David Torres
Ayer profetizaba en este mismo espacio que el presidente Mariano acabaría haciéndose una foto junto a Morgan Freeman y enviándola por uasap a los cachorros de Nuevas Generaciones con la leyenda: “Mandela no se ha muerto. Miren”. La realidad, como siempre que se habla de Mariano, supera a la ficción. No se le ocurrió otra cosa que evocar el partido de fútbol que ganó la selección española a Holanda en ese mismo estadio y depositarlo de corona fúnebre en medio de las exiquias por Mandela. “Es un recuerdo muy bonito” dice, como si Iniesta le hubiese metido un gol al apartheid. De inmediato la frase resonó con un eco de aquella espectacular tontería de Zapatero, cuando recién aterrizado en Estocolmo dijo lo emocionado que estaba al pisar la tierra de Stieg Larsson. Con lo fácil que era que alguno de los tropecientos mil asesores presidenciales tecleara en google “suecos famosos” hasta dar, por ejemplo, con Ingmar Bergman. O con Ingrid Bergman. Le faltó decir que venía buscando a la novia de Alfredo Landa.
Evidentemente los asesores presidenciales de la Moncloa se sacan un sobresueldo trabajando a ratos perdidos para los chicos de Muchachada Nui. Quienes echaban de menos al anterior androide de protocolo y sus ostentosas mamarrachadas, ya pueden dormir tranquilos. Día tras día, Mariano lo supera y más aun, se supera a sí mismo, lo que tiene mucho mérito. Lo cierto es que, aparte de la altura física y las chorradas monumentales, cada vez aparecen más semejanzas entre ambos líderes. A veces llego a preguntarme si Mariano no soltará cosas como lo de si las cuchillas de Melilla hacen daño a las personas para marcar diferencias con su antecesor, un alma bendita incapaz de decir semejante barbaridad, aunque no de plantar las cuchillas en la valla. A veces, en efecto, da la impresión de que le han puesto barba y gafas únicamente para distinguirlos, como si fuesen gemelos separados al nacer. Un poco al estilo del PP y el PSOE, que son partidos univitelinos.
Por ejemplo, en un momento dado de la reunión, Mariano se acercó a charlar con Raúl Castro, lo cual dio pie a ciertos rumores sobre un posible acercamiento geoestratégico de la posición del PP respecto al gobierno cubano. En realidad, lo que ocurrió es que allí no había nadie más con quien Mariano pudiera hablar, a menos que intentara hacerse entender por señas (Aznar habla inglés de Texas, Zapatero francés de Logroño y Mariano exclusivamente castellano de Atapuerca). Pero la conversación no prosperó porque a Raúl Castro no le interesa el fútbol y en seguida se fueron cada uno por su lado a hacer amigos. Una lástima porque al parecer Mariano también coincidó con Obama en el gimnasio de un hotel de Johannesburgo y quedaron para que en un futuro próximo el mandatario español le explicara su técnica de la carrera parado y el secreto de las abdominales de Aznar. Fútbol, gimnasia y barra libre. El deporte es la clave de las relaciones internacionales españolas aunque en Sudáfrica nadie lograra explicarle a Mariano si el Mandela ese jugaba de portero o de delantero centro.
Ayer profetizaba en este mismo espacio que el presidente Mariano acabaría haciéndose una foto junto a Morgan Freeman y enviándola por uasap a los cachorros de Nuevas Generaciones con la leyenda: “Mandela no se ha muerto. Miren”. La realidad, como siempre que se habla de Mariano, supera a la ficción. No se le ocurrió otra cosa que evocar el partido de fútbol que ganó la selección española a Holanda en ese mismo estadio y depositarlo de corona fúnebre en medio de las exiquias por Mandela. “Es un recuerdo muy bonito” dice, como si Iniesta le hubiese metido un gol al apartheid. De inmediato la frase resonó con un eco de aquella espectacular tontería de Zapatero, cuando recién aterrizado en Estocolmo dijo lo emocionado que estaba al pisar la tierra de Stieg Larsson. Con lo fácil que era que alguno de los tropecientos mil asesores presidenciales tecleara en google “suecos famosos” hasta dar, por ejemplo, con Ingmar Bergman. O con Ingrid Bergman. Le faltó decir que venía buscando a la novia de Alfredo Landa.
Evidentemente los asesores presidenciales de la Moncloa se sacan un sobresueldo trabajando a ratos perdidos para los chicos de Muchachada Nui. Quienes echaban de menos al anterior androide de protocolo y sus ostentosas mamarrachadas, ya pueden dormir tranquilos. Día tras día, Mariano lo supera y más aun, se supera a sí mismo, lo que tiene mucho mérito. Lo cierto es que, aparte de la altura física y las chorradas monumentales, cada vez aparecen más semejanzas entre ambos líderes. A veces llego a preguntarme si Mariano no soltará cosas como lo de si las cuchillas de Melilla hacen daño a las personas para marcar diferencias con su antecesor, un alma bendita incapaz de decir semejante barbaridad, aunque no de plantar las cuchillas en la valla. A veces, en efecto, da la impresión de que le han puesto barba y gafas únicamente para distinguirlos, como si fuesen gemelos separados al nacer. Un poco al estilo del PP y el PSOE, que son partidos univitelinos.
Por ejemplo, en un momento dado de la reunión, Mariano se acercó a charlar con Raúl Castro, lo cual dio pie a ciertos rumores sobre un posible acercamiento geoestratégico de la posición del PP respecto al gobierno cubano. En realidad, lo que ocurrió es que allí no había nadie más con quien Mariano pudiera hablar, a menos que intentara hacerse entender por señas (Aznar habla inglés de Texas, Zapatero francés de Logroño y Mariano exclusivamente castellano de Atapuerca). Pero la conversación no prosperó porque a Raúl Castro no le interesa el fútbol y en seguida se fueron cada uno por su lado a hacer amigos. Una lástima porque al parecer Mariano también coincidó con Obama en el gimnasio de un hotel de Johannesburgo y quedaron para que en un futuro próximo el mandatario español le explicara su técnica de la carrera parado y el secreto de las abdominales de Aznar. Fútbol, gimnasia y barra libre. El deporte es la clave de las relaciones internacionales españolas aunque en Sudáfrica nadie lograra explicarle a Mariano si el Mandela ese jugaba de portero o de delantero centro.
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