dilluns, 8 de juliol del 2013

Mariano en Pasapalabra

David Torres

Mariano ha dado una rueda de prensa que parecía un especial de “Pasapalabra”: una respuesta menos y no caben más preguntas. Se conoce que a estas alturas de julio el presidente ya está adaptado a modalidad veraniega, un estado al que pasa directamente desde las Navidades para hacer juego con el clima madrileño. Antes del flotador y la piscina, Mariano no opina de la corrupción, ni de las acciones judiciales, ni de Evo Morales. Por no opinar, no opina ni siquiera de Bárcenas, un señor por el que antes ponía la mano en el fuego y al que ahora no le da ya ni lumbre.
Hace no demasiado tiempo que los cuadernos de Bárcenas eran mentira, luego eran casi todo mentira salvo alguna cosa y ahora se van volviendo verdad de arriba abajo excepto el canutillo. Al final los cuadernos de Bárcenas son como los deberes de Vacaciones Santillana, en Génova ya los reparten para septiembre igual que antes repartían sobres. Decía Hemingway que se necesitaban dos años para aprender a hablar y sesenta años para aprender a callar, pero con Bárcenas en el PP han aprendido a callar en diez minutos. Van por los pasillos sordomudos perdidos, como si jugaran al mus, haciendo señas y guiñando los ojos. Incluso Aznar se calla con el tema Bárcenas; el otro día le preguntaron a la salida de una conferencia de la FAES y sonrió con una de esas muecas suyas que parece un desprendimiento de bigote. O de gaviota.
Cuando le tocó el turno sobre el incidente con Evo Morales, Mariano chutó el balón a la grada y dijo que lo importante era que dentro del avión boliviano no iba Snowden. Más le valdría haberse callado y responder lo mismo que con Bárcenas: “¿Evo Morales? ¿Quién es Evo Morales?” Porque no importaba un carajo si Snowden iba o no iba en el avión sino el hecho de que Austria en particular y la Unión Europea en general traten a todo un señor presidente como a un delincuente de baja estofa (los de alta estofa se pasean por los aeropuertos a sus anchas). Un incidente diplomático que demuestra el repugnante servilismo con que los europeos obedecemos las consignas del enemigo americano, el mismo que nos pincha los teléfonos, nos escanea los ordenadores y nos llena el cielo de vuelos fantasma. Por lo demás, era casi fatal que este sainete le sucediera a Evo Morales en Austria: ya decía Billy Wilder que los austriacos son gente capaz de hacerte creer que Hitler era alemán y Beethoven austriaco. Para pintar una viñeta más de esta historieta xenófoba, el embajador español en Viena casi se sube al avión a por un café en plan Chuck Norris y si llega a acompañarle Mariano les practica un registro de la propiedad como no se le ve desde que sacó las oposiciones.
En fin, que la culpa de todo la tienen los periodistas, por no hacerle al presidente las preguntas adecuadas, por ejemplo, qué piensa del fichaje de Isco, que rima en consonante con marisco y en asonante con ministro.