Artur Mas se presentaba en estas elecciones como el “mesías”, el
“salvador”, del pueblo catalán. Así lo dejaba claro su lema de campaña,
“La voluntad de un pueblo”, con él al frente. Pero parece que no escuchó
muy bien al pueblo. Al pueblo que no quiere recortes, ni desahucios, ni
manipulación mediática, ni políticos corruptos… A Artur Mas, el gran
estadista, le falló la brújula. Y así se ha quedado, con un 30,61% de
los votos y 50 escaños pelados. A mucha distancia de los 68 diputados de
la tan cacareada mayoría absoluta.
Al presidente Artur Mas se le ha caído la careta, por más que se disfrace de independentista. Ante muchos, aparece como lo que es: la cabeza visible de un partido conservador, fiel al mundo empresarial y que siempre ha defendido el actual marco Constitucional. Muy pocos se creen ya sus mentiras. El resultado de estas elecciones no deja lugar a dudas, el escuálido resultado de CiU, a pesar de poner toda la maquinaria político-mediática a su servicio, y el buen resultado de fuerzas como ERC, ICV-EUiA y la CUP-AE, lo ponen de manifiesto.
Una parte muy significativa del pueblo catalán quiere decidir su futuro pero también quiere un futuro sin recortes, sin desahucios, sin despidos y sin corrupción. Ahora está por ver si ERC estará a la altura de las circunstancias y pondrá al mismo nivel la defensa de los derechos nacionales y los derechos sociales o si continúa por la senda de la subalternidad a CiU, que ya siguió dócilmente en la parte final de la recién terminada legislatura.
Mientras, el PSC continúa en caída libre. No tanto como se esperaba, pero caída. Si en 1999 obtuvo el 38,2% de los votos, hoy sólo cuenta con un 14,46% de los mismos, situándose como tercera fuerza del arco parlamentario catalán. Bye bye PSC, como antes le han dicho adiós al PASOK en Grecia y al PSOE en el Estado español, es el otro mensaje de la jornada. La socialdemocracia se convirtió hace años al social-liberalismo, aplica a rajatabla la política que dicta el poder financiero y ha dejado desamparadas a sus bases sociales. Un Partit dels Socialistes Catalans que recorta como el que “Mas”, y que a penas reconoce el derecho a decidir del pueblo de Catalunya.
Y frente a un escenario político-electoral centrado, interesadamente por CiU, en la cuestión nacional y en un contexto de auge de las fuerzas soberanistas, el otro lado de la balanza se ve, también, reforzado. De aquí el éxito de Ciutadans, que triplica su representación, y que mientras por un lado exalta la “Madre Patria” como “una grande y libre”, por el otro denuncia oportunista y demagógicamente la mala praxis política, su supeditación a la banca y los recortes económico y sociales… conectando con amplias capas sociales huérfanas de un referente de izquierdas. Un éxito resultado del fracaso de conectar la lucha por el derecho a decidir con la lucha por los derechos sociales, la crisis y la precariedad. Una tarea estratégica para la izquierda catalana ayer, hoy y mañana.
Masiva asistencia a las urnas ha sido otro de los titulares de la jornada. Y así es. Casi un 70% de participación, la más alta en unas elecciones al Parlamento catalán. Que muestra el reinterés social y ciudadano por intervenir en las cuestiones políticas. En un momento donde se popularizan consignas del 15M como “esto no es una crisis es una estafa” y donde cada vez son más las personas que apuestan por otra salida a la crisis, la indignación se empieza a visibilizar, de un modo u otro, en las urnas.
La CUP-AE ha demostrado que sí se puede. Que a partir de un trabajo municipalista consolidado, con un programa de ruptura con el sistema, unos candidatos vinculados a las luchas sociales y conectando con el malestar social indignado que ocupa plazas, viviendas vacías, bancos y supermercados… es posible romper el cerco parlamentario y llenar un espacio existente pero hasta ahora vacío. La entrada de la CUP-AE en el Parlament se debe a que ha suscitado apoyos que van más allá de la izquierda independentista, y que incluye a la izquierda anticapitalista y muchos activistas sociales. Y pone de manifiesto que tan importante como construir alternativas cotidianas y manifestarse en la calle es, también, necesario apostar por opciones políticas que disputen la hegemonía a los mismos de siempre.
Hoy quienes nos rebelamos, indignamos y desobedecemos podemos estar contentos. Artur Mas ya no suma, sino resta. Mas es menos. Su nuevo gobierno va a durar poco. Y una nueva voz se abre espacio en el teatro de la realpolitik. Que comience el espectáculo.
Podeu llegir l'article al diari Público.
Al presidente Artur Mas se le ha caído la careta, por más que se disfrace de independentista. Ante muchos, aparece como lo que es: la cabeza visible de un partido conservador, fiel al mundo empresarial y que siempre ha defendido el actual marco Constitucional. Muy pocos se creen ya sus mentiras. El resultado de estas elecciones no deja lugar a dudas, el escuálido resultado de CiU, a pesar de poner toda la maquinaria político-mediática a su servicio, y el buen resultado de fuerzas como ERC, ICV-EUiA y la CUP-AE, lo ponen de manifiesto.
Una parte muy significativa del pueblo catalán quiere decidir su futuro pero también quiere un futuro sin recortes, sin desahucios, sin despidos y sin corrupción. Ahora está por ver si ERC estará a la altura de las circunstancias y pondrá al mismo nivel la defensa de los derechos nacionales y los derechos sociales o si continúa por la senda de la subalternidad a CiU, que ya siguió dócilmente en la parte final de la recién terminada legislatura.
Mientras, el PSC continúa en caída libre. No tanto como se esperaba, pero caída. Si en 1999 obtuvo el 38,2% de los votos, hoy sólo cuenta con un 14,46% de los mismos, situándose como tercera fuerza del arco parlamentario catalán. Bye bye PSC, como antes le han dicho adiós al PASOK en Grecia y al PSOE en el Estado español, es el otro mensaje de la jornada. La socialdemocracia se convirtió hace años al social-liberalismo, aplica a rajatabla la política que dicta el poder financiero y ha dejado desamparadas a sus bases sociales. Un Partit dels Socialistes Catalans que recorta como el que “Mas”, y que a penas reconoce el derecho a decidir del pueblo de Catalunya.
Y frente a un escenario político-electoral centrado, interesadamente por CiU, en la cuestión nacional y en un contexto de auge de las fuerzas soberanistas, el otro lado de la balanza se ve, también, reforzado. De aquí el éxito de Ciutadans, que triplica su representación, y que mientras por un lado exalta la “Madre Patria” como “una grande y libre”, por el otro denuncia oportunista y demagógicamente la mala praxis política, su supeditación a la banca y los recortes económico y sociales… conectando con amplias capas sociales huérfanas de un referente de izquierdas. Un éxito resultado del fracaso de conectar la lucha por el derecho a decidir con la lucha por los derechos sociales, la crisis y la precariedad. Una tarea estratégica para la izquierda catalana ayer, hoy y mañana.
Masiva asistencia a las urnas ha sido otro de los titulares de la jornada. Y así es. Casi un 70% de participación, la más alta en unas elecciones al Parlamento catalán. Que muestra el reinterés social y ciudadano por intervenir en las cuestiones políticas. En un momento donde se popularizan consignas del 15M como “esto no es una crisis es una estafa” y donde cada vez son más las personas que apuestan por otra salida a la crisis, la indignación se empieza a visibilizar, de un modo u otro, en las urnas.
La CUP-AE ha demostrado que sí se puede. Que a partir de un trabajo municipalista consolidado, con un programa de ruptura con el sistema, unos candidatos vinculados a las luchas sociales y conectando con el malestar social indignado que ocupa plazas, viviendas vacías, bancos y supermercados… es posible romper el cerco parlamentario y llenar un espacio existente pero hasta ahora vacío. La entrada de la CUP-AE en el Parlament se debe a que ha suscitado apoyos que van más allá de la izquierda independentista, y que incluye a la izquierda anticapitalista y muchos activistas sociales. Y pone de manifiesto que tan importante como construir alternativas cotidianas y manifestarse en la calle es, también, necesario apostar por opciones políticas que disputen la hegemonía a los mismos de siempre.
Hoy quienes nos rebelamos, indignamos y desobedecemos podemos estar contentos. Artur Mas ya no suma, sino resta. Mas es menos. Su nuevo gobierno va a durar poco. Y una nueva voz se abre espacio en el teatro de la realpolitik. Que comience el espectáculo.
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