dijous, 14 de novembre del 2013

Valencia abierta en canal

Carlos Torres

Es insólito, pero conozco unos chavales de Albacete que entienden el valenciano gracias a que la emisión de Doraemon o de la Bola del Drac traspasó las fronteras levantinas y llegó hasta los pisos más altos de los bloques de la capital manchega.  Todavía recibo algún mensaje de vez en cuando con “mira a totes les floretes” o “si vols descobrir”. Lo mismo pasó en las zonas castellano parlantes del País valencià, como mi pueblo, donde hizo más Son Goku por la normalización de la lengua que todos los señores diputados con su escasa comprensión de la realidad valenciana.  No es raro que uno se sorprenda de vez en cuando canturreando las machaconas sintonías que Xoni, Poti i Tiriti nos legaron, porque la tele dio la mano de pintura necesaria a nuestra infancia para que comprendiéramos que nosotros teníamos una lengua común que compartir y sentirla como propia. Más crecido, recuerdo el olor a fútbol de los sábados en los que Canal 9, con su “partit oferit per Bancaixa”, nos narraba a través de Paco Nadal cosas sobre el Valencia (independientemente de que el partido lo jugaran Sevilla y Barça).
Valencia ya es hemoreteca: hoy ya no existe Bancaixa, ni Canal9, el Valencia tiene empeñado hasta al utillero y Paco Nadal, al que vi hace poco micro en mano retransmitir las fiestas populares de Segorbe (sense protecció, sense barreres), se irá al paro como otros tantos miles de profesionales. Sería injusto decir que la televisión valenciana estuvo a la altura de su pueblo y que no hubo acólitos del ladrillismo por doquier que escaletaron la parrilla al ritmo de Si, Buana.  Pero por poner otro ejemplo, mis abuelos, que nacieron y morirán con el castellano como lengua materna, nunca dejaron de ver el Metropolità por aquello de saber qué pasaba en los pueblos de “la contorná”. Y si ellos, octogenarios señores a los que la vida les negó grandes recursos educativos se divertían viendo “la nueve” qué no haría el gos del Babalà con cursos y cursos de niños que crecimos al ritmo del Uh ah (el del programa infantil, no el de Chimo Bayo). Porque Canal9 era una televisión politizada hasta las cejas (no hará falta recordar el vergonzante papel los días posteriores al accidente del metro de Valencia), el brazo armado del gobierno valenciano en el que se negó la reivindicación de la música hecha en valenciano y de la que un grupo nutrido de trabajadores fueron bastante sumisos con la línea editorial hasta que empezaron los problemas laborales (véase el telediario de ayer), claro que sí, pero los que han tomado la decisión de cerrarla han mantenido la actitud hitleriana de matar a un enfermo que puede recuperarse sólo porque nos cuesta dinero.
No se molesten en explicarlo, los dirigentes que todavía mandan en nuestra tierra, y recemos que no por mucho tiempo más,  no entienden que el beneficio de un servicio público no se puede medir en euros. Perdida la eficacia de la bandera del anticatalanismo, que tantos votos les ha dado en las pasadas legislaturas, Fabra, Císcar, Barberá y el resto de compinches de la Banda se han instalado en el cinismo: “nuestra prioridad es centrarnos en la sanidad y en la educación”, dicen sin dar la cara de pan de kilo que tienen. ¿Sanidad? Cuando está toda privatizada y nuestros mayores, como mi abuelo, se murieron en la época de bonanza esperando durante años la ayuda de dependencia concedida.  ¿Educación? Cuándo es la propia escuela valenciana la que debe acudir al micromecenazgo para actuar de urgencia. Eso sí, cuando en la universidad quieran explicar qué pasa en Grecia ya no tendrán que viajar a Atenas, bastará con pasear por Burjassot. Y yo me pregunto, ¿es que no nos merecemos los valencianos que un President comparezca ni siquiera por plasma? ¿En serio? Ni siquiera el mismo día que declaran nulo la chapuza de ERO que hicieron y que ahora dicen no poder asumir (que parezca un accidente, chicos). Eso sí, esta mañana ha tuiteado que la decisión de cerrar RTVV ha sido la más difícil del Consell desde que él es President, pues oye, una vez pasado el mal trago, convocar elecciones anticipadas debe ser mucho más fácil.
Quién sabe, quizás si la tele se llamará Fórmula Nou o Vuelta al mundo en canal autonómico hubieran perdido las posaderas por hacerse una foto y rescatarla. Es nuestra la necesidad de despertar de este mal sueño. En nosotros, los que vimos a Joan Monleón girar una paella gigante, los que hemos visto a los alcoians bajar desde el partidor con sus desfiles, los del Magdalena vítol, los del trau la llengua, los del concierto de las bandas de Lliria ,… en definitiva, los que siempre hemos soñado con una tele pública mucho mejor,  en nosotros está la obligación de recordar que Valencia ni se cierra, ni se vende. Valencia, por mucho que les pese a los talibanes del blaverisme, Valencia se defiende. Y eso es tan de justicia que lo saben hasta en Albacete.