Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Pascual Serrano, uno de los mejores periodistas de este país, acaba de publicar un artículo (Conflicto en Intereconomía o Canal 9, ¿dónde se coloca la izquierda?) en Público
26.12.13, que debería hacer reflexionar a todas las personas con
sensibilidad y vocación democrática, pues toca uno de los temas más
importantes existentes en la limitadísima democracia española, es decir,
la falta de diversidad ideológica de los medios de información de
España y de sus comunidades autónomas. En realidad, el mayor problema de
la democracia española es, precisamente, esta falta de diversidad tanto
en los medios escritos como orales, y tanto en los medios públicos como
en los privados.
El artículo surge a partir
del conflicto laboral existente en el canal de televisión Intereconomía,
junto con el cierre de Canal 9 y del resto de la radiotelevisión
pública valenciana. Estos conflictos y cierres han movilizado a las
izquierdas del país en defensa de los profesionales y trabajadores de
esos medios, afectados negativamente por tales medidas, pues ellas
implican pérdidas de puestos de trabajo. Como bien señala Pascual
Serrano, la defensa de puestos de trabajo ha movilizado siempre a las
izquierdas (que, por regla general, lideran las reivindicaciones
laborales), siendo estas las que se han movilizado para protestar y
denunciar dicha destrucción de puestos de trabajo, independientemente
del lugar e institución en los que ello tomara lugar.
Ahora bien –tal como indica
Pascual Serrano–, esta política lleva a situaciones paradójicas e
incoherentes, pues esta protesta puede ser antidemocrática cuando sus
beneficiarios son profesionales o trabajadores de instrumentos
antidemocráticos como lo han sido Intereconomía y Canal 9. Estos medios
de información han carecido del mínimo de conciencia democrática que
debería exigírsele a un medio de información que use un bien público
como son las ondas radiofónicas. En realidad, su comportamiento ha sido
profundamente antidemocrático, marginando, cuando no insultando, a las
izquierdas y a las fuerzas democráticas, con un servilismo a las
ultraderechas gobernantes del país que ha dañado a las clases populares
de este país. Su limitado profesionalismo, puesto al servicio de la
propaganda política, se ha traducido en el descaro y desvergüenza que
caracterizan a las derechas (en realidad ultraderechas) del país. Canal 9
jugó un papel clave en ocultar las causas del enorme daño provocado a
las víctimas del accidente de metro de Valencia y a sus familiares. E
Intereconomía ha intoxicado la cultura democrática del país, con una
manipulación grosera que ha alcanzado un nivel de insulto y sectarismo
que ha hecho imposible cualquier posibilidad de diálogo o
enriquecimiento democrático. En realidad, dicho comportamiento ha
corrompido cualquier atisbo de democracia que hubiera podido existir en
la cultura política de la ultraderecha española.
Es un espectáculo que debería
ofender a cualquier demócrata en nuestro país el ver a los
profesionales de Canal 9 denunciar las enormes manipulaciones de esa
televisión en el momento en el que son expulsados. ¿Por qué no lo
denunciaron cuando ello estaba ocurriendo, que era cuando los mismos
profesionales, que ahora se quejan, estaban transmitiendo aquellas
mentiras que ocultaban hechos verídicos de los cuales ellos eran
conscientes?
Se me dirá que si lo hubieran
hecho, se les habría penalizado. Pero esta explicación no justifica su
comportamiento. ¿Se utilizaría la misma justificación si la persona que
diera este argumento fuera un torturador en las celdas de la policía,
que le despedían debido a los recortes del personal policial? Pues bien,
el sistema actual, que esconde una dictadura mediática, se reproduce
mediante represión, no solo física sino también intelectual. Y los
medios están jugando un papel clave en la reproducción de esta represión
intelectual.
También se me podría decir
(como se me ha dicho) que Canal 9 era público y las izquierdas deben
apoyar a los medios públicos. Este argumento, para ser válido, tendría
que tener en cuenta la naturaleza democrática de dicho instrumento
público, lo cual es fácil de mostrar su inexistencia mirando la
limitadísima diversidad ideológica existente en el medio. Y ahí, muchos
pecan de escasa vocación democrática. TV3, el primer canal de la
televisión pública catalana, promueve en sus programas de economía una
visión ultraliberal que sistemáticamente promociona el punto de vista
del mundo del capital a costa del mundo del trabajo. En el programa
Lecciones de Economía, de casi una hora de duración, constantemente se
presenta la visión empresarial de la vida económica, presentando por
ejemplo a las compañías eléctricas como víctimas del gobierno (sí, ha
leído bien) en el rechazo de este último al crecimiento del precio de la
electricidad (uno de los más altos de la UE-15).
Podría justificarse este
apoyo a TV3 (como yo hice recientemente) por también tener programas
(muy pocos), en el canal secundario de Televisió de Catalunya, de gran
interés político-social. Pero el problema mayor persiste: la utilización
de un medio público por una ideología concreta que aparece con abusiva
claridad en los informativos. Esta falta de profesionalidad debería ser
denunciada por las izquierdas, que permanecen calladas por miedo (y
existe mucho miedo y temor a criticar a los medios), por oportunismo y
por confusión. Es sorprendente la falta de respuesta de las izquierdas
hacia la falta de diversidad de los medios, siendo España el único país
de la UE-15 en el que no hay ningún mayor medio escrito u oral de
izquierdas. Y las izquierdas tienen responsabilidad en ello.
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