divendres, 28 de desembre del 2012

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA MÁS ALLÁ DE LA FONTERA FRANCESA



L'hostal dels Trabucaires. Al centre la placa commemorativa. 
A parte de tener alojamiento gratis, lo mejor de tener familia en Francia es que, al conocerse el territorio, son unos excelentes guías turísticos.
Un primo hermano de mi madre combatió con el ejército de la II República para defender España de golpe de estado fascista que habían perpetrado, entre otros, los Generales Sanjurjo y Franco. Fue llamado a filas con apenas 18 años y, por lo tanto, formó parte de una de las bautizadas como Quintas del Biberón.
Tuvo la suerte de sobrevivir a la contienda y, con sus padres (era hijo único) se tuvo que exiliar a Francia. Primero estuvieron en el campo de deportados de Argelès-sur-Mer, hasta que un antiguo patrono francés consiguió sacarlos.
Mis tíos fijaron su residencia en el pequeño pueblo de Lespignan, departamento del Hérault, situado en el sureste, a poca distancia de España
Lespignan. Al centre la casa on va viure la família Martí. 

Tal como hicieron la mayoría de los refugiados españoles, mi tío Leonardo (que así se llamaba) no regresó a España hasta después de la muerte del dictador. En sus frecuentes viajes, nos llevó a conocer los lugares en los que había combatido durante la Batalla del Ebro y que no están muy lejos de donde resido: La Fatarella, Miravet, Vilalba dels Arcs, Gandesa, las sierras de Cavalls y Pàndols, etc. Mientras visitábamos estos lugares me contó en primera persona numerosas historias sobre los hechos vividos durante los durísimos 115 días que fue lo que duró la Batalla del Ebro.
Desgraciadamente mi tío Leonardo hace muchos años que murió, pero ahora quedan sus hijos que, también disfrutan haciéndonos conocer algunos emblemáticos lugares que, aunque situados lejos de lo que fueron los frentes de guerra, también guardan una estrecha relación con la guerra Civil.
En una de estas visita, durante el mes de julio de 2011, el hijo mayor, Miquel, que reside en el pueblo fronterizo de El Pertús, nos llevó hasta el lugar de Las Illes, el lugar por donde  cruzaron la frontera al unísono los presidentes Azaña, Companys y Aguirre. El sitio está lleno de recuerdos en homenaje a este hecho.
No muy lejos de allí, en el término municipal de La Vajol (comarca de l’Alt Empordà), se puede ver la entrada de la mina Canta o de Negrín, donde, durante un tiempo, estuvo escondido el tesoro republicano que luego, presuntamente, viajó hasta Rusia
Entrada de la mina Canta o de Negrín (Foto M. Martí) 

Días más tarde, mi otro primo, Gerard, nos llevó a visitar lo que queda del antiguo campo de concentración de Le Vernet, en la comarca de l’Ariège, entre Toulouse y Carcassonne.
En la actualidad, de lo que fue el campo de internamiento, solo queda el cementerio y algunas edificaciones de lo que fueron las residencias de los guardias. Unos paneles informativos en francés y castellano explican la pequeña historia del lugar.
En las diminutas lápidas del cementerio se pueden leer nombres de diferentes nacionalidades y también apátridas. El grupo más numeroso son los españoles, pero también los hay de italianos, portugueses, alemanes, ingleses, norteamericanos, incluso asiáticos y africanos. Entre los españoles algunos apellidos catalanes que no me pasaron desapercibidos por ser frecuentes en mi comarca.  
Un monumento con una serie de estacas alineadas representado cada una de ellas una nacionalidad, rinde homenaje a unas personas, la mayoría soldados, y que durante demasiado tiempo permanecieron en el olvido colectivo.   
Camp de confinats de Vernet. Monument als qui el van ocupar. 


LA ANÉCDOTA. Los habitantes del lugar de Las Illes dicen que los catalanes les debemos una tortilla. El motivo es que el President de la Generalitat Lluís Companys pidió una tortilla a la francesa y que no pagó por no llevar dinero encima.