divendres, 26 d’abril del 2013

Fraude en el pensamiento económico dominante


Vicenç Navarro

La enorme y excesiva influencia de la industria farmacéutica en la cultura médica es un hecho ampliamente conocido que explica las medidas tomadas por la sociedad, a través de sus Estados, para proteger al ciudadano del impacto que tiene tal influencia en las prácticas prescriptivas de los médicos. Así, los médicos deben indicar explícitamente si reciben dinero o no de las empresas farmacéuticas, exigencia que adquiere especial importancia cuando tales médicos y/o investigadores sanitarios publican artículos en revistas científicas, señalando el posible conflicto de intereses entre la objetividad científica que se espera de cualquier científico y los intereses económicos de la empresa farmacéutica que financia al investigador y que intenta beneficiarse del sesgo de trabajo científico de su investigación. El programa de la Sexta, Salvados, de Jordi Évole, detalló recientemente el peligro que tal influencia tiene para el ciudadano.
Pues bien, una situación casi idéntica ocurre en el conocimiento económico. La banca tiene una enorme y excesiva influencia en la comunidad académica y/o investigadora económica, pues es, de mucho, la entidad que financia más estudios, conferencias, revistas y encuentros económicos. En realidad, la cultura hegemónica económica está configurada en gran manera por la banca en España. La evidencia de ello es abrumadora.
Como resultado de ello, las creencias existentes en los mayores fórums económicos reflejan los intereses de la banca, aún cuando nunca se presente en estos términos. Se ha desarrollado en el conocimiento económico una narrativa que habla de la santidad de la estabilidad financiera, de la rectitud de la disciplina fiscal, de la urgencia e importancia de reducir el déficit y la deuda pública, y así un largo etcétera de creencias y ortodoxias basadas en fe y no en evidencia científica. Ni que decir tiene que la realización de tales principios favorece claramente los intereses de lo que se llama el capital financiero.
Esta influencia, por cierto, no requiere que sea directa. Es decir, no hace falta que el investigador esté financiado directamente por la banca o por las compañías de seguro o por los distintos componentes del capital financiero. Es suficiente para merecer la promoción de su investigación si ésta encaja dentro de la ideología generada y promovida por tales intereses, es decir, la ideología neoliberal. La creencia neoliberal, es distribuida por las enormes cajas de resonancia –las revistas y diarios supuestamente “serios” y “respetados”- que configuran la sabiduría convencional y que dependen en gran medida para su solvencia de los préstamos de la banca.
Un caso claro es el libro This time is different, de los economistas Reinhart y Rogoff, de Harvard University (cuando los autores escribieron el libro) y próximos al capital financiero. El libro y los artículos derivados de él han sido la Biblia del pensamiento neoliberal. Desconocidos por la gran mayoría de la población, sí que se conocen entre los economistas que tienen mayor visibilidad mediática (los “gurús” económicos que aparecen en la prensa y en la televisión), apareciendo los trabajos y el nombre de sus autores incluso en la prensa diaria en sus páginas económicas. Su influencia sobre la Troika europea, el BCE, el Consejo Europeo y el FMI, ha sido enorme. Y han sido explícitamente citados por el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, el neoliberal Olli Rehn.
La tesis de tales economistas, Reinhart y Rogoff, es que la deuda pública es una rémora para el crecimiento económico. Si un país se endeuda puede perjudicar su eficiencia económica. Naturalmente que endeudarse, como tal, es permisible. Pero es mejor –según tales autores- que no sea mucho. Dicen y escriben que si la deuda pública de un país es superior al 90% de su PIB tendrá problemas graves de crecimiento. En realidad, tales señores afirman que la crisis tan profunda que tenemos en los países de la Unión Europea y en EEUU es que todos ellos están sobre endeudados. Es decir, su deuda pública es mayor que el 90% de su PIB.
Y para probarlo, muestran un estudio econométrico que, según ellos, muestra, sin lugar a dudas, que el endeudamiento es la causa del bajo crecimiento y la recesión en los que están inmersos los países desarrollados. De ahí se derivan todas las políticas de austeridad que se están imponiendo por la Troika y por los gobiernos de los países de la Unión Europea.
El fraude en tal creencia
En un artículo reciente (“Las falsedades y los errores de la sabiduría económica convencional (SEC)”, Sistema. 12.04.13) he subrayado los enormes errores, cuando no falsedades, que tiene la tesis de que la deuda pública en estos países ha alcanzado un nivel insostenible. Pero valga expandir esta crítica, a raíz del libro citado anteriormente. Supongamos, por un momento, que hay una correlación estadística negativa entre el tamaño de la deuda (como porcentaje del PIB) por un dado, y el crecimiento económico por el otro. Es decir, que a mayor deuda pública menor crecimiento económico. Una correlación, sin embargo, no indica el sentido en tal correlación. Es decir, puede ser que la deuda pública alta sea la responsable del escaso crecimiento económico (como los autores del libro y el dogma neoliberal creen) o, al revés, podría ser que sea el escaso crecimiento económico el que determine el elevado nivel de deuda. En realidad, la evidencia científica a favor de lo último es robusta (estudios del Economic Policy Institute lo han mostrado claramente, www.epi.org).
Otro grave problema de la tesis neoliberal es que pone en la misma página a todo tipo de deuda pública, sean bonos públicos a corto plazo, sean a largo plazo. Y también ignora la propiedad de tal deuda, es decir, quien la posee. No es lo mismo que la deuda pública sea propiedad de instituciones públicas (como puede ser la Seguridad Social) o sea de un hedge fund.
Pero, además de estos fallos, acaba de verse en una crítica reciente que incluso los cálculos econométricos que tales economistas publican en su libro son erróneos, cuando no manipulados. El lenguaje matemático siempre impresiona al no economista como un lenguaje serio y creíble. De ahí el abuso de tal lenguaje en la literatura científica económica. Branko Milanovich, el economista que mejor conoce las desigualdades sociales en el mundo, ha mostrado los errores ideológicos que algunos gurús mediáticos neoliberales han hecho en sus estudios neoliberales mostrando sus sesgos ideológicos.
Este tipo de error (mejor definirlo como fraude) ha sido descubierto y denunciado por tres economistas de la Universidad de Massachussets, Tomás Hernández, Michael Asta y Robert Pollin, que han desmontado el aparato estadístico matemático sobre el cual se sostenían las conclusiones de Reinhart y Rogoff (“Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A critique of Reinhart and Rogoff”. Un resumen de tal artículo aparece en el Financial Times, Why Reinhart and Rogoff are wrong about austerity, 18.04.13). Reinhart and Rogoff habían analizado por muchos años la evolución del crecimiento económico en un gran número de países, de distinto nivel de deuda pública. Y de los países de elevada deuda (siete) no habían incluido el periodo de crecimiento de Nueva Zelanda, que al incluirlo, como han hecho los profesores de la Universidad de Massachussets, cambia significativamente la relación. Tales autores denuncian el sesgo sistemático del trabajo de Reinhart y Rogoff, que incluye errores de gran calado, incluso en los cálculos de su modelo matemático.
Dean Baker, Director del Center for Economic and Policy Research de Washington muestra las consecuencias que tal creencia, basada en este libro, ha tenido también en EEUU (“How Much Unemployment Did Reinhart and Rogoff’s Arithmetic Mistake Cause?”). El Partido Republicano, controlado por el Tea Party, utilizó tales autores como su guía intelectual para reducir la Seguridad Social, con el argumento de que tenía que reducirse la deuda pública, deuda pública que muchos autores hemos mostrado que no tiene ningún problema en EEUU.
Sin lugar a duda tales tipos de trabajo continuarán citándose en los medios donde se reproduce la sabiduría económica convencional. Ésta siempre ignora la crítica, sintiéndose inmune como consecuencia de la falta de diversidad de los medios que el capital financiero controla o domina ideológicamente.