Santiago González
Dolores de Cospedal dijo hace un mes que su partido «es la única voz contra los populismos,
la demagogia y los personalismos».
El fin de semana pasado, Rajoy prometía «cosas de personas normales» frente al populismo.
O sea, José Antonio Monago, presidente de Extremadura. Los tres parlamentarios de IU que lo auparon, a pesar del disgusto de Cayo Lara, ya sabían lo que se hacían. Ayer, 84 aniversario de la proclamación de la II República, Monago tuvo un gesto con la peña, en plan memoria histórica:
todas sus paisanas nacidas antes del 1 de enero de 1941 recibirán una paga anual de 300 euros, siempre que sus ingresos no hubieran superado los 7.455 euros en 2013. Son mujeres que según Monago padecieron las secuelas de la Guerra Civil y a las que se debe «una compensación histórica por sus sacrificios».
Como puede verse, en España hay algo más transversal aún que la corrupción y es la estupidez. Al parecer, la guerra y el franquismo están vivos para Monago, aunque no se entiende por qué la discriminación
por razón de sexo y de comunidad. Cabe preguntarse si los hombres no sufrirían las secuelas de guerra con más intensidad que las mujeres, heridas de guerra, etcétera, por qué las mujeres extremeñas van a tener
una compensación que no van a gozar las mujeres (y los hombres) de Málaga, un suponer. Las extremeñas nacidas en el 40 (como las del 41, 42 y algunos años más) pudieron pasar hambre (o no) pero no
pueden guardar memoria de ello. Si en 2015 tienen necesidades, son necesidades de presente, no secuelas de la Guerra Civil que haya que compensar. Y en vísperas de una campaña en la que se ha prohibido
inaugurar obra pública, hay que joderse.
Cospedal y Rajoy tienen en su presidente extremeño un ejemplo canónico de populismo, un espejo en el que podrían mirarse Cristina Kirchner y Nicolás Maduro, un nacionalista fetén. Qué proclama tan surrealista la del rap Monago, Extremadura, nuestra única doctrina. Su corolario lógico es El Estatuto, nuestra única Constitución.
Recordarán que antes de ser el presidente «más fuerte, más valiente y más capaz », el senador Monago gastó una pasta en hacer 32 viajes a Canarias para visitar a su novia, una hermosa colombiana llamada
Olga María Henao, entre 2009 y 2010 cargando los viajes al Senado. No faltará quien diga que la ya ex novia, ay, se merecía 32 viajes, dicho sea en el sentido recto de la palabra, no se me enreden con la metáfora.
Una vez iniciada la pendiente de bajada ya no se sabe adónde se puede ir a parar. Monago, que había sido
un gobernante disciplinado en 2012 y 2013, ha multiplicado por tres el déficit que había registrado
Extremadura en el último año citado, pasando del 0,86 al 2,44% del PIB, niveles del zapaterismo,
para entendernos. ¿Quién dijo que la región extremeña estaba en el furgón de cola de las comunidades autónomas españolas? Ahí la tienen, encabezando el ránking, después de Cataluña y Murcia. Montoro se ha mosqueado, pero no hay por qué: que lo apunte al FLA, como lo de Mas.
Dolores de Cospedal dijo hace un mes que su partido «es la única voz contra los populismos,
la demagogia y los personalismos».
El fin de semana pasado, Rajoy prometía «cosas de personas normales» frente al populismo.
O sea, José Antonio Monago, presidente de Extremadura. Los tres parlamentarios de IU que lo auparon, a pesar del disgusto de Cayo Lara, ya sabían lo que se hacían. Ayer, 84 aniversario de la proclamación de la II República, Monago tuvo un gesto con la peña, en plan memoria histórica:
todas sus paisanas nacidas antes del 1 de enero de 1941 recibirán una paga anual de 300 euros, siempre que sus ingresos no hubieran superado los 7.455 euros en 2013. Son mujeres que según Monago padecieron las secuelas de la Guerra Civil y a las que se debe «una compensación histórica por sus sacrificios».
Como puede verse, en España hay algo más transversal aún que la corrupción y es la estupidez. Al parecer, la guerra y el franquismo están vivos para Monago, aunque no se entiende por qué la discriminación
por razón de sexo y de comunidad. Cabe preguntarse si los hombres no sufrirían las secuelas de guerra con más intensidad que las mujeres, heridas de guerra, etcétera, por qué las mujeres extremeñas van a tener
una compensación que no van a gozar las mujeres (y los hombres) de Málaga, un suponer. Las extremeñas nacidas en el 40 (como las del 41, 42 y algunos años más) pudieron pasar hambre (o no) pero no
pueden guardar memoria de ello. Si en 2015 tienen necesidades, son necesidades de presente, no secuelas de la Guerra Civil que haya que compensar. Y en vísperas de una campaña en la que se ha prohibido
inaugurar obra pública, hay que joderse.
Cospedal y Rajoy tienen en su presidente extremeño un ejemplo canónico de populismo, un espejo en el que podrían mirarse Cristina Kirchner y Nicolás Maduro, un nacionalista fetén. Qué proclama tan surrealista la del rap Monago, Extremadura, nuestra única doctrina. Su corolario lógico es El Estatuto, nuestra única Constitución.
Recordarán que antes de ser el presidente «más fuerte, más valiente y más capaz », el senador Monago gastó una pasta en hacer 32 viajes a Canarias para visitar a su novia, una hermosa colombiana llamada
Olga María Henao, entre 2009 y 2010 cargando los viajes al Senado. No faltará quien diga que la ya ex novia, ay, se merecía 32 viajes, dicho sea en el sentido recto de la palabra, no se me enreden con la metáfora.
Una vez iniciada la pendiente de bajada ya no se sabe adónde se puede ir a parar. Monago, que había sido
un gobernante disciplinado en 2012 y 2013, ha multiplicado por tres el déficit que había registrado
Extremadura en el último año citado, pasando del 0,86 al 2,44% del PIB, niveles del zapaterismo,
para entendernos. ¿Quién dijo que la región extremeña estaba en el furgón de cola de las comunidades autónomas españolas? Ahí la tienen, encabezando el ránking, después de Cataluña y Murcia. Montoro se ha mosqueado, pero no hay por qué: que lo apunte al FLA, como lo de Mas.
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