Antonio Avendaño
El PSOE anda pensativo. Tiene ante sí una endiablada disyuntiva que podría formularse así: ¿cómo nos suicidamos menos: pactando con Podemos o permitiendo que gobierne el PP? En el primer caso se les echará encima media España y el segundo se les echará encima la otra media. ¿No querían centralidad? ¡Pues toma centralidad!
Pero tan interesante como la pregunta es observar la habilidad de quienes simulan contestarla haciéndonos creer que son posibles estas tres cosas al mismo tiempo: 1) no pactar con Podemos; 2) no permitir que siga el PP; y 3) no repetir las elecciones. Esta viene a ser de hecho la posición de los socialistas andaluces: defender a ultranza las dos primeras cosas y simular que la materialización de ambas no conduce inevitablemente a la tercera.
Parcialmente, esa posición que se pretende clara pero que en realidad no lo es se explica por razones tácticas: uno jamás debe mostrarle al adversario ninguna sus cartas, pero muy en particular jamás debe revelarle que dispone de un comodín.
El comodín que el Partido Socialista tiene en esta partida es su abstención ante un Gobierno del PP (naturalmente, sin Mariano Rajoy y apoyado por Ciudadanos). Da igual que al PSOE no le guste tener ese comodín; da igual que diga una y otra vez que no lo tiene; da igual que prometa que jamás hará uso de él. Todo eso da igual: todos sabemos que lo tiene y muchos sospechamos que serán las circunstancias y el clima político, no la voluntad de Ferraz o de las baronías, los que decidan si finalmente se ve o no se ve obligado a utilizarlo.
Quienes en el PSOE admiten abiertamente que, en efecto, el partido dispone de ese comodín de la abstención y además debe utilizarlo para salvar a España y salvarse a sí mismo son quienes, como Felipe González y otros socialistas relevantes, no tienen nada que perder, ni en términos orgánicos ni en términos electorales, por decir lo que piensan y proponer lo que proponen. Sus opiniones son interesantes y mucha gente las escucha, pero toda esa gente sabe que ninguno de ellos está sentado a la mesa de juego: por eso son más libres para decir y proponer, y por eso los demás lo son para no hacerles ni caso.
Ese astuto PSOE que no quiere pactar con Podemos, no quiere abstenerse ante el PP y no quiere que se repitan las elecciones no podrá seguir engañándose a sí mismo durante mucho tiempo, como no podrá seguir indefinidamente jugando al escondite con sus votantes. La hora de mostrar el comodín se acerca inexorablemente. La pregunta de qué hacer para suicidarnos menos sigue sin respuesta, pero que nadie ponga duda que, más pronto que tarde, la tendrá. Sabemos con certeza que el PSOE tendrá que responderla: lo que no sabemos es si la responderá por decisión propia o por voluntad ajena.
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