ha de suplir a l’estat a l’hora d’administrar, educar, curar, invertir, protegir, etc. Per tant, per a que tot aquest sistema funcioni, el govern d’Espanya no hauria de dedicar ni un euro menys que els que se suposa li constaria e ell mantenir la mateixa estructura. Però un dels errors més sovint comesos ha estat transferir competències sense haver quantificat i dotat el muntant total per a cobrir la despesa. Si això s’hagués fet així, la Generalitat no hauria d’haver patit problemes de finançament i no caldria d’estar revisant el sistema cada dos per tres.  

2.        L’actual conjuntura econòmica de crisi.
S’ha de ser conscient que, desgraciadament, en aquesta època de retallades generalitzades que ens toca viure, la Generalitat ha de retallar seguint els indicacions de l’estat central que, a la vegada, està supeditat a les ordres que rep d’Europa. Per tant, en aquest cas, l’import del finançament hauria de fluctuar atenen a diverses variables, entre elles, les que han de permetre reduir el deute públic dintre dels límits fixats.
En aquest segon punt s’hi podrà estar d’acord o no, però com es diu col·loquialment, és el que hi ha. Estar clar que el sistema de finançament podria millor substancialment apropant-lo al màxim al concert econòmic que tenen les comunitats forals del País Basc i Navarra, es a dir, permetent que l’Agència Tributària Catalana pugui recaptar tots els impostos (estatals, autonòmics i transferits) i després liquidar amb el govern central la diferència positiva resultat.  

Hay que cargarse a Ada Colau

Juan José Téllez

España entera es un escrache. Los harekrishna del neoliberalismo aprovechan la rendija de los televisores para colarse en nuestras salitas de estar con pegatinas del déficit cero y el conocido mantra de “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”, mientras parece ser que la herencia millonaria del Rey también veranea en Suiza.
La muchachada antidesahucios increpa a los representantes de la soberanía popular cuando desayunan en la tasca de la esquina, con la misma querencia que los candidatos daban la brasa al pueblo soberano visitando sus bares y plazas de abastos, entre octavillas del vótame, vótame mucho y cartelitos de verás que guay soy o yo he nacido para resolver tus problemas o, en todo caso, para creártelos.
En el español de mi barrio, eso del escrache, ese palabro tan lunfardo, tan inglés, tan genovés, debe significar lo mismo que meterle una bulla a alguien. Y surgió en Argentina y en Uruguay para avergonzar en público a quienes permitieron que, durante las dictaduras, se torturase en privado. Claro que algunos contertulios identifican dicho movimiento con sus antípodas, con la noche de los cuchillos largos; con la misma propiedad que el obispo de San Sebastián califica al aborto como un holocausto silencioso. Está visto que en España no sólo Toni Cantó se gana la vida con las ocurrencias. Al menos, él no sale del twitter o de los guateques del tea party de UPyD.
Escucho en un viejo microsurco aquella canción portuguesa de Luis Cilia: Contra la idea de violencia, la violencia de la idea. Mejor un alegato que una bronca, un grito que un insulto, un discurso que unos brazos cruzados. Vale que no sea demasiado edificante que unos cuantos indignados se planten ante la casa de un alcalde o en el despacho de cualquier señoría y empiecen a seguirlos para que devuelvan la confianza perdida, su vara de mando o su escaño, aunque sea mediante dación en pago. Pero a fin de cuentas es lo mismo que hace el cobrador del frac y no recuerdo haber leído ninguna columna de prensa comparando a tan pintoresca organización con la kale borroka. Debe ser que el pensamiento único también protege a los profesionales frente a los aficionados. Ocurre con los piquetes informativos que montan los sindicatos en día de huelga: la opinión pública y la opinión publicada les ponen a parir de un burro, pero nadie dice ni pío sobre la presión de los empresarios –muy eficaz y con certificado de calidad– que intentan llenar de silicona la cerradura de los cerebros, con tal de que sus trabajadores no secunden los paros a riesgo de terminar parados.
Ay, barroco mío, con el corazón eternamente helado entre el juez Ruz y el juez Gómez Bermúdez, donde los presidentes sólo existen en las pantallas de plasma y la oposición parlamentaria debe haber quedado aislada por la lluvia a cántaros de la mayoría absolutista. En el país de Luis Barcenas y de Francisco Javier Guerrero, del caso Noos y de Bankia, la consigna parece ser la de que hay que cargarse a Ada Colau, la Pasionaria contra los desahucios, como le llaman sus fieles. La demagoga, como repiten al unísono, entre piropos más rotundos, la división acorazada de la gente de orden. Sus detractores incluso han llegado a compararla, tanto a ella como a Stop Desahucios, con el entorno de ETA porque usa las mismas prácticas de acoso de los batasunos de antaño, que sería lo mismo que asegurar que todas las manifestaciones son iguales o que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo es una especie de herriko taberna si confirma finalmente su fallo en contra de la doctrina Parot.
Probablemente, Ada Colau no sea Santa Rita, patrona de lo imposible, ni Agustina de Aragón ni Mariana Pineda. Pero no nos ha birlado la cartera como los bancos ni hasta ahora nos ha suprimido o congelado los derechos, como la Unión Europea y buena parte de nuestros gobiernos. Y el mayor escrache de este país lo está sufriendo ella por parte de quienes no sólo callan sino que aplauden o justifican que haya familias, sin Constitución que le ampare, expulsadas de una casa que tienen que seguir pagando a no ser que pasen a la clandestinidad de la economía sumergida.
Ahora que quieren examinar de España a los inmigrantes, habríamos de preguntar dónde tenemos que examinarnos para que nos borren de esa España que ensalza al poderoso y criminaliza al vulnerable. Hay que desconfiar de Ada Colau, que algo oculta, nos dicen. Cuando realmente los diputados y senadores que forman parte de la Plataforma de Afectados por el Olvido de Promesas quieren buscarse una coartada para votar en contra de la Iniciativa Legislativa Popular que pretende acabar con la sangría de los desahucios en esta nación de sincurros y sintechos.
Es tan burdo todo que seguramente le saldrá bien al poder. En el fresco de la sociedad de hoy, siempre juega a su favor el trazo grueso. Hay que desactivar a esa muchacha y a su Plataforma de Afectados por la Hipoteca, antes de que acabe desactivando a nuestra Ley Hipotecaria. O, lo que es peor, que su aparente búsqueda de la justicia sea una enfermedad contagiosa y termine extendiéndose a otras plataformas de afectados. Por los recortes en educación y en salud, por los recortes salariales o los recortes de derechos. Cabe recordar que las Adas siempre le ganaron la partida a las madrastras. En un país lleno de Adas Colau, no harían falta los escraches porque los representantes populares sabrían perfectamente a quienes representarían. A los ciudadanos que les pagan con sus impuestos y con sus votos. Y no a los lobbys de quienes les manejan –a ellos y a nosotros—como marionetas de un retablillo en decadencia, que va quedándose definitivamente sin público, como títeres rotos de la dignidad y la vergüenza.