David Torres
Fabra entre nueve jueces más cuatro fiscales por setecientos mil euros escamoteados a Hacienda igual a cuatro años de cárcel. De los que aún no se sabe si va a cumplir ni un día, máxime teniendo en cuenta que ha avisado que recurrirá la sentencia y que esta historia de terror dura ya diez años. Las matemáticas aplicadas al cacique mayor de Castellón siempre producen números enteros, como los de los décimos de lotería con los que va reventando las arcas estatales: en el anuncio navideño de este año, el la la la laaa lala laaa de Raphael lo tendría que haber cantado Fabra.
Este señor de gafas negras y luto perpetuo que ha hecho del juego su forma de vida no se va a conformar ahora con un tirón de orejas judicial y una victoria a medias. A Fabra no le gusta perder ni al pasapalabra y por eso, cuando le señalaron el despropósito del aeropuerto de Castellón, donde sólo aterrizan las palomas, se inventó el concepto de “aeropuerto peatonal”, un aeropuerto hecho exclusivamente para pasmo del respetable, construido “para que se pasee la gente, que no téneis ni idea”. La tarta del Padrino elevada al rango de arquitectura pública. Los nietos de los demás abuelos tienen que conformarse con las piezas del lego, pero los de la gente bien del PP juegan con réplicas a tamaño real. Que se jodan, como dijo Andreíta Fabra.
Papá Fabra se quitó del PP unos pocos días antes de la sentencia como el que se quita del tabaco, una maniobra que le ha servido a María Dolores de Cospedal para bordar otra de sus grandes actuaciones cómicas. “Fabra ya no tiene responsabilidad política dentro del partido” dice, y lo dice tan tranquila, prácticamente como si no lo conociera de nada, como si Fabra fuera la versión calé de Bárcenas. Es triste estar toda la vida trabajando para una gente que corta las amarras sin el menor pudor y te deja tirado a la primera de cambio. Otra sentencia adversa más y Cospedal acabará diciendo que este señor a ellos ni se lo habían presentado, que se les metió un buen día en un despacho en Castellón a jugar a la lotería mientras les levantaba un aeropuerto a sus espaldas.
En el PP deberían tener un poco de cuidado con la gente que fichan para altos cargos porque cualquier día de éstos les va a salir alguien honrado. Entonces sí que podrían acabar teniendo un lío, en el hipotético caso de que a ese no menos hipotético personaje le diera por decir la verdad, un feo vicio que en Génova tienen por completo erradicado. De momento, aparte de las docenas de procesos judiciales abiertos por toda la Península y alrededores, Matas y Fabra, los dos grandes paradigmas de honradez de la era aznarina y la era mariana, ya han calentado el banquillo y han salido de él con sendas sentencias carcelarias. En la España actual, lo malo de que no haya separación de poderes es que, entre tanto folleteo, al judicial a veces se le escapa un poco la mano.
Fabra entre nueve jueces más cuatro fiscales por setecientos mil euros escamoteados a Hacienda igual a cuatro años de cárcel. De los que aún no se sabe si va a cumplir ni un día, máxime teniendo en cuenta que ha avisado que recurrirá la sentencia y que esta historia de terror dura ya diez años. Las matemáticas aplicadas al cacique mayor de Castellón siempre producen números enteros, como los de los décimos de lotería con los que va reventando las arcas estatales: en el anuncio navideño de este año, el la la la laaa lala laaa de Raphael lo tendría que haber cantado Fabra.
Este señor de gafas negras y luto perpetuo que ha hecho del juego su forma de vida no se va a conformar ahora con un tirón de orejas judicial y una victoria a medias. A Fabra no le gusta perder ni al pasapalabra y por eso, cuando le señalaron el despropósito del aeropuerto de Castellón, donde sólo aterrizan las palomas, se inventó el concepto de “aeropuerto peatonal”, un aeropuerto hecho exclusivamente para pasmo del respetable, construido “para que se pasee la gente, que no téneis ni idea”. La tarta del Padrino elevada al rango de arquitectura pública. Los nietos de los demás abuelos tienen que conformarse con las piezas del lego, pero los de la gente bien del PP juegan con réplicas a tamaño real. Que se jodan, como dijo Andreíta Fabra.
Papá Fabra se quitó del PP unos pocos días antes de la sentencia como el que se quita del tabaco, una maniobra que le ha servido a María Dolores de Cospedal para bordar otra de sus grandes actuaciones cómicas. “Fabra ya no tiene responsabilidad política dentro del partido” dice, y lo dice tan tranquila, prácticamente como si no lo conociera de nada, como si Fabra fuera la versión calé de Bárcenas. Es triste estar toda la vida trabajando para una gente que corta las amarras sin el menor pudor y te deja tirado a la primera de cambio. Otra sentencia adversa más y Cospedal acabará diciendo que este señor a ellos ni se lo habían presentado, que se les metió un buen día en un despacho en Castellón a jugar a la lotería mientras les levantaba un aeropuerto a sus espaldas.
En el PP deberían tener un poco de cuidado con la gente que fichan para altos cargos porque cualquier día de éstos les va a salir alguien honrado. Entonces sí que podrían acabar teniendo un lío, en el hipotético caso de que a ese no menos hipotético personaje le diera por decir la verdad, un feo vicio que en Génova tienen por completo erradicado. De momento, aparte de las docenas de procesos judiciales abiertos por toda la Península y alrededores, Matas y Fabra, los dos grandes paradigmas de honradez de la era aznarina y la era mariana, ya han calentado el banquillo y han salido de él con sendas sentencias carcelarias. En la España actual, lo malo de que no haya separación de poderes es que, entre tanto folleteo, al judicial a veces se le escapa un poco la mano.
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