Este episodio de los pactos entre la derecha española y la derecha catalana ha sido y continúa siendo altamente significativo. Demuestra hasta qué grado de cinismo o de hipocresía llegan a almacenar algunos partidos políticos. Se abrazaron hace un par de años los patriotas españoles con los patriotas catalanes y siguen juntitos a día de hoy. Mientras Mas levitaba viendo la inmensa manifestación del 11 de septiembre en favor de la independencia de Cataluña, no quiso romper ni un milímetro los pactos de todo género político con el PP.
Lo mismo, o parecido, puede decirse de la actitud del PPC, con el visto bueno, naturalmente, de Mariano Rajoy. Cuando Mas inició su deriva creciente predicando a los catalanes la buena nueva de que pronto se iban a separar del resto de España, Sánchez Camacho no exigió para nada que sólo seguirían protegiendo a Mas si renunciaba a fracturar la unidad de España.
Da la impresión de que estamos ante unos pactos construidos no entre políticos, sino entre mercaderes del templo. Estamos ante una tomadura de pelo más a los ciudadanos y, sobre todo, a los votantes de CiU y del PPC. Tras el órdago intolerable contra la lengua catalana del ministro Wert, que sin embargo ha tenido que rectificar un poco y de puntillas, los jerifaltes soberanistas se interrogan si ha llegado ya el momento de acabar la luna de miel con la derechona popular. ¿A qué esperan?
La derecha es ideológica cuando le interesa y es pragmática -en el peor sentido de la palabra-cuando no le interesa. Unos y otros juegan a la guerra de las banderitas, que es una coña marinera, y en alguna que otra ocasión hacen ver que se pelean entre ellos, pero lo hacen como en la lucha libre de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Los luchadores estaban comprados para distraer al personal y a dormir que son dos días.
Mas se hace el indignado con Rajoy, pero ninguno de los dos renuncia a que la ciudad de Badalona tenga como alcalde a un xenófobo llamado Xavier García Albiol. Castelldefels está repartida entre populares y convergentes. En Sitges, igual. Y así en diversos pueblos y ciudades sometidos a la alianza obscena de los separatistas y los separadores. Otras alianzas pasan por favores políticos importantes que el PPC hizo llegar al líder secesionista Mas. Y es preciso recordar, aunque no guste ni a unos y a otros, que los que sueñan con ser héroes de la independencia catalana son exactamente los mismos que hicieron presidente al ultraconservador y españolísimo hasta las cachas José María Aznar López.
Hemos insistido últimamente en este asunto desde ELPLURAL.COM porque nosotros creemos que semejante mejunje perjudica a la credibilidad de los políticos ante los ciudadanos. Y peor aún, este juego perverso de cama redonda CiU-PPC perjudica y mucho a la democracia. Y en este país, ojo, sólo hace treinta años y poco más que podemos decir que hay democracia.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
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