dimarts, 15 d’octubre del 2013

El PP necesita clases de matemáticas

Juan Carlos Escudier

Los miembros del Gobierno y los dirigentes del PP en general tienen una edad muy mala, esa franja en la que la capacidad matemática de los españoles es muy deficiente, según ha revelado esa especie de informe Pisa para adultos que hemos conocido estos días y que sitúa al país definitivamente enfrentado a las ciencias exactas. La culpa de sus problemas para manejarse con las cuatro reglas básicas no será suya seguramente, que bastante tuvieron en su día con hacerse hueco en política, pero empieza a ser cargante la obsesión con la que algunos se empeñan en hacer comulgar a los demás con piedras de molino auténticamente intragables.
Empezaron con la reforma de las pensiones, con la que está a punto de consumarse el mayor desfalco perpetrado contra los jubilados y que, básicamente consiste en hacer perder poder adquisitivo a los abuelos mientras la Seguridad Social esté en números rojos –una situación que no se corregirá en años- y en facilitarles una ganancia ridícula cuando las cuentas estén en positivo, de manera que muchos de ellos morirán antes de poder recuperar lo perdido.
Pese a la evidencia palmaria, no hemos dejado de escuchar la letanía de que gracias al PP las pensiones subirán siempre, un carro a cuyo estribo se encaramó el propio Rajoy con una frase memorable acerca de lo que significaba la reforma: “Es una apuesta por no bajarlas”. Tal y como han estimado los ideólogos del atraco que sí saben de matemáticas, el ahorro ascenderá a 33.000 millones entre 2014 y 2022 o, lo que es lo mismo, que durante una década los pensionistas perderán irremisiblemente poder adquisitivo. ¿Que qué le dice la curva a la tangente? No me toques.
El dos y dos son cinco ha llegado de la mano de nuestro singular ministro de Hacienda, para quien los salarios en España no han bajado sino que han crecido moderadamente, lo cual vendría a demostrar que Montoro se perdió ese capítulo de Barrio Sésamo y posiblemente también otro en el que se explicaban las diferencias entre arriba y abajo  con Coco en el papel protagonista.
Una cosa es que a Montoro le perdonemos esa equivocación de 10.000 millones de nada en la previsión de deuda pública para 2014 y asumamos la teoría de la errata de imprenta, y otra que venga a discutirnos los billetes que llevamos en la cartera. La única explicación posible es que el ministro se refiriera a sus compañeros de la dirección del partido, cuyo sueldos nunca dejaron de subir mientras Bárcenas tuvo sobres a mano.
Las dificultades del titular de Hacienda con las matemáticas no son baladí, como ya se puso de manifiesto con el balance de su amnistía fiscal, el mayor premio concedido en el mundo a los defraudadores. Según nuestro moderno Pitágoras se afloraron 40.000 millones de euros evadidos, lo que al tipo del 10% previsto debía equivaler a 4.000 millones de ingresos para las arcas públicas. Sólo se recaudaron algo más de 1.200 millones, y ello porque para que el blanqueo fuera de Ariel ultra únicamente se gravaron los rendimientos de los capitales evadidos de los ejercicios no prescritos. En resumen, muchos delincuentes sólo pagaron el 1% y no el 10%, en una versión avanzada del cálculo infinitesimal de Leibniz.
Tenemos realmente un problema mayúsculo que no cabe atribuir a la LOGSE de Rubalcaba. De seguir así las cosas vamos a tener que pensar que no es estulticia sino desfachatez. Y eso no se arregla con clases de matemáticas sino de decencia.