dimecres, 12 de juny del 2013
No son recortes, son reformas
Jorge Moruno
“Los príncipes no sólo rompen las promesas forzadas en cuanto deja de ejercerse la fuerza, sino que tampoco observan las demás promesas cuando desaparecen las causas que les empujaron a hacerlas”. Maquiavelo
Se le suele criticar al gobierno que utiliza constantemente eufemismos para dulcificar lo que realmente quiere hacer y decir, consiguiendo que el impacto en el corazón de la ciudadanía sea menor. Creo que las reformas más que recortar transforman. Recortar significa quitar de algo que se encuentra en un mismo plano, recortar viene a ser lo mismo pero con menos presupuesto y con el acceso más limitado. En cualquier caso, seguimos hablando de una misma realidad pero recortada. Esta lectura muestra el punto negativo de un acto, pero no detecta la función en positivo que supone toda la vasta transformación en el orden de las cosas existentes. Pensar en recortes es pensar en la posibilidad de una vuelta atrás a la normalidad conocida: se recorta o se aumenta pero siempre el péndulo gira en torno al mismo eje.
Las reformas que transforman levantan el ancla y sientan las bases, para una mutación sustancial de los pilares que sostienen nuestro concepto de normalidad. Saldremos de ésta, estamos en un bache, con la que está cayendo y un largo etcétera de chascarrillos que siempre esconden la inocencia de no querer ver que nos encontramos en medio de la transición a un pasaje distinto del capitalismo. Lo que sucede con las pensiones, la educación, la sanidad, la reforma laboral, no se debe a una cuestión de contabilidad, de tanto tienes y tanto gastas. Son en realidad muestras de una misma operación jurídica, ideológica, social y psicológica, que de ninguna manera tiene como objetivo volver atrás cuando se tenga la ocasión, al contrario, busca imponer una cosmovisión y una normalidad totalmente distinta. Partiendo de la destrucción de los derechos se perfila un nuevo modelo de hombre y mujer, que se construye acorde a los tiempos acelerados impuestos por el régimen de las finanzas.
Naturalizar la culpa del fracaso y la pobreza, amplificar la búsqueda de competencia y del éxito, precisa también de un cambio radical en la forma y la función que cumple la maquinaria estatal: se vacía de un tipo de características y se llena con otras de orden diferente. Todas las instituciones trabajan en facilitar el traspaso de la riqueza colectiva, ya sea pública como las pensiones o común como las costas, a manos de la especulación financiera bajo el imperativo de sacar unas cuentas que lejos de ser técnicas, destilan ideología por todos los poros.
En esta tesitura apelar al consenso, a la posibilidad de negociar algo no solo resulta imposible, también es hacer el ridículo hasta límites insospechados. Son como los vagabundos que se pasan día y noche esperando a que llegue un tal Godot, pero eso nunca sucede ni va a suceder. En lugar de sentarse en las mesas de expertos para legitimar las barbaridades del gobierno creyendo que existe algo llamado pacto social, deberían estar organizando comedores populares en las plazas de cada ciudad y llamando a la desobediencia masiva. Hasta ahora todo va bien parecen pensar algunos; pero todos sabemos que lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.
“Los príncipes no sólo rompen las promesas forzadas en cuanto deja de ejercerse la fuerza, sino que tampoco observan las demás promesas cuando desaparecen las causas que les empujaron a hacerlas”. Maquiavelo
Se le suele criticar al gobierno que utiliza constantemente eufemismos para dulcificar lo que realmente quiere hacer y decir, consiguiendo que el impacto en el corazón de la ciudadanía sea menor. Creo que las reformas más que recortar transforman. Recortar significa quitar de algo que se encuentra en un mismo plano, recortar viene a ser lo mismo pero con menos presupuesto y con el acceso más limitado. En cualquier caso, seguimos hablando de una misma realidad pero recortada. Esta lectura muestra el punto negativo de un acto, pero no detecta la función en positivo que supone toda la vasta transformación en el orden de las cosas existentes. Pensar en recortes es pensar en la posibilidad de una vuelta atrás a la normalidad conocida: se recorta o se aumenta pero siempre el péndulo gira en torno al mismo eje.
Las reformas que transforman levantan el ancla y sientan las bases, para una mutación sustancial de los pilares que sostienen nuestro concepto de normalidad. Saldremos de ésta, estamos en un bache, con la que está cayendo y un largo etcétera de chascarrillos que siempre esconden la inocencia de no querer ver que nos encontramos en medio de la transición a un pasaje distinto del capitalismo. Lo que sucede con las pensiones, la educación, la sanidad, la reforma laboral, no se debe a una cuestión de contabilidad, de tanto tienes y tanto gastas. Son en realidad muestras de una misma operación jurídica, ideológica, social y psicológica, que de ninguna manera tiene como objetivo volver atrás cuando se tenga la ocasión, al contrario, busca imponer una cosmovisión y una normalidad totalmente distinta. Partiendo de la destrucción de los derechos se perfila un nuevo modelo de hombre y mujer, que se construye acorde a los tiempos acelerados impuestos por el régimen de las finanzas.
Naturalizar la culpa del fracaso y la pobreza, amplificar la búsqueda de competencia y del éxito, precisa también de un cambio radical en la forma y la función que cumple la maquinaria estatal: se vacía de un tipo de características y se llena con otras de orden diferente. Todas las instituciones trabajan en facilitar el traspaso de la riqueza colectiva, ya sea pública como las pensiones o común como las costas, a manos de la especulación financiera bajo el imperativo de sacar unas cuentas que lejos de ser técnicas, destilan ideología por todos los poros.
En esta tesitura apelar al consenso, a la posibilidad de negociar algo no solo resulta imposible, también es hacer el ridículo hasta límites insospechados. Son como los vagabundos que se pasan día y noche esperando a que llegue un tal Godot, pero eso nunca sucede ni va a suceder. En lugar de sentarse en las mesas de expertos para legitimar las barbaridades del gobierno creyendo que existe algo llamado pacto social, deberían estar organizando comedores populares en las plazas de cada ciudad y llamando a la desobediencia masiva. Hasta ahora todo va bien parecen pensar algunos; pero todos sabemos que lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.
dimarts, 11 de juny del 2013
QÜESTIÓ D’OUS
Segurament ho havia escoltat alguna vegada,
però no ho recordo amb exactitud. Resulta ser que un dels lleons que hi
ha a la porta principal del Congrés dels Diputats, la que només sobre per
a les grans ocasions, no te ous. O sigui testicles, collons... M’enteneu?
Explica la història que aquests lleons es
van esculpir a partit d’uns canons que va prendre l’exèrcit espanyol
al marroquí. El que no sé, és si els hi va faltar un porcí de metall per
a completar la seva masculinitat o, simplement, va ser un oblit de l’artista.
Ara resulta que, per iniciativa del Canal
Història, el Festival Iberoamericà de la Comunicació Publicitària, ha donat
un premi per a col·locar-los-hi. I es clar, això a mi em genera una sèrie
de dubtes. Per a què necessita el lleó els collons si el que té al seu
costat també és mascle? O és que ara els hi portaran una lleona per a fecundar?
Es pot arribar a fecundar una lleona de metall? O és que té complex d’inferioritat
en veure que l’altre té i ensenya els seus atributs a tots els vianants
que s’apropen a veure’ls? (em refereixo als lleons, però potser a
partir d’ara els ous seran el gran atractiu)
És inert a la condició animal, que els mascles
dominants competeixin entre si per una femella o un territori. Sovint,
a aquesta lluita de vegades un tant desigual, sé sol resumir de la següent
manera: a veure qui la té més grossa o més llarga o qui té més collons...
En canvi, la bellesa o lletgesa dels atributs masculins no sol ser important
quasi que mai o potser és perquè és molt difícil d'establir quin són bonics i quins lletjos. No?
Els polítics locals, seguint les tradicions
ancestrals, solen rivalitzar entre ells a l’hora d’aconseguir coses que
milloren els aspectes de la seva ciutat o poble. Aquestes lluites, de vegades
sense gaire sentit, solen causar més mal que bé, però tot sigui per demostrar-li
a l’altre que és més home que ell.
Quan veig coses així sento pena per la condició
humana i em pregunto el motiu pel qual no hi fiquin més ous a l’hora,
per exemple, de treure’ns de la crisi evitant així el patiment de moltes
famílies.
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