El 23 de marzo del pasado año, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya
Sáenz de Santamaría, presentó muy orgullosa el proyecto de Ley de
Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. Pero
tan nobles objetivos, aunque fueran retocados, son, en manos de esta
derecha, como mear y no echar gota, dicho sea esto en lenguaje
estrictamente coloquial.
Sucede que la realidad se ha llevado por delante otra notoria tomadura de pelo de los populares. ¿Quién puede avalar, a estas alturas del curso, los juegos de manos de Mariano Rajoy tratando de aparecer ante la opinión pública como un ejemplar gobernante? Pues ni sabe gobernar, ni sabe frenar la avalancha de chorizos.
Bajo una sospecha inmensa
Menos de un año después de los nuevos estallidos de la trama Gürtel, el PP se encuentra bajo una sospecha inmensa y con innumerables casos de presunta corrupción que van surgiendo a raudales. La respuesta oficial -proclamada por Rajoy como única verdad revelada- ha sido, ante la ciudadanía, la negación de las evidencias. No es la filosofía de su ley de la transparencia la que aplica, sino la ley del silencio y de la oscuridad total.
El montaje de Rubalcaba
No sólo dicen que ellos no son en absoluto delincuentes. Sostienen además que todo esto que pasa es un montaje, dirigido por el PSOE -y concretamente por Alfredo Pérez Rubalcaba- con el fin de liquidar al PP, vengándose así de que los socialistas fueran aniquilados en las urnas el 20-N de 2011. Conviene recordar, sin embargo, que la Gürtel se remonta a tiempos relativamente lejanos.
Los lujosos trajes de Camps
O sea, que no vale que ahora se rasguen los conservadores sus ropas. Han transcurrido varios años desde que el primer bombazo le cayó a Francisco Camps, entonces presidente de la Generalitat valenciana, debido a una serie de trajes lujosos, gratis total, enviados por el Bigotes, número 2 de la trama a su amiguito del alma.
El maldito baile
Desde que empezó este maldito baile de la corrupción política hasta ahora, Rajoy ha mirado a otro lado, se ha encogido de hombros y ha dejado hacer. No tomó medidas drásticas ni no drásticas. Y en la actualidad, ayer mismo, declaró que no iba a destituir a Ana Mato como ministra de Sanidad, porque “quiero ser justo”.
El crimen a Garzón
Aplaudieron Rajoy y sus palmeros mediáticos el crimen cometido a Baltasar Garzón por unos cuantos jueces del Supremo. Cepillarse a Garzón sí “debía de ser justo”, según las teorías del presidente del PP y del Gobierno. Era muy justo, por lo visto, castigar a Garzón e impedirle que continuase como juez instructor del caso Gürtel.
Truhanes políticos y empresariales
Fue una satisfacción para los truhanes políticos, y empresariales, implicados en la Gürtel, destronar a Garzón. Hacer lo que ha hecho Rajoy en este asunto no es más que ejercer, voluntariamente o no, de cómplice. Mal si no se enteró del caso Gürtel. Y mal también si, habiéndolo sabido, no moviera un dedo para buscar a los culpables. Muchos de ellos los tenía Rajoy demasiado cerca.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
Sucede que la realidad se ha llevado por delante otra notoria tomadura de pelo de los populares. ¿Quién puede avalar, a estas alturas del curso, los juegos de manos de Mariano Rajoy tratando de aparecer ante la opinión pública como un ejemplar gobernante? Pues ni sabe gobernar, ni sabe frenar la avalancha de chorizos.
Bajo una sospecha inmensa
Menos de un año después de los nuevos estallidos de la trama Gürtel, el PP se encuentra bajo una sospecha inmensa y con innumerables casos de presunta corrupción que van surgiendo a raudales. La respuesta oficial -proclamada por Rajoy como única verdad revelada- ha sido, ante la ciudadanía, la negación de las evidencias. No es la filosofía de su ley de la transparencia la que aplica, sino la ley del silencio y de la oscuridad total.
El montaje de Rubalcaba
No sólo dicen que ellos no son en absoluto delincuentes. Sostienen además que todo esto que pasa es un montaje, dirigido por el PSOE -y concretamente por Alfredo Pérez Rubalcaba- con el fin de liquidar al PP, vengándose así de que los socialistas fueran aniquilados en las urnas el 20-N de 2011. Conviene recordar, sin embargo, que la Gürtel se remonta a tiempos relativamente lejanos.
Los lujosos trajes de Camps
O sea, que no vale que ahora se rasguen los conservadores sus ropas. Han transcurrido varios años desde que el primer bombazo le cayó a Francisco Camps, entonces presidente de la Generalitat valenciana, debido a una serie de trajes lujosos, gratis total, enviados por el Bigotes, número 2 de la trama a su amiguito del alma.
El maldito baile
Desde que empezó este maldito baile de la corrupción política hasta ahora, Rajoy ha mirado a otro lado, se ha encogido de hombros y ha dejado hacer. No tomó medidas drásticas ni no drásticas. Y en la actualidad, ayer mismo, declaró que no iba a destituir a Ana Mato como ministra de Sanidad, porque “quiero ser justo”.
El crimen a Garzón
Aplaudieron Rajoy y sus palmeros mediáticos el crimen cometido a Baltasar Garzón por unos cuantos jueces del Supremo. Cepillarse a Garzón sí “debía de ser justo”, según las teorías del presidente del PP y del Gobierno. Era muy justo, por lo visto, castigar a Garzón e impedirle que continuase como juez instructor del caso Gürtel.
Truhanes políticos y empresariales
Fue una satisfacción para los truhanes políticos, y empresariales, implicados en la Gürtel, destronar a Garzón. Hacer lo que ha hecho Rajoy en este asunto no es más que ejercer, voluntariamente o no, de cómplice. Mal si no se enteró del caso Gürtel. Y mal también si, habiéndolo sabido, no moviera un dedo para buscar a los culpables. Muchos de ellos los tenía Rajoy demasiado cerca.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
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