Me alegro sobremanera del descalabro del PSOE en las elecciones gallegas y vascas porque ello debería llevar a la inmediata reconducción de sus actuales postulados ideológicos y a la dimisión fulminante de todos sus cargos directivos. El PSOE es una necesidad para España y sin embargo está en camino de convertirse en un partido secundario y no incidente, al igual que años atrás les ocurrió a los partidos socialistas francés e italiano. La democracia española tardará veinte años en reequilibrarse.
Con una Izquierda Unida que por mucho que suba no consigue el favor mayoritario de los ciudadanos a causa de sus flirteos con la ruptura del sistema, es precisa una fuerza progresista que sirva de contrapunto a la muy conservadora y retardataria que supone el Partido Popular, que amenaza con estar décadas en el poder. El pueblo español prefiere adocenarse y permanecer en la zafiedad.
Pero por encima de todo predominio político, la situación económica mundial y española es tan adversa que hace que las preocupaciones se centren en sortearla y sin que lo político interese en exceso. Por eso se puede decir que los resultados de las elecciones gallegas y vascas serán inoperantes e irrelevantes. Estas comunidades podrán practicar una política casera, pero su pujanza estará sometida y condicionada al devenir de España. Si España se salva, ellas se salvan. Ello quiere decir que España es un problema económico y no político, aparte del posible fracaso de su sistema de autonomías, y aparte también de los deseos independentistas de algunas comunidades. El Estado tiene medios más que suficientes para controlar los desmanes constitucionales que se puedan cometer.
Y lo económico no tiene buen augurio. A España, como todo el mundo sabe y casi todo padece, le crujen los huesos por sus dificultades económicas y financieras. Y aquí es donde se produce la clamorosa afrenta ya muy dicha pe cierta: las clases pudientes, con un Gobierno ultra al frente, machacan y explotan sin piedad a las clases más desvalidas y medias. Esto se acentuará y la inmensa mayoría de españoles sufrirán el rigor de las medidas económicas, sociales y laborales que se sigan tomando en su contra, con el beneplácito e instigación y exigencia de la Europa de derecha dura y potente que se impone, y contra la que es difícil rebelarse. Yo desde luego no me voy a amargar la vida por el estrépito político. Solo me la amargaré cuanto no tenga para comer. Y eso, hoy por hoy, no lo garantiza ningún partido político.
Por eso, desgraciadamente descartada la posibilidad de un alzamiento en revolución, la existencia de un PSOE renacido, abierto a alianzas con todo progresista, es vital. Y eso es lo que desapareció ayer, y yo me alegro de que no se continúe dando tumbos, poniendo parches, paños calientes, justificaciones, disculpas, proyectos, y oposiciones ‘útiles’ y estúpidas. Hace falta urgentísimamente un dirigente creíble y no contaminado, y un programa, especialmente un programa no traidor, aunque lleve años conseguirlo. Hoy mismo hay que empezar a andar. Lo que hay no sirve.
Y mientras tanto, en estos años duros que se avecinan, la única esperanza y posibilidad residen en los movimientos sociales espontáneos, huelgas, manifestaciones, boicots y todo tipo de lucha, de momento no violenta, no seamos ingenuos, no hagamos que nos trituren. Efectivamente es la economía y sabemos bien quiénes son los enemigos. Yo me apeo de lo político. Mis enemigos son el Partido Popular y los tiburones.
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