Strambotic
Dentro de un par de días haremos el balance de lo bueno y malo de 2013 y daremos la bienvenida a 2014. Por supuesto, ese guarismo no es más que una convención que parte de la errónea idea de que la flecha del tiempo viaja del pasado al futuro, cuando los hechos se empeñan en demostrarnos que llevamos una buena racha embarcados en un viaje hacia el pasado… trufado de breves empellones camino de un futuro distópico.
El viaje al pasado no es como lo imaginó H.G. Wells en ‘La máquina del tiempo’, accionando una palanca para acudir a un año en concreto, sino más bien fraccionario, imprevisible y caótico, de modo que cada vector de la realidad nos traslada a un punto inopinado de la línea espacio-temporal, bien a 1986 (con la Ley del Aborto Gallardón), a la década de los noventa (el retorno de los móviles-ladrillo) o a la mismísima Edad Media, con la llegada del capitalismo feudal.
Calentarnos con leña… ¡o velas!
Volvemos a… 1948
Seguramente últimamente hayas visto en tu muro de Facebook un vídeo que enseña cómo calentar la habitación con cuatro velitas de Ikea y un tiesto, por el módico precio de 18 céntimos al día. Este viral invernal sería sólo una simpática anécdota si no fuera por lo que desvela: 4 millones de españoles son incapaces de pagar la factura de la calefacción, víctimas de lo que se ha dado en llamar “pobreza energética”.
Con la factura de la luz a precios estratosféricos y el poder adquisitivo de las familias en franco retroceso desde 2007, muchos hogares están recuperando métodos tradicionales para calentarse, algunos tan peligrosos como quemar alcohol metílico, la catalítica o el brasero, responsable de tantas “muertes dulces”. Y es cuestión de tiempo que tiremos de hacha y salgamos a buscar la leña al monte, como ya están haciendo griegos y alemanes.
Hipsters que parecen jubilados
Volvemos a… Los 70
“Los hipsters visten como el tonto del pueblo en los 70”, revienta Azucena, una treintañera que sabe bien de qué habla: lleva ocho años viviendo en las inmediaciones de Malasaña, el epicentro del hispterío nacional. El hipster, por si has estado viviendo en Tora Bora los últimos cinco años, luce barba, jersey de lana, trenka, gafapasta, deportivas, y, en general, accesorios como de mercadillo y ligeramente alcanforada. Trabaja en algo relacionado de la creación, lo que viene a significar que suele estar a 40 días de la indigencia.
En la foto que ilustra este epígrafe (pillada por el morro de JotDown) aparece un proto-hipster de 1989. Dejemos que Álvaro Corazón Rural glose con su florida prosa esta señera figura:
“No sabemos si ese hombre habrá sobrevivido. Han pasado veinticinco años. Pero de estar vivo hoy, habría visto consumada su venganza. En la actualidad, si hiciéramos el experimento de ponerle la ropa de los tres individuos de la fotografía a un conejillo de indias y lo soltásemos por Malasaña u otro barrio de referencia… adivinen. Efectivamente, solo follaría ataviado con el look del jubilado de la derecha.”
Disolver manifestantes a cañonazos (de agua)
Volvemos a… 1986
Imagen: El País.
Si durante 2013 concurrieron 3.800 manifestaciones en Madrid –el “manifestódromo” de España- todo indica que el año que viene la presión y el cabreo de la ciudadanía irá en aumento. Previsora como es, la Policía se ha gastado medio millón de euros en comprar un camión con cañón de agua (a.k.a. camión-botijo) para reprimir las manifestaciones, en previsión de la “actual dinámica social”.
El camión-botijo nos retrotrae a las revueltas estudiantiles contra le LOSE de 1986, con el Cojo Manteca (y yo mismo, con mi aventajado bipedismo) corriendo como gacelas por la calle Alcalá, perseguidos por los grises… quiero decir, los marrones, que en aquel entonces el régimen de libertades era mucho más transigente que el que augura la ignominiosa ley Fernández, probable antesala de la Ley de Vagos y Maleantes.
A abortar a Londres (o a Lisboa)
Volvemos a… 1976
“Buen número de españolas -aunque no existen estadísticas precisas- van a abortar a Londres. La cantidad es tal que se puede considerar un problema a escala nacional…”, escribía Neliana Tersigni en el reportaje “Abortar en Londres”, publicado el 3 de octubre de 1976 en nada menos que la primera portada de El País Semanal. En aquel año, el primero de la recién inaugurada –y hoy cochambrosa- democracia, más de la mitad de las mujeres que acudían a abortar a Londres eran españolas, según estimaba la autora del artículo.
A partir de la entrada en vigor de la nueva Ley del Aborto, que liquida de un plumazo la ley de plazos, volverán las españolas embarazadas a viajar clandestinamente a Londres o a otros destinos regidos por gobernantes menos fanáticos para, por ejemplo, detener la malformación del feto tras la vigésima semana de gestación, uno de los supuestos que, según la nueva ley, obligan a concluir el embarazo. Eso sí, puede que en lugar de ir a Londres las mujeres españolas acudan a nuestra vecina Portugal a interrumpir el embarazo.
El retorno del zapatero remendón
Imagen: J.M. Blanco, Diario Sur.
Volvemos a… 1975
Es cierto que nunca se ha ido, pero el zapatero remendón tiene hoy cola en el taller, según me confirma Augusto, un dominicano que desde hace 11 años ejerce este oficio en la calle Desengaño de Madrid: “Trabajo no me falta, pero el calzado es cada vez de peor calidad y la gente lo trae en unas condiciones más lamentables. Muchos son zapatos del chino, de 20 euros el par”. La de arena es que muchos clientes se han evaporado, porque las oficinas de la Gran vía (Prisa y Telefónica, entre otras) se han mudado a la periferia, se lamenta.
Lo mismo es válido para las costureras (“Retoucheries”, le dicen ahora) y el afilador de cuchillos, que vuelve a dejarse ver por el centro de Madrid (y no en moto, sino en bici, que sale más económico) y los talleres de reparación de pequeños electrodomésticos: “No te lo puedo reparar antes de un año”, me aseguró el dueño de un recoleto taller en Lavapiés, cuando le pedí presupuesto para arreglar una batidora: “Se me acumulan los pedidos, porque sólo quedamos dos talleres en Madrid y ahora nadie tira nada, todo se repara”.
Los sueldos, en caída libre
Volvemos a… 1998
Los cañonazos de agua para someter a las nuevas hornadas de ciudadanos cabreados y las velas de Ikea para calentar el cuarto no son fenómenos aislados, sino que forman parte de una realidad más amplia y compleja: la caída en picado de la renta media de los españoles respecto al resto de Europa.
En 2002, el PIB per cápita español superaba al de la UE, remontando siglos de retraso de nuestro país respecto al continente. En 2007, en plena euforia zapaterista, incluso superamos durante un breve período a Italia, pero los últimos datos de Eurostat demuestran que la nuestra renta media es del 96% de la UE, lo que nos devuelve a niveles de 1998, un salto atrás en el tiempo de 15 años en apenas cinco. “La década y media perdida”, podría llamarse la película.
Teléfonos ladrillo
Volvemos a… Los 90
El otro día tuve un dejá vú. A un conocido le sonó el teléfono, y al sacarlo del bolsillo para contestar la llamada, apenas cabía en su mano: ¡era un tablet del tamaño de un Heraldo de pared de Telefónica! Aquel mastodonte desbordando la pequeña mano de aquel señor me retrotrajo al primer teléfono móvil que vi en mi vida, propiedad de mi amigo Palomo (a la sazón, instalador de mamparas, por si acaso está leyendo esto), un mamotreto Motorola del calibre del que usaba Gordon Gekko en ‘Wall Street’.
¡Nos prometieron coches voladores y tenemos 140 caracteres y teléfonos cada vez más tochos!
Cemento, vivienda, vacaciones en el pueblo
Volvemos a… Los años 60
Imagen: Euribor.
Si miras por tu ventana verás que algo ha cambiado en el paisaje de España: ¡han desaparecido las grúas! El reventón de la burbuja inmobiliaria ha llevado el consumo de cemento –uno de los principales indicadores de la salud de la economía- a niveles de los años sesenta, tal y como muestra el gráfico.
Pero no hay mal que por bien no venga: el precio de los pisos no ha vuelto a los años sesenta pero sí que ha retrocedido hasta niveles de 2002: 1.700 euros/metro cuadrado de media y todo indica que seguirá haciéndolo unos cuantos años. Y, entretanto, volvemos masivamente de vacaciones al pueblo, donde no sólo hay casa gratis sino, con suerte, chorizo… y leña.
Oratores, bellatores y laboratores
Volvemos a… el Medievo
‘Rave medieval’, by Brughel el Viejo.
Antonio Baños Boncompain traza toda una teoría sobre el advenimiento del “capitalismo feudal” en su libelo ‘Posteconomía’, de modo que tratar de resumirlo en dos párrafos es como contar ‘Matrix’ con sombras chinescas. Valga, sin embargo, un levísimo extracto para que veáis por dónde van los tiros (de ballesta):
[En la clásica división social de la Edad Media] “Unos rezan, transmiten el saber y aleccionan (oratores); otros protegen, combaten y expanden (bellatores) y los terceros (laboratores) se encargan de la producción y comercio de los bienes materiales (…) [Hoy en día] tendríamos una clase trabajadora cada vez más desorganizada como tal, pero mucho más clientelar con sus acreedores o empleadores. Una clase cuya movilidad se ve limitada (hipoteca) o exacerbada (emigración) Por encima de ellos, aquello que conocíamos como burguesía está mutando hacia un artesanado constituido por el trabajador inmaterial/tecnológico y una compleja capa de profesionales semidependientes. Y más arriba, la rule class, alejada los valores burgueses y camino de una constitución aristocrática. En último lugar, los oratores: la academia, el complejo tecnocientífico, el entertainment y la industria del sentido, destinados a sostener el armazón intelectual/moral/técnico de la posteconomía y a justificar y cantar, laúd en mano, sus glorias y desmanes”.
El Atleti, campeón de invierno
Volvemos a… 1995
“¿Y el Madrid… otra vez campeón de Europa?”. El anuncio de Mitsubishi Montero ironizaba en los 90 sobre la larga sequía europea del Real Madrid, que en aquel entonces sólo había ganado Copas de Europa en “blanco y negro”. Pero el chiste perdió vigencia en 1997, cuando el Madrid ganó la primera de su racha “three in a row”, hasta conquistar la novena. (Y, como Beethoven, kaput).
Por aquellas mismas fechas, la cabeza del Mono Burgos asomaba desde el infierno de la Segunda División, anunciando el retorno del “tercero en discordia”, el Atlético de Madrid, que hoy colidera la clasificación de Primera División y es el más serio candidato a romper el duopolio Real Madrid-Barça de los últimos siete años. Y ya se sabe que el campeón de invierno tiene todas las papeletas para ser campeón del todo.
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