David Bollero (publico.es)
Hace unas semanas, durante la celebración del II Curso Internacional “Policía 3.0: Seguridad Inteligente“, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, avanzó la posibilidad de poner en marcha un DNI 3.0. La principal novedad de esta nueva fórmula vendría de la mano del almacenamiento en la nube, lo que en términos más técnicos se viene conociendo como cloud computing.
Cosidó, al que ya este año vimos subido a las nuevas tecnologías con las Google Glass, incluso precisó que el nuevo documento de identidad incorporaría tecnología NFC, es decir, que podría integrarse con los teléfonos móvil como si fuera una tarjeta sin contacto (contact-less).
Al parecer, el arranque de los primeros pilotos es inminente y, quizás, ayudaría a hacer realidad a otro de los grandes sueños asociados al DNI electrónico: que hiciera las veces de tarjeta sanitaria. A fin de cuentas, su chip es capaz de almacenar información y, con el nuevo horizonte de la nube, sus posibilidades crecen geométricamente.
Ya el año pasado (casi por estas fechas), el Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, Víctor Calvo-Sotelo, tuvo que rendirse a la evidencia del fiasco del DNI electrónico y, como paliativo, lanzó el globo sonda de la tarjeta sanitaria. Desde entonces no ha habido ningún otro anuncio al respecto, pero lo cierto es que cuando uno habla con los profesionales de las Tecnologías de la Información en la Administración Pública se da cuenta de lo que puede influir la política en el progreso… generalmente para mal.
Recientemente, el director de Innovación, Procesos y Proyectos Estratégicos de la Dirección General de Sistemas de Información Sanitaria del SERMAS (Servicio Madrileño de Salud), Francisco Ramón García Lombardía, admitía cómo las elecciones son una de las principales causas de los retrasos en proyectos tecnológicos estratégicos. Un ejemplo de ello es la famosa Historia Clínica Única, que, como precisaba García Lombardía, “me jubilaré y no la veré unificada porque no tenemos ni la capacidad financiera ni el tiempo para montarla”.
Estas son las cifras con las que antaño a los máximos responsables de Industria y de Red.es se les llenaba la boca. Ahora ya, ni eso. En las últimas comparecencias de las que he sido testigo y a las que han asistido tanto Calvo-Sotelo como César Miralles, director general de Red.es, ambos han obviado siquiera mencionar el DNI electrónico, aunque tenían motivos para dedicarle algún apunte.
Nada. ¿Por qué? Porque a pesar de que el 82% de la población ya dispone de DNI con chip su utilización da pena. El Informe eEspaña 2013 revela que de los más de 367 millones de trámites electrónicos realizados con la Administración General del Estado (AGE), poco más de 70.000 se realizaron con DNI electrónico. Ni siquiera llega al 0,02%. Desolador.
Desde la Agencia Tributaria, los datos que llegan son algo mejores, pero igualmente escalofriantes. Sólo el 0,7% de los certificados utilizados en las declaraciones de la Renta de 2012 al finalizar la campaña en julio de 2013 y un 0,02% de los certificados de declaraciones informativas de 2012 correspondieron al DNI electrónico.
Algo se está haciendo mal y, lo que es peor, no se le está poniendo remedio. Hace ya un año Kaostica denunciaba el fracaso del DNI electrónico y la cosa no parece mejorar: problemas con los certificados electrónicos, dificultades de compatibilidad con algunos navegadores y con las consolas de Java… Y ni siquiera acciones de marketing como a la que se prestó el mismo Calvo-Sotelo con María Garaña, presidenta de Microsoft Ibérica, resultan suficiente:
A principios del año pasado se anunciaba a bombo y platillo que Windows 8 no necesitaría la instalación de drivers para operar con DNI electrónico. En realidad, tres años antes el Ministerio de Industria y Microsoft ya habían suscrito un acuerdo de colaboración similar con Windows 7 y, más allá de un grueso clipping de prensa parece que los frutos del acuerdo no fueron a más.
Así pues, quizás sería bueno dejar de tener sueños húmedos con el DNI electrónico y ponerse de veras a trabajar, comenzando por una buena ración de autocrítica, que nunca viene mal más allá de los pomposos mensajes de marketing.
Hace unas semanas, durante la celebración del II Curso Internacional “Policía 3.0: Seguridad Inteligente“, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, avanzó la posibilidad de poner en marcha un DNI 3.0. La principal novedad de esta nueva fórmula vendría de la mano del almacenamiento en la nube, lo que en términos más técnicos se viene conociendo como cloud computing.
Cosidó, al que ya este año vimos subido a las nuevas tecnologías con las Google Glass, incluso precisó que el nuevo documento de identidad incorporaría tecnología NFC, es decir, que podría integrarse con los teléfonos móvil como si fuera una tarjeta sin contacto (contact-less).
Al parecer, el arranque de los primeros pilotos es inminente y, quizás, ayudaría a hacer realidad a otro de los grandes sueños asociados al DNI electrónico: que hiciera las veces de tarjeta sanitaria. A fin de cuentas, su chip es capaz de almacenar información y, con el nuevo horizonte de la nube, sus posibilidades crecen geométricamente.
Ya el año pasado (casi por estas fechas), el Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, Víctor Calvo-Sotelo, tuvo que rendirse a la evidencia del fiasco del DNI electrónico y, como paliativo, lanzó el globo sonda de la tarjeta sanitaria. Desde entonces no ha habido ningún otro anuncio al respecto, pero lo cierto es que cuando uno habla con los profesionales de las Tecnologías de la Información en la Administración Pública se da cuenta de lo que puede influir la política en el progreso… generalmente para mal.
Recientemente, el director de Innovación, Procesos y Proyectos Estratégicos de la Dirección General de Sistemas de Información Sanitaria del SERMAS (Servicio Madrileño de Salud), Francisco Ramón García Lombardía, admitía cómo las elecciones son una de las principales causas de los retrasos en proyectos tecnológicos estratégicos. Un ejemplo de ello es la famosa Historia Clínica Única, que, como precisaba García Lombardía, “me jubilaré y no la veré unificada porque no tenemos ni la capacidad financiera ni el tiempo para montarla”.
DNI 3.0 al rescate… ¿o no?
Menos mal que llega el DNI 3.0 para arreglarlo… ¿o no? Apenas un mes después de su anuncio, llega la presentación del Informe eEspaña 2014 de la Fundación Orange en el que deja al documento nacional de identidad electrónico a la altura del betún. Si en 2012 el 70% de la población ya disponía de e-DNI, un año después la cifra había escalado 12 puntos porcentuales.Estas son las cifras con las que antaño a los máximos responsables de Industria y de Red.es se les llenaba la boca. Ahora ya, ni eso. En las últimas comparecencias de las que he sido testigo y a las que han asistido tanto Calvo-Sotelo como César Miralles, director general de Red.es, ambos han obviado siquiera mencionar el DNI electrónico, aunque tenían motivos para dedicarle algún apunte.
Nada. ¿Por qué? Porque a pesar de que el 82% de la población ya dispone de DNI con chip su utilización da pena. El Informe eEspaña 2013 revela que de los más de 367 millones de trámites electrónicos realizados con la Administración General del Estado (AGE), poco más de 70.000 se realizaron con DNI electrónico. Ni siquiera llega al 0,02%. Desolador.
Desde la Agencia Tributaria, los datos que llegan son algo mejores, pero igualmente escalofriantes. Sólo el 0,7% de los certificados utilizados en las declaraciones de la Renta de 2012 al finalizar la campaña en julio de 2013 y un 0,02% de los certificados de declaraciones informativas de 2012 correspondieron al DNI electrónico.
Algo se está haciendo mal y, lo que es peor, no se le está poniendo remedio. Hace ya un año Kaostica denunciaba el fracaso del DNI electrónico y la cosa no parece mejorar: problemas con los certificados electrónicos, dificultades de compatibilidad con algunos navegadores y con las consolas de Java… Y ni siquiera acciones de marketing como a la que se prestó el mismo Calvo-Sotelo con María Garaña, presidenta de Microsoft Ibérica, resultan suficiente:
A principios del año pasado se anunciaba a bombo y platillo que Windows 8 no necesitaría la instalación de drivers para operar con DNI electrónico. En realidad, tres años antes el Ministerio de Industria y Microsoft ya habían suscrito un acuerdo de colaboración similar con Windows 7 y, más allá de un grueso clipping de prensa parece que los frutos del acuerdo no fueron a más.
Así pues, quizás sería bueno dejar de tener sueños húmedos con el DNI electrónico y ponerse de veras a trabajar, comenzando por una buena ración de autocrítica, que nunca viene mal más allá de los pomposos mensajes de marketing.
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