Juan Carlos Escudier
Eclipsado por el lento final de ETA, Mayor Oreja ha iniciado el tránsito a la jubilación, aunque la suya sea de las buenas, con varias multinacionales pagando la fiesta de una fundación montada a imagen y semejanza de sus desvaríos, entre ellos el de conseguir una ley europea contra el aborto en vista de que aquí ya le hace Gallardón el trabajo y de que las metas han de ser irrealizables para poder seguir viviendo del cuento indefinidamente.
Dado que este hombre era capaz de vislumbrar una negociación con ETA en un concurso infantil de disfraces, el final del terrorismo tenía al todavía eurodiputado bastante confuso, especialmente desde que gobiernan los suyos y se le hizo muy difícil mantener que Rajoy también participa en la conjura secesionista que debía entregar la playa de la Concha a los herederos de Pakito, Txelis e Iñaki de Rentería.
A fin de salvar la contradicción, Mayor afinó el tiro para encajar las piezas del puzzle aunque fuera a martillazos y desde hace más de un año empezó a aventar que, en realidad, ETA había nacido para romper España matando o sin matar, mientras profetizaba que cuando sus diputados (los de ETA) y los del PNV fueran mayoría impulsarían la autodeterminación de Euskadi.
Como el augurio sigue sin cumplirse, quizás porque Urkullu es de letras y se le atragantan las matemáticas, el Nostradamus del PP ha dado una nueva vuelta de tuerca a su argumentario en una cuadratura del círculo sin precedentes: ETA ha sido la vanguardia de los nacionalismos y en su hoja de ruta también está Artur Mas, que viene a ser un Ibarretxe elevado a la tercera potencia o, si se prefiere, un etarra con estudios y sin capucha. En definitiva, los terroristas también han marcado el rumbo a CiU, a cuyo desafío sólo cabe hacerle frente desde la firmeza, la Constitución y -ojo al dato- sin negociación de ningún tipo, que ya se sabe que es un arma que carga el diablo.
Obviamente, siempre según Mayor Oreja, hay que estar preparado para lo peor porque de un nacionalista no se puede uno fiar, salvo que sea un españolazo de bien y mantenga como él que el franquismo fue uno de los periodos más plácidos de la historia de esta sufrida piel de toro.
Redefinido el enemigo, que no es otro sino ETA y su simiente, su papel vuelve a ser imprescindible. ¿A quién recurrir para explicar los próximos pasos de estos modernos terroristas que forman cadenas humanas kilométricas y tienen inculcado en su desviada genética el odio a los Reyes Católicos? A Mayor Oreja y a su bola de cristal.
Eclipsado por el lento final de ETA, Mayor Oreja ha iniciado el tránsito a la jubilación, aunque la suya sea de las buenas, con varias multinacionales pagando la fiesta de una fundación montada a imagen y semejanza de sus desvaríos, entre ellos el de conseguir una ley europea contra el aborto en vista de que aquí ya le hace Gallardón el trabajo y de que las metas han de ser irrealizables para poder seguir viviendo del cuento indefinidamente.
Dado que este hombre era capaz de vislumbrar una negociación con ETA en un concurso infantil de disfraces, el final del terrorismo tenía al todavía eurodiputado bastante confuso, especialmente desde que gobiernan los suyos y se le hizo muy difícil mantener que Rajoy también participa en la conjura secesionista que debía entregar la playa de la Concha a los herederos de Pakito, Txelis e Iñaki de Rentería.
A fin de salvar la contradicción, Mayor afinó el tiro para encajar las piezas del puzzle aunque fuera a martillazos y desde hace más de un año empezó a aventar que, en realidad, ETA había nacido para romper España matando o sin matar, mientras profetizaba que cuando sus diputados (los de ETA) y los del PNV fueran mayoría impulsarían la autodeterminación de Euskadi.
Como el augurio sigue sin cumplirse, quizás porque Urkullu es de letras y se le atragantan las matemáticas, el Nostradamus del PP ha dado una nueva vuelta de tuerca a su argumentario en una cuadratura del círculo sin precedentes: ETA ha sido la vanguardia de los nacionalismos y en su hoja de ruta también está Artur Mas, que viene a ser un Ibarretxe elevado a la tercera potencia o, si se prefiere, un etarra con estudios y sin capucha. En definitiva, los terroristas también han marcado el rumbo a CiU, a cuyo desafío sólo cabe hacerle frente desde la firmeza, la Constitución y -ojo al dato- sin negociación de ningún tipo, que ya se sabe que es un arma que carga el diablo.
Obviamente, siempre según Mayor Oreja, hay que estar preparado para lo peor porque de un nacionalista no se puede uno fiar, salvo que sea un españolazo de bien y mantenga como él que el franquismo fue uno de los periodos más plácidos de la historia de esta sufrida piel de toro.
Redefinido el enemigo, que no es otro sino ETA y su simiente, su papel vuelve a ser imprescindible. ¿A quién recurrir para explicar los próximos pasos de estos modernos terroristas que forman cadenas humanas kilométricas y tienen inculcado en su desviada genética el odio a los Reyes Católicos? A Mayor Oreja y a su bola de cristal.
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