Anibal Malvar
Comparece Mariano Rajoy mañana en el Congreso para explicar a sus señorías si pació o no pació en los pastizales B de Bárcenas. A mí me parece una manera un tanto abrupta de iniciar las vacaciones agosteñas. De todos es sabido que nuestro admirado presidente no es muy dado a trabajar ni siquiera en los meses lectivos, de ahí que la sorpresa del populacho se acreciente al conocerse esta forma tan laburera de inaugurar los ocios propios del verano.
Desde que juró el cargo a finales de 2011, Mariano ha ido practicando el laissez-faire con mucho éxito y no poco entusiasmo, y eso le ha granjeado simpatías unánimes acá y acullá de nuestras fronteras. Esto de las simpatías no me lo invento. Es un dato objetivo que se mide por la prima de riesgo, que desciende cuando los mercados comprenden que ciertos presidentes no van a hacer nada contra las aficiones predatorias y criminales del capital.
Que se dude de la honorabilidad de un tío tan perezoso como Mariano, y que esa duda lo obligue a desplazarse en coche oficial al Congreso con las consiguientes fatigas, a mí me parece un sinsentido. Ser un chorizo es cosa que requiere no poco esfuerzo, y no veo yo a Mariano cargando con un pesado sobre de 20.000 pavos en billetes de 500 bajo el bolsillo de la americana, con lo que deforman los bolsillos las corruptelas.
Bárcenas, por ejemplo, sí da el perfil de chorizo: esquía en Suiza, bucea en las Caimán, caza patos en Delaware… Pero a Mariano se le ve incluso fatigado cuando lee discursos escritos por otro sobre lo bonita que es Polonia. Y es que resulta redundante obligar a un hombre tan gris a ejercitar su materia gris. El único pequeño defecto que se le puede achacar a nuestro amado líder es ese: que no le agrada pensar ni decir ni hacer nada. Y quien no esté de acuerdo con que esta no es una buena filosofía de vida, que arroje el primer convoluto.
Fuentes de la Moncloa en las que flotan nenúfares han revelado a este cronista que la comparecencia de mañana en el Congreso será breve pero jugosa. Y que Mariano dejará cristalinamente claro, sin atisbo de dudas, que aunque no entiende su letra sí es capaz de recitar breves discursos que le escriben otros. La caligrafía es también tan agotadora…
En cuanto al temilla ese de Bárcenas y los cobros de dinero negro, Mariano se limitará a decir que no sabía que Viri escondía un Jaguar en el garaje, y que si recibió algún dinero no era otra cosa que el pago del finiquito en diferido, pues siempre lo estaban despidiendo Esperanza Aguirre, Pedro J y el maridesacomplejines de Federico. No es cuestión de desperdiciar los hallazgos estilísticos de nuestros guionistas más brillantes, aunque ya hayan sido escuchados alguna que otra vez. Si el chiste es bueno, te vuelves a reír aunque te lo cuenten dos veces. Y aquellos dos chistes del Jaguar y el despido diferido eran muy buenos.
Un senador del PP muy cachondo y muy amigo, que me llamó estos días para preocuparse por mi salud tras el accidente de tren, me dijo una cachondez muy elucidadora: “A Mariano lo de Bárcenas no le va a pasar factura. ¿No ves que cobró en negro? ¿Qué coño va a haber facturas?”. Pues en eso se va a resumir lo de mañana. Sospecho.
PS: Gracias a todos los que os preocupasteis tras el accidente. No por mí, por todos. Y perdonad que no contestara llamadas ni correos. Deciros que estoy bien: un par de costillas, media clavícula y un pulmón algo herido: nada que no se cure a golpe de tiempo, whiskies aguados, cigarros light y opiáceos (esta vez, la primera, con receta y prescripción facultativa). Por lo demás, tengo una pena sin billete de vuelta. No sé qué le pasa a la Muerte, que anda siempre tan inquieta y desafortunada en su manera de entender y de desentender la vida. Como todos.
Comparece Mariano Rajoy mañana en el Congreso para explicar a sus señorías si pació o no pació en los pastizales B de Bárcenas. A mí me parece una manera un tanto abrupta de iniciar las vacaciones agosteñas. De todos es sabido que nuestro admirado presidente no es muy dado a trabajar ni siquiera en los meses lectivos, de ahí que la sorpresa del populacho se acreciente al conocerse esta forma tan laburera de inaugurar los ocios propios del verano.
Desde que juró el cargo a finales de 2011, Mariano ha ido practicando el laissez-faire con mucho éxito y no poco entusiasmo, y eso le ha granjeado simpatías unánimes acá y acullá de nuestras fronteras. Esto de las simpatías no me lo invento. Es un dato objetivo que se mide por la prima de riesgo, que desciende cuando los mercados comprenden que ciertos presidentes no van a hacer nada contra las aficiones predatorias y criminales del capital.
Que se dude de la honorabilidad de un tío tan perezoso como Mariano, y que esa duda lo obligue a desplazarse en coche oficial al Congreso con las consiguientes fatigas, a mí me parece un sinsentido. Ser un chorizo es cosa que requiere no poco esfuerzo, y no veo yo a Mariano cargando con un pesado sobre de 20.000 pavos en billetes de 500 bajo el bolsillo de la americana, con lo que deforman los bolsillos las corruptelas.
Bárcenas, por ejemplo, sí da el perfil de chorizo: esquía en Suiza, bucea en las Caimán, caza patos en Delaware… Pero a Mariano se le ve incluso fatigado cuando lee discursos escritos por otro sobre lo bonita que es Polonia. Y es que resulta redundante obligar a un hombre tan gris a ejercitar su materia gris. El único pequeño defecto que se le puede achacar a nuestro amado líder es ese: que no le agrada pensar ni decir ni hacer nada. Y quien no esté de acuerdo con que esta no es una buena filosofía de vida, que arroje el primer convoluto.
Fuentes de la Moncloa en las que flotan nenúfares han revelado a este cronista que la comparecencia de mañana en el Congreso será breve pero jugosa. Y que Mariano dejará cristalinamente claro, sin atisbo de dudas, que aunque no entiende su letra sí es capaz de recitar breves discursos que le escriben otros. La caligrafía es también tan agotadora…
En cuanto al temilla ese de Bárcenas y los cobros de dinero negro, Mariano se limitará a decir que no sabía que Viri escondía un Jaguar en el garaje, y que si recibió algún dinero no era otra cosa que el pago del finiquito en diferido, pues siempre lo estaban despidiendo Esperanza Aguirre, Pedro J y el maridesacomplejines de Federico. No es cuestión de desperdiciar los hallazgos estilísticos de nuestros guionistas más brillantes, aunque ya hayan sido escuchados alguna que otra vez. Si el chiste es bueno, te vuelves a reír aunque te lo cuenten dos veces. Y aquellos dos chistes del Jaguar y el despido diferido eran muy buenos.
Un senador del PP muy cachondo y muy amigo, que me llamó estos días para preocuparse por mi salud tras el accidente de tren, me dijo una cachondez muy elucidadora: “A Mariano lo de Bárcenas no le va a pasar factura. ¿No ves que cobró en negro? ¿Qué coño va a haber facturas?”. Pues en eso se va a resumir lo de mañana. Sospecho.
PS: Gracias a todos los que os preocupasteis tras el accidente. No por mí, por todos. Y perdonad que no contestara llamadas ni correos. Deciros que estoy bien: un par de costillas, media clavícula y un pulmón algo herido: nada que no se cure a golpe de tiempo, whiskies aguados, cigarros light y opiáceos (esta vez, la primera, con receta y prescripción facultativa). Por lo demás, tengo una pena sin billete de vuelta. No sé qué le pasa a la Muerte, que anda siempre tan inquieta y desafortunada en su manera de entender y de desentender la vida. Como todos.
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