L'hostal dels Trabucaires. Al centre la placa commemorativa. |
A parte
de tener alojamiento gratis, lo mejor de tener familia en Francia es que, al conocerse el territorio, son unos excelentes guías
turísticos.
Un
primo hermano de mi madre combatió con el ejército de la II República para
defender España de golpe de estado fascista que habían perpetrado, entre otros,
los Generales Sanjurjo y Franco. Fue llamado a filas con apenas 18 años y, por
lo tanto, formó parte de una de las
bautizadas como Quintas del Biberón.
Tuvo la
suerte de sobrevivir a la contienda y, con sus padres (era hijo único) se tuvo
que exiliar a Francia. Primero
estuvieron en el campo de deportados de Argelès-sur-Mer,
hasta que un antiguo patrono francés consiguió sacarlos.
Mis
tíos fijaron su residencia en el pequeño pueblo de Lespignan, departamento del Hérault,
situado en el sureste, a poca distancia de España.
Lespignan. Al centre la casa on va viure la família Martí. |
Tal
como hicieron la mayoría de los refugiados españoles, mi tío Leonardo (que así
se llamaba) no regresó a España
hasta después de la muerte del dictador. En sus frecuentes viajes, nos llevó a
conocer los lugares en los que había combatido durante la Batalla del Ebro y
que no están muy lejos de donde resido: La
Fatarella, Miravet, Vilalba dels Arcs, Gandesa, las sierras de Cavalls
y Pàndols, etc. Mientras visitábamos
estos lugares me contó en primera persona numerosas historias sobre los hechos
vividos durante los durísimos 115 días que fue lo que duró la Batalla del Ebro.
Desgraciadamente
mi tío Leonardo hace muchos años que murió, pero ahora quedan sus hijos que,
también disfrutan haciéndonos conocer algunos emblemáticos lugares que, aunque
situados lejos de lo que fueron los frentes de guerra, también guardan una estrecha
relación con la guerra Civil.
En una
de estas visita, durante el mes de julio de 2011, el hijo mayor, Miquel, que
reside en el pueblo fronterizo de El
Pertús, nos llevó hasta el lugar de Las
Illes, el lugar por donde cruzaron
la frontera al unísono los presidentes Azaña, Companys y Aguirre. El sitio está
lleno de recuerdos en homenaje a este hecho.
No muy
lejos de allí, en el término municipal de La
Vajol (comarca de l’Alt Empordà),
se puede ver la entrada de la mina Canta o de Negrín, donde, durante un tiempo,
estuvo escondido el tesoro republicano que luego, presuntamente, viajó hasta Rusia.
Entrada de la mina Canta o de Negrín (Foto M. Martí) |
Días
más tarde, mi otro primo, Gerard, nos llevó a visitar lo que queda del antiguo
campo de concentración de Le Vernet, en la comarca de l’Ariège, entre Toulouse y Carcassonne.
En la
actualidad, de lo que fue el campo de internamiento, solo queda el cementerio y
algunas edificaciones de lo que fueron las residencias de los guardias. Unos
paneles informativos en francés y castellano explican la pequeña historia del
lugar.
En las
diminutas lápidas del cementerio se pueden leer nombres de diferentes
nacionalidades y también apátridas. El grupo más numeroso son los españoles,
pero también los hay de italianos, portugueses, alemanes, ingleses,
norteamericanos, incluso asiáticos y africanos. Entre los españoles algunos
apellidos catalanes que no me pasaron desapercibidos por ser frecuentes en mi
comarca.
Un
monumento con una serie de estacas alineadas representado cada una de ellas una
nacionalidad, rinde homenaje a unas personas, la mayoría soldados, y que
durante demasiado tiempo permanecieron en el olvido colectivo.
Camp de confinats de Vernet. Monument als qui el van ocupar. |
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