Creo que fue Yola Berrocal quien
hace unos meses se ponía a sí misma como ejemplo de la fuga de cerebros
en España. Todos nos reímos mucho, sí, pero ahora empezamos a
preguntarnos si no sería mejor haber colocado a Yola al frente de
Ministerio de Trabajo en lugar de a Fátima Báñez. Aunque al primer golpe
de vista no lo parezca, ambas mujeres son perfectamente
intercambiables.
Olvídense del aspecto físico, de las curvas de nivel de Yola y de la sonrisa triste de Fátima: la belleza está en el interior y, en algunas ocasiones, bien adentro. Ser ministro de Trabajo no es un cargo precisamente lucido, no hay más que ver el desfile de anodinos y sosainas que han acumulado polvo bajo el chamizo, pero Fátima se empeña en destacar, una tarea doblemente hercúlea si tenemos en cuenta el ramillete de filósofos que ha plantado el PP en el Congreso. Pensemos que sólo en esta última semana Cospedal ha batido records de subida de pan cada vez que abría la boca, Pujalte ha dado tres vueltas de campana dentro de su propio cráneo y Cañete ha abierto la puerta grande y el grifo del agua fría justo después de terminar el marzo más lluvioso de la historia de España. Cañete merecería un repaso para él solo, empezando desde el apellido, pero su trayectoria es lo bastante conocida como para ahorrarle el monumento. Además, estamos seguros de que en seguida nos dará otra oportunidad, porque Cañete es puntual como el cometa Halley aunque mucho más concurrido.
Llamar “movilidad exterior” al exilio forzoso de jóvenes talentos es un logro lingüístico de tal magnitud que de inmediato nos evoca los grandes éxitos de la anterior legislatura. Correspondió a Zapatero el mérito de descubrir que las mujeres podían igualar a sus homólogos varones en cualquier campo, cerros de Úbeda incluidos. A esto se le llamó “paridad”, que, como todo el mundo sabe, viene de “parida”. Con Zapatero en el papel de Bosley, Carme Chacón, Leire Pajín y Bibiana Aído formaron los ángeles de Charlie, un grupo de élite que traía de cabeza a Mariano después de la fuga de cerebros provocada tras la inesperada deserción de Esperanza Aguirre. No lo tenía nada fácil Mariano para reclutar una selección femenina a la altura de Montoro, Guindos, Cañete y Wert, los hombres de Harrelson del actual gobierno, pero con el liderazgo de Cospedal, las asistencias de Soraya, Ana Mato atenta a los rebotes y Ana Botella en el banquillo, es evidente que no ha escatimado en gastos para formar un dream team imbatible. Fátima sale poco pero en cuanto toma la palabra encesta de ocho puntos.
Con todo, a Mariano no se le acaba de ver contento, como si no le hubieran sintonizado bien el UHF. Debería pensar en el consejo de su ministra, hacer lo posible para que regrese Yola Berrocal y darle la cartera de Movilidad Exterior. Aunque ni siquiera ella podría cubrir el hueco de Esperanza Aguirre. Para eso tendría que fichar a Carmen de Mairena.
David Torres
Olvídense del aspecto físico, de las curvas de nivel de Yola y de la sonrisa triste de Fátima: la belleza está en el interior y, en algunas ocasiones, bien adentro. Ser ministro de Trabajo no es un cargo precisamente lucido, no hay más que ver el desfile de anodinos y sosainas que han acumulado polvo bajo el chamizo, pero Fátima se empeña en destacar, una tarea doblemente hercúlea si tenemos en cuenta el ramillete de filósofos que ha plantado el PP en el Congreso. Pensemos que sólo en esta última semana Cospedal ha batido records de subida de pan cada vez que abría la boca, Pujalte ha dado tres vueltas de campana dentro de su propio cráneo y Cañete ha abierto la puerta grande y el grifo del agua fría justo después de terminar el marzo más lluvioso de la historia de España. Cañete merecería un repaso para él solo, empezando desde el apellido, pero su trayectoria es lo bastante conocida como para ahorrarle el monumento. Además, estamos seguros de que en seguida nos dará otra oportunidad, porque Cañete es puntual como el cometa Halley aunque mucho más concurrido.
Llamar “movilidad exterior” al exilio forzoso de jóvenes talentos es un logro lingüístico de tal magnitud que de inmediato nos evoca los grandes éxitos de la anterior legislatura. Correspondió a Zapatero el mérito de descubrir que las mujeres podían igualar a sus homólogos varones en cualquier campo, cerros de Úbeda incluidos. A esto se le llamó “paridad”, que, como todo el mundo sabe, viene de “parida”. Con Zapatero en el papel de Bosley, Carme Chacón, Leire Pajín y Bibiana Aído formaron los ángeles de Charlie, un grupo de élite que traía de cabeza a Mariano después de la fuga de cerebros provocada tras la inesperada deserción de Esperanza Aguirre. No lo tenía nada fácil Mariano para reclutar una selección femenina a la altura de Montoro, Guindos, Cañete y Wert, los hombres de Harrelson del actual gobierno, pero con el liderazgo de Cospedal, las asistencias de Soraya, Ana Mato atenta a los rebotes y Ana Botella en el banquillo, es evidente que no ha escatimado en gastos para formar un dream team imbatible. Fátima sale poco pero en cuanto toma la palabra encesta de ocho puntos.
Con todo, a Mariano no se le acaba de ver contento, como si no le hubieran sintonizado bien el UHF. Debería pensar en el consejo de su ministra, hacer lo posible para que regrese Yola Berrocal y darle la cartera de Movilidad Exterior. Aunque ni siquiera ella podría cubrir el hueco de Esperanza Aguirre. Para eso tendría que fichar a Carmen de Mairena.
David Torres
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