Periodista
Mientras desde Colombia Aznar instaba a actuar para poner fin a «la efervescencia separatista», la justicia tumbaba el modelo de educación impulsado por Bauzà en las Baleares. Y Gallardónanunciaba su retirada de la política tras ser desautorizado por Rajoy. Arriola, el gurú demoscópico del PP, había alertado sobre el efecto electoral contraproducente del proyecto de ley del aborto impulsado por el ministro de Justicia. Mientras que la intransigencia ante las aspiraciones soberanistas de Catalunya cohesiona y ensancha la base electoral del PP, la severa laminación de los derechos de las mujeres que supone la contrarreforma liderada por Gallardón la debilitaba y fragmentaba.
Decididamente, Rajoy no es un gran político, pero si un eficaz enterrador de correligionarios políticos o mediáticos molestos:Aznar, Aguirre, Gallardón, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Rouco Varela, Paco Camps, Fabra... Una parte de estos ángeles caídos o arrinconados representan la versión más árida del pensamiento desarrollado por la FAES, el musculado y poderoso think tank neoconservador de la derecha española.
Liberalismo y nacionalcatolicismo
La FAES ha mostrado una gran eficacia para elaborar un pensamiento nacionalista español que ha combinado una secular visión romántica, unitarista y teleológica de España («unidad de destino en lo universal») con una especie de liberalismo estatista y autoritario, así como un renovado nacionalcatolicismo, versión 2.0. Ya hace tiempo que el nacionalismo español hegemónico bebe de este carpetovetónica confluencia ideológica. Los aspectos más puntiagudos de este artefacto ideológico fueron útiles a Rajoypara hacer una oposición implacable en el contexto de la crisis económica. Pero pueden ser muy contraproducentes para gobernar cuando la interminable crisis económica ya se solapa con una crisis sistémica.
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