JOSÉ ANTONIO SOROLLA
Periodista
El 'president' pone a Junqueras entre la espada y la pared para que acepte una lista conjunta en unas elecciones plebiscitarias para alcanzar la independencia en año y medio
Habilidad táctica, voluntarismo estratégico. Este podría ser el resumen de la valoración de la conferencia que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, pronunció el martes por la noche en el auditorio del Fórum de Barcelona en medio de gran expectación, reflejada en los centenares de asistentes, lo más granado de la sociedad civil y del empresariado próximos al soberanismo. Mas anunció que solo convocará elecciones de inmediato si se forma una lista conjunta de los principales partidos soberanistas capaz de alcanzar una mayoría absoluta que permita llegar a la independencia en 18 meses.
El órdago va dirigido a Oriol Junqueras, el líder de ERC, presente en la sala, que no aplaudió ni una sola vez a Mas, interrumpido varias veces por las ovaciones de los convencidos asistentes. Junqueras se ha resistido hasta ahora a integrarse en esa lista porque considera que solo es un intento de esconder las siglas de CDC, un partido desprestigiado por los errores de Mas en el proceso soberanista y, sobre todo, por los casos de corrupción, especialmente el que afecta a la familia del fundador, Jordi Pujol. Una encuesta reciente de El Periódico de Catalunya indica, además, que CDC y ERC obtendrían peor resutado juntos que separados.
PRESIÓN MÁXIMA
La presión, en todo caso, es ahora máxima, con el objetivo de que Junqueras no pueda negarse a participar en esa lista sin siglas en la que, según la propuesta de Mas, figurarían representantes de los partidos que quieran apoyarla, pero también miembros de la sociedad civil partidarios de la independencia. Estos figurantes tendrían que comprometerse a no presentarse de nuevo a las elecciones ordinarias, que se celebrarían en 2016, tal como estaban previstas.
Las elecciones inmediatas, a primeros de 2015, tendrían un carácter plebiscitario, con el único objetivo de que esa lista conjunta --con un programa único y una pregunta clara sobre si los electores quieren o no que Cataluña sea un Estado independiente-- obtuviera la mayoría absoluta del Parlament. Podría haber otras listas menores de partidarios del sí, pero la lista "transversal y amplia" debería conseguir la mayoría absoluta de escaños de la Cámara catalana (68 de 135).
Mas basó su exigencia de lista conjunta y de programa único en el argumento de que el resultado debe ser "claro y nítido, que no pueda ser malinterpretado y no aceptado como válido". Es decir, las elecciones plebiscitarias han de sustituir con esta fórmula al referéndum que el Estado no permite celebrar, dijo, para saber si en Cataluña existe la mayoría social necesaria para constituir un Estado independiente.
Hasta aquí la apuesta táctica. Con una habilidad innegable, Mas coloca a Junqueras ante un dilema diabólico en el que el president siempre gana. Si ERC se suma a la lista conjunta, Mas obtiene lo que quiere; si Junqueras se niega, Mas, que tiene la potestad indelegable de disolver o no el Parlament, renuncia a convocar las elecciones, intenta con otras alternativas prolongar la legislatura y siempre podrá acusar a Junqueras de matar el proceso hacia la independencia.
Las primeras reacciones de Esquerra han sido prudentes, en el sentido de no rechazar de plano la oferta, pero precisando que se debe mejorar. No es extraña esta cautela, ya que la decisión es capital. Es posible que haya que esperar para saberla a otra conferencia, esta vez de Junqueras, programada para el 2 de diciembre en el Palacio de Congresos de Barcelona.
VOLUNTARISMO ESTRATÉGICO
Si la táctica es hábil, la estrategia sigue encerrada en el voluntarismo de cuento de hadas que impregna todo el proceso. ¿Qué deben hacer el Govern y el Parlament si gana el sí en las elecciones plebiscitarias?, se preguntó Mas. Él mismo se respondió: comunicar la intención de constituir un nuevo Estado, proponer al Gobierno central negociaciones formales, completar las estructuras de Estado que ya están en marcha, iniciar un proceso de participación para elaborar una Constitución catalana y asegurar una mayoría parlamentaria para gobernar. Año y medio después habría que celebrar unas nuevas elecciones --estas constituyentes-- y un referéndum para proclamar el nuevo Estado. Todo debería estar concluido antes de finales de 2016.
Esta hoja de ruta da por supuesto que el triunfo por mayoría absoluta en las plebiscitarias es prácticamente seguro, lo que está por ver, y más con la previsible irrupción de Podemos también en el mapa político catalán, lo que podría frustrar la hegemonía soberanista. Da por supuesto asimismo que sería posible una negociación con el Estado, que habría acuerdo, y que tras el resultado electoral las instancias internacionales se inclinarían en favor de las aspiraciones catalanas.
OFERTA PERSONAL
Mas terminó su exposición con una oferta personal. Además de reiterar --ya lo había dicho al inicio del proceso-- que si encabeza la candidatura conjunta y gana el sí no volvería a presentarse en las posteriores elecciones ordinarias, se ofreció para ocupar el primer puesto de la lista unitaria, pero también para quedar relegado al último.
Lejos de la generosidad que destacaron algunos de los asistentes, prestos al halago, Mas siempre gana también en esto. Si se da la primera premisa, pasa a la historia como el Moisés que llevó al pueblo catalán a la tierra prometida, pero deja el papel de Josué para su sucesor. Sobre el segundo supuesto, ¿alguien se atreverá a pedir a Mas que ocupe el último lugar de la lista? ¿Qué sentido tendría?
La apuesta estratégica de Mas tiene la virtud de que se acaban las ambigüedades y CDC se pronuncia por primera vez ante unas elecciones claramente por la independencia. Pero la intervención del Fórum confirma también que Mas es solo el presidente de una parte --habrá que ver si mayoritaria o no-- de los catalanes. Hay una Cataluña que no estaba representada en el auditorio y a la que el president ignoró por completo.
Esa Cataluña espera una oferta del Gobierno de Mariano Rajoy o del Gobierno que le suceda porque lo que sí es mayoritario en Cataluña es el deseo de cambio de la situación actual. Mas se refirió incluso a esa oferta hipotética, ante la que mostró su escepticismo, aunque manifestó que, si llega, debería ser sometida a la sanción de las urnas.
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