dimecres, 4 de març del 2015

Homs, contra el Constitucional

SANTIAGO GONZÁLEZ 

Quico Homs es, sin duda, uno de los personajes más fascinantes de la vida política 
española. Hace de cada comparecencia un happening. Pena que no sea politólogo para 
alcanzar la perfección. Español a fuer de catalán (cosas más raras se han visto; 
Prieto se proclamaba socialista a fuer de liberal), ha aportado a la política análogo 
sentido creativo al que puso Ferrán Adrià en la renovación de la cocina. 
Tengo ya contado que en las primeras elecciones municipales (1979) hubo en 
Sant Feliu una candidatura –no sé si llegó a partido–, llamada Progresistas y Galantes, 
cuyo programa preveía desviar el curso del Llobregat para hacerlo pasar por la calle 
principal y permitir que los vecinos pasearan en barca los domingos por la mañana. 
No iban a ser los madrileños los únicos en tener esa posibilidad en el Retiro. 
Me acuerdo de ellos cada vez que veo a Homs y a su mandante, tan gallardos, tan 
ufanos, que el gozo les revienta por las cinchas del caballo. Si la cosa con la Justicia 
le fuera muy mal a su partido, condenaran al fundador y a la parentela, les 
embargaran las sedes y algún juez empezara a pensar en la dificultad de imaginar 
que un político que ejerció de primer consejero, y consejero de Política Territorial 
y Obras Públicas y de Economía y Finanzas durante los años dorados del corretaje, 
ni siquiera llegara a olerse el 3%, a pesar de que le diera pistas Maragall. 
Total, que Quico anunció que va a pedir un informe al Consejo de la Transición 
Nacional para enviar a Europa la sentencia del TC, para que se enteren de hasta 
dónde pueden llegar los españoles para impedirles decidir y la baja calidad de la 
democracia española. Añadió que no esperan respuesta de la Unión Europea y minimizó 
razonadamente la importancia de que el Constitucional tumbara por unanimidad la consulta del 9-N, incluidos los dos magistrados catalanes. 
De sobra saben Quico y su señor que hay catalanes que en el fondo no son otra 
cosa que españoles en esencia. Por ejemplo, los miembros del Consell de 
Garanties Estatutaries, unos españolazos que acaban de dictaminar, sin que Quico 
pudiera remediarlo, que la mayoría de las estructuras de Estado que CiU y Esquerra 
Republicana de Catalunya pactaron son contrarias a la Constitución y «no encuentran 
amparo» en el Estatut. No teníamos bastante con un Tribunal Constitucional 
y ahora tenemos dos. 
Homs debería vencer sus tentaciones melancólicas y presentar un recurso ante 
el juez Santiago Vidal; no importa que ayer fuera suspendido por tres años por 
redactar una Constitución para la independencia de Cataluña. 
Ya antes había sido expulsado a Pasqual Estevill, un juez que armonizaba tan bien con el paisaje moral que se privatizó el concepto de prisión eludible bajo fianza. Tres años, 
qué menos, por el sacrilegio de su oficio. Que un juez redacte un texto ilegal es como si 
monseñor Sistach, un suponer, publicara una guía de prostíbulos de Barcelona. 
Ya lo había explicado con ejemplar laconismo y notable polisemia Marta Ferrusola: 
«Cataluña no se merece esto». Y esta pareja, ¿no se cansa aún de hacer el ridículo?