Aníbal Malvar
Nos acaban de llamar fachas a los españoles desde los dos lados del Atlántico. Y los que nos acaban de llamar fachas en Bruselas y en Nueva York no son indignados peligrosos ni ex novias de Noam Chomsky. Uno es el diario conservador The Wall Street Journal. Su más reciente reportaje de actualidad sobre nuestro ejemplar país se titula El legado de Franco resuena en España [Franco's Legacy Rattles Spain]. El reportaje no tiene desperdicio. Nos resume bien. Los reporteros conservadores estadounidenses describen a nuestros “jóvenes activistas de PP” [así les llaman en el bajo Manhattan a los de Nuevas Generaciones] divulgando en las redes sociales sus fotos en actos de exaltación del fascismo, e incluso abanderando simbología nazi. También cuentan estos desinformados periodistas yanquis que hay alcaldes del PP que protegen la memoria del franquismo con placas conmemorativas, nombres de calles, homenajes y estatuas. Y, como reporteros neoyorquinos que son, también muestran cierta extrañeza cuando relatan que es Argentina, y no la apacible Justicia de este apacible país, la que está investigando los crímenes del franquismo. Concluyen que en la base social de nuestro pequeño país también engorda el fascismo por el paro juvenil, como si ser joven y parado te convirtiera en fascista. Es un largo artículo que nos llama fachas, que nos advierte alarmado de que rebrota el franquismo en España. Que nos andemos con cuidado con lo que hacemos, en resumen, que si algo no se nos da bien a los españoles es escribir sin sangre inocente nuestra historia.
Pero ya anuncié arriba que nos miran mal desde los dos lados del Atlántico. También nos llamaron fachas ayer desde Bruselas. Y no fue un perroflauta. Ni un simple periodista. Ni un cineasta rojo laureado en Cannes. Ni un Bardem. Fue el comisario de derechos humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, quien nos llamó fachas en Bruselas. Resulta que este comisario, en un inoportuno arrebato de eficiencia europea, se leyó la Ley de Seguridad Ciudadana que prepara nuestro adorado líder, Mariano Rajoy, arropado por algunas de las más preclaras mentes de nuestro país y del redondo Orbe. Cual el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. Y claro, una vez que se leyó la ley de estos demócratas preclaros de la españolidad, el comisario Muiznieks empezó a vociferar exabruptos impropios de un señor tan trajeado. El único de esos exabruptos que puede reproducir un periódico decente como este es: “¡Desproporcionado!”. Nuestra ley es desproporcionada, ha dicho el comisario. Una ley desproporcionada ya no es justa. Y se pregunta el comisario europeo “si son necesarias estas restricciones en una sociedad democrática [como la española]“. Es una manera fina, la elegida por Nils Muiznieks, de llamarle fachas y golpistas a los urdidores del borrador de esa ley. O sea, al gobierno de Rajoy.
Y es que pisas un rincón de España, y es verdad que nuestro revival facha nos está saliendo de maravilla, como explica The Wall Street Journal. Vámonos de la política al fútbol. Florentino Pérez acaba de desactivar el carnet de 250 miembros de Ultra-Sur, la pseudopeña madridista neonazi. Supongo que Florentino desconocía hasta ahora el significado de una cruz gamada, y se acaba de dar cuenta de que estos 250 Ultra-Sur son neonazis. Por eso ha adoptado tan precipitada como impopular decisión de desactivarles un carnet que les permitía entrar al Bernabéu para exaltar a Hitler. Otros 250 Ultra-Sur han pasado algún examen de democracia, sospecho, porque a estos Florentino no les ha arrebatado el carné y podrán volver a vitorear a Mouriño agitando sus cruces gamadas en el fondo sur del Santiago Bernabéu (que también era fascista).
Sorprende que tengan que venir periodistas americanos y comisarios europeos a advertirnos, al español corriente como Florentino o yo, de que los neonazis están en el fondo sur del Bernabéu, que pululan, polinizan y florecen entre nosotros, adueñándose de nuestro fútbol y nuestra democracia, que no sé qué es peor.
Incluso el astuto Mariano Rajoy no se ha dado cuenta hasta ayer de que algunos de sus más íntimos de siempre también eran, y son, un poco ultrafachas. O neofachas, si queremos ser más finos. Y se ha dado cuenta de repente porque ahora esos mismos neofachas van a por él. Este 6 de diciembre, día de la Constitución, a las cinco de la tarde y en la plaza madrileña de la República Argentina, arranca una manifestación de la derecha española para exigirle a Mariano Rajoy, de la ultraizquierda, que abandone el diálogo con ETA y que no cumpla los dictados jurídicos europeos sobre la doctrina Parot. Como si un buen fascista no pudiera explicarle a un tribunal de derechos humanos europeo lo que es justicia y lo que es rojerío mariconil. El sector duro del PP exige más dureza al gobierno del PP.
La manifestación convocada por la fundación (¿ex PP?) Denaes y por cuatro grandes asociaciones de víctimas del terrorismo va a ser un duro golpe para Rajoy, en caso de éxito. Me da morbo pensar quién se atreverá a ir. ¿La Lideresa? ¿Botella, que acaba de advertir de la fragmentación del PP? ¿El gran José María? Jaime Mayor Oreja va seguro, pero el vasco ya no puntúa. Pero bueno, lo dejo aquí. Para ilustrar el titular del Wall Street Journal, El legado de Franco resuena en España, la foto de Jaime Mayor Oreja no me viene demasiado mal. Incluso me viene bien. Apropiada, ¿no? ¡Aquellos tiempos de “extraordinaria placidez”!
Nos acaban de llamar fachas a los españoles desde los dos lados del Atlántico. Y los que nos acaban de llamar fachas en Bruselas y en Nueva York no son indignados peligrosos ni ex novias de Noam Chomsky. Uno es el diario conservador The Wall Street Journal. Su más reciente reportaje de actualidad sobre nuestro ejemplar país se titula El legado de Franco resuena en España [Franco's Legacy Rattles Spain]. El reportaje no tiene desperdicio. Nos resume bien. Los reporteros conservadores estadounidenses describen a nuestros “jóvenes activistas de PP” [así les llaman en el bajo Manhattan a los de Nuevas Generaciones] divulgando en las redes sociales sus fotos en actos de exaltación del fascismo, e incluso abanderando simbología nazi. También cuentan estos desinformados periodistas yanquis que hay alcaldes del PP que protegen la memoria del franquismo con placas conmemorativas, nombres de calles, homenajes y estatuas. Y, como reporteros neoyorquinos que son, también muestran cierta extrañeza cuando relatan que es Argentina, y no la apacible Justicia de este apacible país, la que está investigando los crímenes del franquismo. Concluyen que en la base social de nuestro pequeño país también engorda el fascismo por el paro juvenil, como si ser joven y parado te convirtiera en fascista. Es un largo artículo que nos llama fachas, que nos advierte alarmado de que rebrota el franquismo en España. Que nos andemos con cuidado con lo que hacemos, en resumen, que si algo no se nos da bien a los españoles es escribir sin sangre inocente nuestra historia.
Pero ya anuncié arriba que nos miran mal desde los dos lados del Atlántico. También nos llamaron fachas ayer desde Bruselas. Y no fue un perroflauta. Ni un simple periodista. Ni un cineasta rojo laureado en Cannes. Ni un Bardem. Fue el comisario de derechos humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, quien nos llamó fachas en Bruselas. Resulta que este comisario, en un inoportuno arrebato de eficiencia europea, se leyó la Ley de Seguridad Ciudadana que prepara nuestro adorado líder, Mariano Rajoy, arropado por algunas de las más preclaras mentes de nuestro país y del redondo Orbe. Cual el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. Y claro, una vez que se leyó la ley de estos demócratas preclaros de la españolidad, el comisario Muiznieks empezó a vociferar exabruptos impropios de un señor tan trajeado. El único de esos exabruptos que puede reproducir un periódico decente como este es: “¡Desproporcionado!”. Nuestra ley es desproporcionada, ha dicho el comisario. Una ley desproporcionada ya no es justa. Y se pregunta el comisario europeo “si son necesarias estas restricciones en una sociedad democrática [como la española]“. Es una manera fina, la elegida por Nils Muiznieks, de llamarle fachas y golpistas a los urdidores del borrador de esa ley. O sea, al gobierno de Rajoy.
Y es que pisas un rincón de España, y es verdad que nuestro revival facha nos está saliendo de maravilla, como explica The Wall Street Journal. Vámonos de la política al fútbol. Florentino Pérez acaba de desactivar el carnet de 250 miembros de Ultra-Sur, la pseudopeña madridista neonazi. Supongo que Florentino desconocía hasta ahora el significado de una cruz gamada, y se acaba de dar cuenta de que estos 250 Ultra-Sur son neonazis. Por eso ha adoptado tan precipitada como impopular decisión de desactivarles un carnet que les permitía entrar al Bernabéu para exaltar a Hitler. Otros 250 Ultra-Sur han pasado algún examen de democracia, sospecho, porque a estos Florentino no les ha arrebatado el carné y podrán volver a vitorear a Mouriño agitando sus cruces gamadas en el fondo sur del Santiago Bernabéu (que también era fascista).
Sorprende que tengan que venir periodistas americanos y comisarios europeos a advertirnos, al español corriente como Florentino o yo, de que los neonazis están en el fondo sur del Bernabéu, que pululan, polinizan y florecen entre nosotros, adueñándose de nuestro fútbol y nuestra democracia, que no sé qué es peor.
Incluso el astuto Mariano Rajoy no se ha dado cuenta hasta ayer de que algunos de sus más íntimos de siempre también eran, y son, un poco ultrafachas. O neofachas, si queremos ser más finos. Y se ha dado cuenta de repente porque ahora esos mismos neofachas van a por él. Este 6 de diciembre, día de la Constitución, a las cinco de la tarde y en la plaza madrileña de la República Argentina, arranca una manifestación de la derecha española para exigirle a Mariano Rajoy, de la ultraizquierda, que abandone el diálogo con ETA y que no cumpla los dictados jurídicos europeos sobre la doctrina Parot. Como si un buen fascista no pudiera explicarle a un tribunal de derechos humanos europeo lo que es justicia y lo que es rojerío mariconil. El sector duro del PP exige más dureza al gobierno del PP.
La manifestación convocada por la fundación (¿ex PP?) Denaes y por cuatro grandes asociaciones de víctimas del terrorismo va a ser un duro golpe para Rajoy, en caso de éxito. Me da morbo pensar quién se atreverá a ir. ¿La Lideresa? ¿Botella, que acaba de advertir de la fragmentación del PP? ¿El gran José María? Jaime Mayor Oreja va seguro, pero el vasco ya no puntúa. Pero bueno, lo dejo aquí. Para ilustrar el titular del Wall Street Journal, El legado de Franco resuena en España, la foto de Jaime Mayor Oreja no me viene demasiado mal. Incluso me viene bien. Apropiada, ¿no? ¡Aquellos tiempos de “extraordinaria placidez”!
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