Para acabar de una vez con el mito fundador de una Transición
que ha destruido el sentimiento de unidad nacional, que ha aniquilado nuestros
valores morales y es la gran responsable de nuestra ruina económica y social,
quiero relatar dos hechos vividos que demuestran cómo estos irresponsables
tomaban las decisiones y robaban a los españoles. En aquella época yo era
consejero delegado de Campsa, que como Monopolio de Petróleos dependía
de Hacienda, por lo que mi jefe era el ministro de Hacienda, Francisco
Fernández Ordoñez, quien quería dotar a España de un sistema fiscal moderno
en el que se erradicara cualquier privilegio o componenda a favor de regiones
o personas.
La tres provincias vascas y Navarra tenían unos fueros
históricos derivados de las guerras carlistas y pensados para una sociedad
atrasada y pastoril. Franco había anulado los fueros de Vizcaya y Guipúzcoa,
que no se habían unido al alzamiento y los había mantenido en Navarra y
Álava, que le habían apoyado. Paco quería acabar con este anacronismo histórico
y anular también los fueros de Navarra y Álava, es decir, que todos los
españoles fuéramos iguales ante el fisco. Sin embargo, los cabezas de lista
de UCD por Guipúzcoa y Vizcaya, Marcelino Oreja y Agustín Rodríguez Sahagún,
ambos pesos pesados en el parido, no sólo se opusieron tajantemente, sino
que exigieron que fueran restituidos en las provincias donde se presentaban,
con el “patriótico argumento” de que si no se hacía así, UCD perdería
las elecciones en ellas.
Fernández Ordoñez se negó en redondo a aceptar esta clamorosa
injusticia fiscal. Los dos “barones” consiguieron el apoyo del insensato
falangista Suárez, quien ordenó a su ministro de Hacienda la restitución
del régimen foral. Algunas personas cercanas a Fernández Ordóñez, entre
ellas Mariano Rubio, el último gran gobernador del BdE, le advertimos de
las consecuencias de este disparate y le pedimos que abandonara a Suárez,
pero mi jefe no era de carácter luchador y al final aceptó. Hoy las provincias
vascas pagan 8.000 millones año menos a Hacienda de lo que les correspondería
si estuvieran en el régimen común y, además, la diputaciones vascas que
ingresan el IVA de todos los productos vascos vendidos en el resto de España
(80%) sólo lo devuelven parcialmente, por lo que se apropian de miles de
millones adicionales. Gracias a este expolio al resto de españoles, el
País Vasco y Navarra tienen hoy la mayor renta per cápita de España.
En 1979 y como consecuencia de la crisis de los ayatolás
en Irán, España estuvo durante muchos meses bordeando el desabastecimiento
de petróleo. El vicepresidente Fernando Abril me nombró responsable de
garantizar nuestro abastecimiento, dándome carta blanca para buscar suministros
adicionales donde fuera. El entonces embajador de España en Kuwait, Fernando
Schwarzt, un embajador de los de verdad, no como la chusma nombrada a dedo
que hoy nos representa, me dijo que tenía una gran amistad con la familia
Al-Sabah reinante en Kuwait y que podría conseguirnos petróleo adicional.
Volé inmediatamente a Kuwait y, gracias a este gran embajador que hacía
su trabajo, pude contratar un primer cargamento de 150.000 toneladas. Al
volver tenía varias llamadas de mi jefe, Fernández Ordoñez, pidiendo que
fuera a verle de inmediato.
Fui encantado, pensando en una efusiva felicitación. Nada
más lejos. Al llegar a su despacho de la calle de Alcalá, Fernández Ordóñez
se puso en pie, levantó los brazos al cielo y me dijo: “La que has liado,
Roberto, me vas a buscar la ruina”. Me quedé atónito, ¿pero de qué me
hablas, si acabo de contratar un cargamento en Kuwait que nos garantiza
el abastecimiento dos o tres semanas? “Mira, me dijo, ha estado aquí Manolo
Prado –senador, diplomático y administrador privado del rey Juan Carlos
durante dos décadas–, que se ha enterado que estabas en Kuwait y me ha
montado un pollo que no puedes imaginar, me ha dicho que Arabia Saudí y
los Emiratos son exclusivamente suyos y nadie más que él puede negociar
ni un barril, así que ni se te ocurra volver a hacer nada parecido”. Mi
sorpresa se tornó en ira, así que, con la confianza y el cariño que siempre
tuve por Fernández Ordóñez, le dije: “No tengo ni idea quién es ese tío,
pero el responsable de garantizar los suministros soy yo y no ese tal Manolo,
que ni siquiera sé quién es”.
Entonces fue Fernández Ordóñez quien se quedó atónito:
“Pero vamos a ver, Roberto, ¿tú en que mundo vives?, ¿es que no sabes
a quién representa Manolo Prado?”. Realmente no lo sabía y resultaba que
la altísima instancia a la que representaba tenía el monopolio de nuestros
suministros extra durante la crisis. Y, por cierto, nadie hablaba de precios:
Hacienda pagaba por el petróleo lo que ponía en la factura, sin entrar
en averiguación alguna y menos cometer la ordinariez de decir que se podía
comprar más barato cuando el conseguidor era Prado. Así que, cuando se
conoce la realidad de primera mano y se ve a la clase política corrupta
y cortesana deshacerse en elogios al Rey como el otro día en la farsa que
llaman Parlamento, a uno le dan ganas de marcharse de España.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada