divendres, 5 d’abril del 2013

Hay que cargarse a Ada Colau

Juan José Téllez

España entera es un escrache. Los harekrishna del neoliberalismo aprovechan la rendija de los televisores para colarse en nuestras salitas de estar con pegatinas del déficit cero y el conocido mantra de “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”, mientras parece ser que la herencia millonaria del Rey también veranea en Suiza.
La muchachada antidesahucios increpa a los representantes de la soberanía popular cuando desayunan en la tasca de la esquina, con la misma querencia que los candidatos daban la brasa al pueblo soberano visitando sus bares y plazas de abastos, entre octavillas del vótame, vótame mucho y cartelitos de verás que guay soy o yo he nacido para resolver tus problemas o, en todo caso, para creártelos.
En el español de mi barrio, eso del escrache, ese palabro tan lunfardo, tan inglés, tan genovés, debe significar lo mismo que meterle una bulla a alguien. Y surgió en Argentina y en Uruguay para avergonzar en público a quienes permitieron que, durante las dictaduras, se torturase en privado. Claro que algunos contertulios identifican dicho movimiento con sus antípodas, con la noche de los cuchillos largos; con la misma propiedad que el obispo de San Sebastián califica al aborto como un holocausto silencioso. Está visto que en España no sólo Toni Cantó se gana la vida con las ocurrencias. Al menos, él no sale del twitter o de los guateques del tea party de UPyD.
Escucho en un viejo microsurco aquella canción portuguesa de Luis Cilia: Contra la idea de violencia, la violencia de la idea. Mejor un alegato que una bronca, un grito que un insulto, un discurso que unos brazos cruzados. Vale que no sea demasiado edificante que unos cuantos indignados se planten ante la casa de un alcalde o en el despacho de cualquier señoría y empiecen a seguirlos para que devuelvan la confianza perdida, su vara de mando o su escaño, aunque sea mediante dación en pago. Pero a fin de cuentas es lo mismo que hace el cobrador del frac y no recuerdo haber leído ninguna columna de prensa comparando a tan pintoresca organización con la kale borroka. Debe ser que el pensamiento único también protege a los profesionales frente a los aficionados. Ocurre con los piquetes informativos que montan los sindicatos en día de huelga: la opinión pública y la opinión publicada les ponen a parir de un burro, pero nadie dice ni pío sobre la presión de los empresarios –muy eficaz y con certificado de calidad– que intentan llenar de silicona la cerradura de los cerebros, con tal de que sus trabajadores no secunden los paros a riesgo de terminar parados.
Ay, barroco mío, con el corazón eternamente helado entre el juez Ruz y el juez Gómez Bermúdez, donde los presidentes sólo existen en las pantallas de plasma y la oposición parlamentaria debe haber quedado aislada por la lluvia a cántaros de la mayoría absolutista. En el país de Luis Barcenas y de Francisco Javier Guerrero, del caso Noos y de Bankia, la consigna parece ser la de que hay que cargarse a Ada Colau, la Pasionaria contra los desahucios, como le llaman sus fieles. La demagoga, como repiten al unísono, entre piropos más rotundos, la división acorazada de la gente de orden. Sus detractores incluso han llegado a compararla, tanto a ella como a Stop Desahucios, con el entorno de ETA porque usa las mismas prácticas de acoso de los batasunos de antaño, que sería lo mismo que asegurar que todas las manifestaciones son iguales o que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo es una especie de herriko taberna si confirma finalmente su fallo en contra de la doctrina Parot.
Probablemente, Ada Colau no sea Santa Rita, patrona de lo imposible, ni Agustina de Aragón ni Mariana Pineda. Pero no nos ha birlado la cartera como los bancos ni hasta ahora nos ha suprimido o congelado los derechos, como la Unión Europea y buena parte de nuestros gobiernos. Y el mayor escrache de este país lo está sufriendo ella por parte de quienes no sólo callan sino que aplauden o justifican que haya familias, sin Constitución que le ampare, expulsadas de una casa que tienen que seguir pagando a no ser que pasen a la clandestinidad de la economía sumergida.
Ahora que quieren examinar de España a los inmigrantes, habríamos de preguntar dónde tenemos que examinarnos para que nos borren de esa España que ensalza al poderoso y criminaliza al vulnerable. Hay que desconfiar de Ada Colau, que algo oculta, nos dicen. Cuando realmente los diputados y senadores que forman parte de la Plataforma de Afectados por el Olvido de Promesas quieren buscarse una coartada para votar en contra de la Iniciativa Legislativa Popular que pretende acabar con la sangría de los desahucios en esta nación de sincurros y sintechos.
Es tan burdo todo que seguramente le saldrá bien al poder. En el fresco de la sociedad de hoy, siempre juega a su favor el trazo grueso. Hay que desactivar a esa muchacha y a su Plataforma de Afectados por la Hipoteca, antes de que acabe desactivando a nuestra Ley Hipotecaria. O, lo que es peor, que su aparente búsqueda de la justicia sea una enfermedad contagiosa y termine extendiéndose a otras plataformas de afectados. Por los recortes en educación y en salud, por los recortes salariales o los recortes de derechos. Cabe recordar que las Adas siempre le ganaron la partida a las madrastras. En un país lleno de Adas Colau, no harían falta los escraches porque los representantes populares sabrían perfectamente a quienes representarían. A los ciudadanos que les pagan con sus impuestos y con sus votos. Y no a los lobbys de quienes les manejan –a ellos y a nosotros—como marionetas de un retablillo en decadencia, que va quedándose definitivamente sin público, como títeres rotos de la dignidad y la vergüenza.

dijous, 4 d’abril del 2013

NI ÈTICA, NI MORAL, NI RES QUE S’HI ASSEMBLI

Diu la llei que un polític no pot ocupar un càrrec a una empresa privada dels mateix sector del que ha tingut responsabilitats fins després de 2 anys d¡abandonar el càrrec. Des del meu punt de vista hauria d’estar totalment prohibit que una persona amb responsabilitats polítiques en un sector determinat pogués acabar a nòmina d’una empresa privada del mateix sector.
Ja sabeu que diu la dita: la dona de César, a més de ser honrada, ho ha de semblar.  A alguns polítics ni els importa semblar-ho ni encara menys ser-ho.  El darrer cas ha estat el de Manuel Lamela, exconseller de Sanitat del govern de Madrid que acaba de recaure a l’empresa Assignia Infraestructures, sòcia de l’Hospital del Tajo, que el mateix Lamela va privatitzar en el seu dia. Si fem una mica de memòria (tampoc cal tanta) recordarem que Juan Manuel Güemes, que també va ser Conseller de Salut de la Comunitat Autònoma de Madrid, fa uns mesos va estar a punt de fer la mateixa jugada. Només la repercussió mediàtica que va tenir el cas van fer-li fer marxa enrere. Güemes, que en el seu dia va ser votat com el diputat més guapo de l’Assemblea de Madrid és gendre de Carlos Fabra (el de l’Aeroport de Castelló) i marit de l’Andrea, aquella diputada del PP que va dir allò de que se jodan. I sembla ser que, segons les males llengües, amant de l’expresidenta Esperanza Aguirre. Aquests han estat els casos més flagrants, però n’hi duen d’haver molts que no coneixem perquè simplement no han transcendit a l’opinió pública.
De totes formes, hi ha casos com els dels expresidentes Felipe González i José María Aznar que han anar ha parar als consells d’administració d’empreses elèctriques o Rodrigo Rato que va ser fitxat per Movistar (anteriorment Telefònica)
Els pitjors de tots però, son els presumptes. Els que han estat imputats en casos de corrupció o se’ls ha relacionat amb amistats perilloses. Un cas flagrant és el del president de la Xunta de Galícia Alberto Núñez Feijoo de qui s’acaben de publicar unes fotos de la dècada dels anys 90 on se’l veu acompanyat per un conegut contrabandista que avui està tancat a la presó. Encara que ho negui tot (com no!) el sol fet de no haver sabut donar explicacions creïbles sobre la seva relació, hauria de ser motiu suficient per a renunciar al seu càrrec i retirar-se de per vida de qualsevol activitat política.
Tampoc és ètica l’existència dels polítics professionals. HI ha polítics que mai han passat per cap empresa privada. De ben joves van començar a treballar per al partit i després van veure recompensat el seu esforç entrant a formar part d’una llista electoral. Una vegada han ocupat un càrrec públic s’han anat perpetuant o bé se’ls ha promocionat a un altre lloc de més responsabilitat. També els hi ha que simultaniegen diversos càrrecs en conselles d’administració, patronats, etc.
Si s’acotés el temps màxim que un pot arribar a viure de la política, no caldria el sistema de llistes obertes com reclamen alguns per a regenerar els sistema. El temps màxim que s’hauria d’ocupar un càrrec hauria de ser 8 anys i com a molt 8 anys més ocupant un càrrec de rang més alt. 16 anys en política ja em semblen més que suficients. En canvi hi ha polítics que es passen tota la vida ocupant càrrecs de confiança i orgànics, sense cap experiència professional lluny de la protecció del partit.
El que és força evident és que quan un polític toca poder, sinó és que perd la confiança del seu partit, la seva activitat pública perdura durant diverses dècades.
I que s’ha de fer per a no perdre la confiança del partit? Simplement dir a tot. No apartar-se mai de les directrius que marca el partit i, d’haver una disputa pel lideratge, saber escollir el cavall guanyador i donar-li des de el primer moment suport incondicional.
Si em posés a fer una llista de polítics que conec de les diferents categories, segurament en posaria uns quants.    

PAISATGES DEL NOSTRE TERRITORI. TORTOSA













Máster en Corruptología Comparada

Antonio Aveldaño

Caso Bárcenas. Caso ERES. ¿Cuál de ellos es más escandaloso, cuál más repugnante? ¿Quién sale peor parado en la comparación, el Partido Popular o el Partido Socialista? ¿La dirección de Génova 13 o la dirección de la Junta de Andalucía? Los hoolligans de uno u otro bando no tienen dudas: ¡Por supuestísimo que la corrupción de los adversarios es infinitamente más grave y escandalosa! Dónde va a parar, por favor. Seamos serios. Donde esté Luis Bárcenas con sus cuentas en Suiza que se quite Javier Guerrero con su suegra prejubilada. Donde esté en dinero detraído a los pobres parados que se quite el dinero robado al pobre Partido Popular…
Los ciudadanos nos hemos visto obligados a hacer a toda velocidad un máster en Corruptología Comparada. Nuestros profesores han sido gente de primera línea, con grandes currículum, expertos con una sólida formación teórica y sobre todo práctica, principalmente políticos y banqueros con un alto grado de solvencia en sus respectivas trayectorias de latrocinio y formados todos ellos en una de las universidades con mayor reconocimiento internacional en la materia, una universidad conocida indistintamente por los nombres de España, Estado español o Este País.
¿Bárcenas o ERES? ¿ERES o Bárcenas? Difícil decisión. Se trata de dos buenos trabajos y no es fácil premiar a uno de ellos. Nos pasa con esto como con los Oscar de Hollywood en esos años con una cosecha cinematográfica especialmente buena. Bárcenas es un maestro en su género y Guerrero lo es en el suyo. En todo caso, a ambos los han pillado de carambola, casi por casualidad, por una mala jugada del destino, como ocurría en ‘Atraco perfecto’. Con un poco más de suerte ni Luis ni Javier tendrían ahora problemas con la justicia. Ni estarían pasando la vergüenza y los apuros que están pasando tantos militantes del Partido Popular y del Partido Socialista.
Con un poco más de suerte los ciudadanos no tendríamos que vernos obligados a elegir entre uno y otro caso. Con un poco más de suerte, con un país un poco mejor, con unos medios de comunicación un poco más ecuánimes, con una ética civil un poco más severa ni siquiera se plantearía este sucio debate que tanto gustan de plantear muchos dirigentes de ambos partidos en un vano intento de convencer a los ciudadanos de que el otro ha sido más corrupto. Los dirigentes del PP y el PSOE que hacen tal cosa tienen el siguiente problema: que no están entendiendo nada ni están sabiendo leer los labios resecos y el corazón cansado de los españoles.
Con un poco más de suerte y algo de voluntad simplemente nos avergonzaríamos por igual de ambos casos, simplemente querríamos que los jueces hicieran su trabajo bien y pronto, simplemente habríamos exigido a los dos partidos que hicieran algo práctico y decente para que nada de lo ocurrido pueda repetirse. No queremos oírles decir que la corrupción del de enfrente es mucho más grave y repugnante que la propia. Queremos oírles decir: este partido está profundamente avergonzado de lo ocurrido y por eso ha decidido hacer esto y esto y esto otro para asegurarse de que eso que ha ocurrido no vuelva a ocurrir jamás. Mientras tanto, ¡ay mientras tanto! Mientras tanto ¡ay de España, ay del Estado español y ay de Este País! Mientras tanto ¡ay del PSOE y ay del PP! Mientras tanto !ay de todos nosotros!