Moncho Alpuente
Fiscales que ofician de abogados defensores de los acusados, jueces amaestrados y colocados en puestos clave, organismos judiciales politizados y manipulados por el Gobierno con el consenso de la leal oposición, delincuentes de guante blanco y corazón negro que juegan al escondite con la Justicia, ministros justicieros que arrasan con derechos y libertades que parecían intocables. Este país en el que vivimos, porque no tenemos otro, sigue sorprendiendo al mundo, no por la deslumbrante recuperación económica que solo saben ver los iluminados, ni tampoco por la brillantez de sus logros deportivos bajo sospecha. Este es un país para comérselo y nos lo están devorando, nos lo quitan de las manos, el precio es magnífico y las facilidades de impago excelentes, siempre que se toquen las teclas adecuadas y se pague bien a los esbirros
Miguel Blesa, expresidiario eventual y expresidente de la rescatada Caja de Ahorros de Madrid no dirigía una entidad bancaria, el banco era mas bien una oficina de empleo para amigos y cómplices, una institución benéfica, un Monte de Piedad en el que muchos empeñaron sus ahorros y unos pocos se lo repartieron con premeditación y alevosía. Los correos que el infortunado juez, casi ex juez, Elpidio difundió como trailer de una película infame han sido censurados por uno de sus colegas. El precedente de Garzón, víctima de una conspiración cainita, planea en el horizonte, aviso de navegantes en las turbulentas y revueltas aguas de la Justicia, ciega y sorda. No hay peor sordo que el que no quiere oír lo que no conviene a sus intereses y se deja llevar por los cantos de pérfidas y seductoras sirenas que habitan en los paraísos fiscales, los únicos paraísos que subsisten en este mundo infernal. Los correos de Blesa han sido secuestrados por un juez y no podrán ser utilizados en la defensa saguntina de Elpidio, chivo expiatorio en el punto de mira de Miguel Blesa, gran cazador blanco que, mientras su empresa, que era nuestra, naufragaba estrepitosamente gracias, entre otras cosas, a su gestión, se regalaba, una vez más a nuestra costa, con espléndidos safaris, disparando con pólvora del rey a todo bicho viviente merecedor de convertirse en trofeo. Solo con las devoluciones del IRPF, el bwana blanco pudo permitirse ejecutar a una peligrosa cebra, a un confiado hipopótamo y hasta a un león que se cruzó en su línea de tiro.
Los correos de Blesa han sido rechazados por su colega y juzgador por formar parte de la vida privada de los que en ellos aparecen. La vida privada de Caja Madrid, como anunciaba el trailer del juez Elpidio, ha sido muy intensa y muy familiar. Arréglame lo del crédito de mi cuñado, coloca a mi sobrina, condona la deuda de mi primo o cómprame estos cuadros por cincuenta y tantos millones de euros que quiero darle una alegría a mis papás para que vean que les ha salido un hijo emprendedor. Vida privada en una empresa pública, coto privado y campo de batalla de las mejores familias del PP. El negocio de Aznarín prometía sabrosas secuelas tras los fragmentos del trailer: “Con los pelos que se ha dejado mi padre por ti, se quejaba el Aznar junior , frustrado por la negativa de Blesa, compa y cómplice de papá, lo suyo ha sido una larga y fructífera relación empañada por esta negativa a darle a su vástago tan artístico capricho y frustrar su lucrativo e incipiente mecenazgo.
El juez Elpidio es la bestia negra de Miguel Blesa y viceversa, pero en esta cacería lleva ventaja el segundo que tiene más afinada la puntería, aunque acertarle a un elefante, una cebra o un hipopótamo no parezca una gran proeza, debe ser difícil no acertar a un elefante o no abatir a una cebra en medio de una manada. En cuanto al león yo juraría, por las imágenes que he visto, que se trató mas bien de una eutanasia.
No hay nada que tenga tanto peligro que una manada de jueces cuando, sedientos de sangre, van a la caza de un colega en desgracia que se ha metido donde nadie le llamaba, salvo su conciencia.
Fiscales que ofician de abogados defensores de los acusados, jueces amaestrados y colocados en puestos clave, organismos judiciales politizados y manipulados por el Gobierno con el consenso de la leal oposición, delincuentes de guante blanco y corazón negro que juegan al escondite con la Justicia, ministros justicieros que arrasan con derechos y libertades que parecían intocables. Este país en el que vivimos, porque no tenemos otro, sigue sorprendiendo al mundo, no por la deslumbrante recuperación económica que solo saben ver los iluminados, ni tampoco por la brillantez de sus logros deportivos bajo sospecha. Este es un país para comérselo y nos lo están devorando, nos lo quitan de las manos, el precio es magnífico y las facilidades de impago excelentes, siempre que se toquen las teclas adecuadas y se pague bien a los esbirros
Miguel Blesa, expresidiario eventual y expresidente de la rescatada Caja de Ahorros de Madrid no dirigía una entidad bancaria, el banco era mas bien una oficina de empleo para amigos y cómplices, una institución benéfica, un Monte de Piedad en el que muchos empeñaron sus ahorros y unos pocos se lo repartieron con premeditación y alevosía. Los correos que el infortunado juez, casi ex juez, Elpidio difundió como trailer de una película infame han sido censurados por uno de sus colegas. El precedente de Garzón, víctima de una conspiración cainita, planea en el horizonte, aviso de navegantes en las turbulentas y revueltas aguas de la Justicia, ciega y sorda. No hay peor sordo que el que no quiere oír lo que no conviene a sus intereses y se deja llevar por los cantos de pérfidas y seductoras sirenas que habitan en los paraísos fiscales, los únicos paraísos que subsisten en este mundo infernal. Los correos de Blesa han sido secuestrados por un juez y no podrán ser utilizados en la defensa saguntina de Elpidio, chivo expiatorio en el punto de mira de Miguel Blesa, gran cazador blanco que, mientras su empresa, que era nuestra, naufragaba estrepitosamente gracias, entre otras cosas, a su gestión, se regalaba, una vez más a nuestra costa, con espléndidos safaris, disparando con pólvora del rey a todo bicho viviente merecedor de convertirse en trofeo. Solo con las devoluciones del IRPF, el bwana blanco pudo permitirse ejecutar a una peligrosa cebra, a un confiado hipopótamo y hasta a un león que se cruzó en su línea de tiro.
Los correos de Blesa han sido rechazados por su colega y juzgador por formar parte de la vida privada de los que en ellos aparecen. La vida privada de Caja Madrid, como anunciaba el trailer del juez Elpidio, ha sido muy intensa y muy familiar. Arréglame lo del crédito de mi cuñado, coloca a mi sobrina, condona la deuda de mi primo o cómprame estos cuadros por cincuenta y tantos millones de euros que quiero darle una alegría a mis papás para que vean que les ha salido un hijo emprendedor. Vida privada en una empresa pública, coto privado y campo de batalla de las mejores familias del PP. El negocio de Aznarín prometía sabrosas secuelas tras los fragmentos del trailer: “Con los pelos que se ha dejado mi padre por ti, se quejaba el Aznar junior , frustrado por la negativa de Blesa, compa y cómplice de papá, lo suyo ha sido una larga y fructífera relación empañada por esta negativa a darle a su vástago tan artístico capricho y frustrar su lucrativo e incipiente mecenazgo.
El juez Elpidio es la bestia negra de Miguel Blesa y viceversa, pero en esta cacería lleva ventaja el segundo que tiene más afinada la puntería, aunque acertarle a un elefante, una cebra o un hipopótamo no parezca una gran proeza, debe ser difícil no acertar a un elefante o no abatir a una cebra en medio de una manada. En cuanto al león yo juraría, por las imágenes que he visto, que se trató mas bien de una eutanasia.
No hay nada que tenga tanto peligro que una manada de jueces cuando, sedientos de sangre, van a la caza de un colega en desgracia que se ha metido donde nadie le llamaba, salvo su conciencia.
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