Arturo González
¿Cómo se mide el sufrimiento causado a los españoles durante este año? ¿Es más o menos que la felicidad prometida por el rector político (¿o no se acuerda o no nos acordamos?)?
Lo mejor del año ha sido que estamos vivos. Y lo peor, que para muchos, muchísimos, la vida ha sido durísima. E injusta. Nos hemos acostumbrado a la desigualdad sideral, por tópico repetido no menos aflictiva. Nos hemos acostumbrado a resignarnos. Como dice la panadera “¡qué podemos hacer, no nos queda otra! Surgió un nuevo partido y todos, casi, esperamos que renueve cimientos. Veremos. Nos han apretado las tuercas de la libertad. Hay personas que llevan más de cuatro años sin trabajo. La desconfianza política es nuestra impronta, despreciamos a los políticos. Día a día hemos comprobado que todo está infectado, putrefacto. Dicen que la macroeconomía mejora como paso imprescindible para la micro y casera. Pero como si llueve. La justicia no da abasto. La televisión en general es bazofia. Pero estamos cuatro o cinco horas diarias delante del televisor. Los medios de comunicación ya no son de fiar. Pero no nos importa. Estamos jodidos, bastante jodidos, pero en el fondo contentos. Ya no va nadie a las manifestaciones. Salvo los catalanes. No hay pobres porque no los vemos. Solo a algunos que piden en los semáforos o en las puertas de comercios de relieve. Pero son pocos, y molestos si insisten. Matamos a los perros porque sí. Nadie dimite. Todo es una estafa. Echan a la gente de sus casas. El Real Madrid es campeón. Todo está en orden. Lo importante es la estabilidad. Somos números. Amamos la vida. A pesar de todo, esperamos.
Año de votos, año de bienes, como las derretidas nieves. Cinco, diez meses de prostitución. ¿Creeremos sus promesas? Los de siempre contra los neófitos. Comunistas y bolivarianos. El petróleo ayuda a los conservadores. Europa querrá seguir chuleándonos. Nada será ya como fue. La historia se repite. El mundo sobrevive enfrentado, solo la infinita capacidad de destrucción impide una definitiva guerra. España y los españoles a verlas venir. La misma televisión, los mismos medios de comunicación, la misma policía, la misma reforma laboral. Las mismas estafas, los mismos bancos, los mismos desahucios, las mismas facturas de la luz. Las mismas excusas, las mismas mentiras, la misma desigualdad. La misma pobreza, la misma riqueza. Los mismos ritos, las mismas tradiciones. La misma codicia, la misma impudicia. Los mismos soportes éticos, idénticos soportes políticos. Las mismas fricciones, las mismas discusiones, las mismas promesas. Caminamos, avanzamos, aunque no sabemos hacia dónde. Seguiremos amando la vida. Esperando. Porque a pesar de todo y de las oscuras fuerzas, el próximo año puede ser el de la ruptura y el decir que estamos hartos, que ya no queremos más de lo mismo y decidimos que a lo mejor podemos. 2015, el año en que sí que nos queda otra. Porque aún no somos cadáveres.
Invito a los lectores y comentaristas a que, en no más de diez o quince líneas, también hagan su crítica de lo que fue este año y cómo, previsiblemente, será el próximo. Muchas gracias.
Des d'AQUÍ, també podeu llegir els comentaris.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada