En el siglo XVIII un monarca español tuvo
un sueño; soñó en construir en la ribera Mediterránea una opulenta ciudad
con un gran puerto de mar y comunicada con el río Ebro gracias a un canal
de navegación, a imagen y semejanza de la ciudad rusa de San Petersburgo.
El rey situó la ciudad cerca de la desembocadura del Ebro, aprovechando
las condiciones del puerto natural de los Alfaques. Este rey fue
Carlos III y la ciudad se llama San Carlos de la Rápita precisamente
en honor a quien ha sido el mejor alcalde de Madrid.
A la muerte del monarca su sueño se desvaneció
y hoy en día sólo quedan pequeños vestigios de la que había de ser una
majestuosa urbe. Del canal de navegación entre el Ebro y la bahía de los
Alfaques quedan las esclusas a mitad del camino y poco más. También
es de aquella época la Iglesia Nueva situada en el barrio Español
y que nunca llego a terminarse. Después de permanecer muchos años en estado
de semiabandono, se ha convertido recientemente en un centro cultural.
San Carlos de la Rápita (para la
gente de la zona La Ràpita a secas) fue durante muchos años
un pequeño pueblo marinero que gozaba de una situación privilegiada por
su proximidad a la desembocadura del río Ebro que aportaba los nutrientes
necesarios para la regeneración de las especies marinas.
Desde hace unas décadas, sobre todo durante
los años del boom inmobiliario, el municipio ha tenido un crecimiento
espectacular ampliando su casco urbano por el Sur hasta sus límites territoriales.
Después de la pesca, el principal motor
económico de la ciudad es el turismo. Sobre todo durante la época estival,
la población residente crece considerablemente. Allí han fijado su segunda
residencia muchas familias de pueblos vecinos pero, mayoritariamente, aragoneses
con ansias de mar.
San Carlos de la Rápita es un lugar
donde se respira tranquilidad. Se pueden dar largas caminatas a lo largo
de su paseo marítimo e incluso más allá de sus límites marcados por el
faro. Pero sin duda una de las mejores actividades es una excursión por
su bahía. Para ello podemos escoger tres medios de transporte: la golondrina,
una embarcación sin patrón que no requiere título ninguno o un taxi marítimo.
Durante la excursión navegaremos entre las
explotaciones de mejillón y ostra que podremos degustarlas en el
chiringuito del Avi Agustí acompañadas de un buen cava; nos podremos
bañar junto a los restos de las antiguas salinas de la Trinidad,
abandonadas a finales del siglo XIX y, finalmente, degustar unos exquisitos
pescados y mariscos o un buen arroz en el chiringuito de la Costa
(se precisa reserva)
LA CURIOSIDAD. El topónimo de La Rápita
es de origen árabe y era un lugar de oración antes de comenzar la batalla.
No olvidemos que antiguamente el río Ebro, pos su difícil travesía, solía
ser frontera entre territorios.
EL PUERTO. Aunque su puerto ha sido eminentemente
pesquero, a principios del siglo XVII, concretamente en 1610, partieron
desde allí camino del exilio la mayor parte de los moriscos de Aragón y
del Oeste y Sur de Catalunya.
EL APUNTE. El escritor local Emili Rosales
publicó en 2005 la novela La Ciutat Invisible (La Ciudad Invisible)
con la que ganó el premio Sant Jordi, uno de los más prestigiosos
en lengua catalana, ambientada en los tiempos de Carlos III.
LA OFICINA DE TURISMO. Se encuentra situada
a la entrada del parque de Garbí, cerca de la playa local más popular:
la del Pipi.
LOS ALREDEDORES. La sierra del Montsiá
es un paraje natural prácticamente virgen que se puede recorrer a pie por
sus diversos senderos contemplando la riqueza de su flora y disfrutando
de sus extraordinarias vistas, sobre desde el lugar llamado la Foradada.
Por la carretera del Poble Nou del
Delta podremos acceder hasta el corazón mismo del delta del Ebro y
visitar, entre otros atractivos, su parque natural y su red de centros
de interpretación. Imprescindible llevar unos prismáticos para poder
observar con detalle las aves acuáticas, sobre todo los flamencos.
También aconsejo visitar los Ullals de
Baltasar, un fenómeno geológico al que se puede acceder desde el lado
mismo de las esclusas del viejo canal de navegación.
¿QUÉ COMER? Los pescados y mariscos de La
Rápita son de una extraordinaria calidad. Se dice que sus
langostinos son los mejores del mundo (con permiso de los de Vinaròs)
¿DÓNDE COMER? Evidentemente en alguno de
sus prestigiosos restaurantes, pero también podemos quedar sorprendidos
por alguna de sus tascas.
MI RECOMENDACIÓN. Sin duda alguna el centro
neurálgico de la ciudad se encuentra en la plaza Carlos III. Allí
podremos tomarnos una copa o degustar una tapa con los productos típicos
del lugar sentados tranquilamente en la terraza de uno de sus establecimientos
contemplando el paso del tiempo.
¿DÓNDE ALOJARSE? La Rápita tiene
varios hoteles y aparhoteles, pero también pisos y apartamentos que se
pueden alquilar directamente del propietario por días, semanas o meses.
¿QUÉ HACER? Como actividades de ocio son
recomendables las excursiones en bicicleta por el delta o la pesca de la
caña desde los lugares permitidos. Se pueden alquilar embarcaciones para
pescar en la bahía.
¿CÓMO LLEGAR? La ciudad está bastante bien
comunicada, pero sólo podremos llegar por la N-340, tanto si se viene del
Norte como desde el Sur. Las dos salidas de autopista más cercanas están
en Amposta y Vinaròs y las estaciones de tren en La Aldea
y Vinaròs. El aeropuerto más cercano es el de Reus, a unos
100 Km.
PÁGINA WEB RECOMENDADA: http://www.turismelarapita.com/
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