Arturo González
Me gusta mucho el resultado efectivo de las elecciones municipales. El triunfo de la izquierda ha sido importantísimo, pero no tanto como para remover los cimientos del sistema y extender el pánico en el país. Disgusto, pero no miedo. Creo. La gente lo ha acogido con naturalidad, sin ningún brote de violencia, salvo uno muy pequeño en Badalona. La vida proseguirá con estos cambios sin que el odio, creo asimismo, se manifieste entre los ciudadanos. La revolución está muy lejos, pero el apalancamiento conservador ha hecho agua. La sensatez se ha impuesto y ahora falta por ver si se consolida con las nuevas acciones de los gobiernos municipales. Ha sido un cambio tranquilo. Especialmente significativo ha sido en Valencia y en Madrid, donde la zafiedad de Barberá y el veneno de Aguirre desaparecen. Me parece correcto que Bildu haya conseguido alcaldías con el apoyo de las plataformas de Podemos o de otras fuerzas. Tanto Bildu como Podemos son partidos democráticos, aprobados por la legalidad española más exigente y no existen razones para denostar sus méritos. La aprobación de esos partidos no requería, por ejemplo, las condenas explícitas de ETA, como ahora se les solicita permanentemente por los partidos y los medios de comunicación de la derecha más recalcitrante. Tan democrático es Podemos como el Partido Popular, a pesar del miserable comentario de Felipe González llamándoles monaguillos de Maduro. Ciudadanos se ha revelado como un partido de derecha civilizada sin estridencias y se convierte en vigilante en vigilante de la corrupción de su hermano mayor, el PP. Me alegro muchísimo del triunfo de Izquierda Unida en la tradicional Zamora, que, efectivamente, no se ganó en una hora.
Esperemos que la derecha acepte estos resultados con mesura política y no propicie la ira y caiga en el desorden y el juego sucio. Se inicia un camino en que veremos si estos nuevos partidos en los gobiernos municipales son capaces de transparencia y limpieza en todas sus actuaciones y de un aminoramiento sustancial de desigualdades, pobreza y desahucios. Sus decisiones serán clave para conseguir una mejor vida para los ciudadanos de sus municipios, y para marcar el rumbo del país en las próximas elecciones generales. De momento, repito, los ciudadanos no han acogido con temor estos cambios, y ése es el mayor éxito de estas elecciones, fundamentadas en los pactos. La vida no es más que un pacto perpetuo en todos los órdenes. A la pregunta, hasta ahora de contestación negativa, de ¿Usted se fía de su alcalde? yo creo que la respuesta ha comenzado a ser SÍ. Vigilémoslos, pero confiemos. Basta con no hacer tonterías. Porque, en definitiva, estas elecciones han sido una recuperación de la confianza en la política. Sí, se puede, y es justo decir ¡Bravo por el PSOE!
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